Tenía tan sólo 11 años cuando empezó a sufrir tocamientos por parte de su padrastro. Él aprovechaba los momentos que se quedaban a solas para hacerlo, y al cabo de una año fue a más.

La joven estuvo así seis largos años. No fue hasta que cumplió 17 que denunció que su padre la violaba sistemática desde los 12 años, “una vez a la semana”. Ahora, por fin, sienta a su agresor en el banquillo de los acusados.

Secuelas

No ha sido fácil. La joven todavía sufre secuelas, "un estado de malestar psicológico intenso con una afectación emocional y ansiedad social", apunta el informe de la defensa.

Los abogados piden para el abusador 15 años de cárcel, la prohibición de desempeñar cualquier trabajo que implique contacto con menores durante dos décadas, libertad vigilada durante ocho años y la prohibición de aproximarse y comunicarse con su hijastra durante los próximos 16 años. Además, exigen 25.000 euros de indemnización.

Desde 2015

La primera vez que la víctima fue abusada fue el 19 de marzo de 2015, día del padre. El acusad provechó que su mujer y su otro hijo no estaban en casa para realizarle tocamientos a la niña en la zona genital "con el deliberado designio de obtener una satisfacción sexual", revela fiscalía.

No fue la única ni última vez. Estos episodios no sólo se repitieron en el tiempo sino que fueron agravándose o, como dice la acusación, "el procesado fue intensificando paulatinamente dichas acciones en el plan concebido de satisfacción lúbrica". Si primero empezó tocándola por encima de la ropa, el hombre, sin antecedentes, pasó a relaciones sexuales completas. Las agresiones sexuales comenzaron en marzo de 2016. Por entonces, la niña tenía 12 años, él 37.

Modus operandi

La manera de actuar era siempre igual: recogía a su hijastra en la escuela, se la llevaba a su casa, que no era la de la familia y allí abusaba de ella. Esto se repitió "en diferentes ocasiones en un número indeterminado, pero con una frecuencia aproximada de una vez por semana", denuncia. "Era una dinámica que se fue intensificando gradualmente a medida que la menor fue cumpliendo años, aprovechándose una vez más de las facilidades comisivas que su relación familiar de convivencia con la menor y el hecho de ser la pareja sentimental de su madre, unido a la circunstancia de poseer una vivienda propia diferente a la que constituía el domicilio familiar en el que convivían, que le propiciaban para llevar a cabo sus acciones libidinosas", relata el fiscal.

Cuando la menor cumplió 14 años, la cosa cambió. Ella se empezó a negar "a ir con él al referido domicilio" y "verbalizaba una mayor negativa y oposición al sometimiento y práctica de las relaciones sexuales impuestas". Ante la negativa de la adolescente, el hombre adoptó "un comportamiento agresivo y amenazante, conminándola a satisfacer sus apetencias sexuales". Una agresividad que sólo remitía si ella accedía a mantener relaciones.

Denuncia

La situación era tan violenta que la menor siempre "se veía abocada a seguir soportando y padeciendo en silencio dichos comportamientos ante el temor de que el procesado desplegase comportamientos más violentos contra ella y que le hiciera daño". Escenas parecidas se repitieron todos los años, hasta 2020.

El hombre nunca se detuvo. La obligaba a practicarle felaciones y otros actos sexuales. La última agresión fue el 11 de noviembre de 2021. La joven tenía 17 años y fue a denunciar los hechos a la comisaría de la policía. La sección octava de la Audiencia de Gijón se encargará del juicio y ella, que ejerce la acusación particular, ya espera fecha.