Rappel: "La gente joven se toma más en serio el tarot que los mayores"
El famoso vidente cuenta sus inicios en el panorama mediático y experiencias y anécdotas únicas de su trabajo como modista y tarotista
4 noviembre, 2022 00:00¿Quién no conoce a Rappel? Tanto los mayores como los más jóvenes han oído hablar de este modista y vidente que ha estado en las televisiones españolas por más de 50 años.
Una larga trayectoria que se ha visto marcada, en primer lugar, por sus largas y extravagantes túnicas, un sello de su imagen, y por sus predicciones sobre el futuro, la astrología y todo lo que tenga que ver con el tarot. El vidente ha estado en programas tan reconocidos como ¡Hola Raffaella!, La consulta de Rappel, Tómbola o incluso Gran Hermano VIP.
Tarot y moda en la misma casa
Así las cosas, Rappel confiesa que siempre ha sabido casar sus dos profesiones a la perfección: mientras vestía a personajes tan importantes como la madre del rey Juan Carlos I, le hacía una tirada del tarot. Todo en su casa de modista y todo bajo una confidencialidad y profesionalidad indiscutibles.
Rappel cuenta en una entrevista con Crónica Directo algunas experiencias y anécdotas únicas de su trabajo como modista y tarotista, así como sus opiniones sobre cómo se percibe el mundo místico en la actualidad.
--Pregunta: ¿Cómo fueron sus inicios como modista?
--Respuesta: Yo he sido modista durante 28 años. Aprendí de Balenciaga y fui discípulo de Cristóbal en sus talleres de París, que fue para mí como un segundo abuelo. Ya en Madrid monté mi propia casa de modas en un taller, empecé haciendo mis primeras colecciones y fui el primer modista que hizo un desfile en Madrid con las modelos bailando. Hasta entonces los desfiles de moda eran en casa del modisto y todas las modelos salían con un número en la mano y terminaban con una música suave en el salón. Pero mi primer desfile lo hice en un local de lujo, en la Sala Mayte Commodore en Madrid, e hice que todas las modelos bajasen por una escalinata redonda al ritmo de músicas de películas. En su momento fue un bombazo, a todo el mundo le encantó.
--Su figura siempre ha sido muy característica por sus túnicas. ¿Qué importancia ha tenido esa imagen en su fama?
--Yo quería buscar una imagen que determinase mi manera de ser y quería llamar la atención en algo. Si hubiese sido un tío de metro noventa y ojos verdes habría vendido solo con mi imagen [risas]. Pero yo quería algo distinto y empecé a ir a todos los sitios --cenas, estrenos, reuniones...-- con un pantalón negro y unas casacas hasta la cadera. Luego fui alargando las túnicas hasta las rodillas y al final hasta los pies. Llegó un momento en el que la gente solo quería verme con esa imagen. De repente un día iba a una fiesta vestido de señor normal con mi traje y me reclamaban las túnicas diciéndome: "¿Rappel, dónde vas así? Ay, no, vete a casa y cámbiate, que yo quiero verte con una de tus túnicas". Y sí, sí, lo hacía.
--Se convirtió entonces en parte de su personaje.
--Sí, incluso cuando me fui a Italia a trabajar con Raffaella Carrá, ella me dijo que allí tenía que ir con túnicas más exageradas que las de aquí: con plumas, con pedrerías... solo me faltaba ir con lucecitas y todo [risas]. De hecho, puedo tener como 1.500 túnicas guardadas tranquilamente; túnicas que a lo mejor me he puesto solamente un día, pero las tengo todas almacenadas en una nave reservada para eso. La historia de la túnica es que al final yo mismo fui prisionero de mi propia imagen, porque la gente solo me quería ver con las túnicas. Al final tendré que ir al supermercado con túnica [risas].
--¿Cómo empezó en el mundo del tarot?
--Yo primero empecé en la radio, en un programa en RTVE que se llamaba La Hora de las Brujas, sobre médium, tarotismo y demás. Un día lo estaba escuchando y una señora le preguntó a los videntes cómo le iba a ir una operación de los ojos, y ellos le dijeron que iba a salir sin vista y se iba a quedar ciega porque habría unas complicaciones en la intervención. La señora se echó a llorar y yo pensé: "¿Pero qué barbaridad le están diciendo? ¿Cómo le pueden decir por la radio que se va a quedar ciega? Estos no son videntes ni son nada, son unos tíos locos". Total, que cogí y llamé a la radio para decir que era una animalada lo que le estaban haciendo y que si me podía pasar directamente a la señora para decirle el resultado de la operación, que no era nada. Pero no me dejaron, así que tuve que ir al programa la semana siguiente. No obstante, eso hizo que abriesen los micrófonos por primera vez para que yo pudiese hablar con la gente como vidente.
--¿Cómo dio el salto a la televisión?
--Paralelamente, yo tenía mi casa de modas y me dedicaba a hacer vestidos. Un día, una clienta mía muy fiel, la madre de Jesús Hermida, me dijo que hablaría con su hijo para que me llevase a su programa de las mañanas de la tele, donde estaban María Teresa Campos y el resto de las chicas Hermida, y al final me contrató para que hablase con la gente y les adivinase el futuro.
--¿Cómo lo acogió el público?
--Estupendamente y más después del día de la lotería de Navidad, cuando Jesús Hermida me hizo una encerrona que al final fue mi confirmación en el mundillo. Él me dijo que tenía que adivinar el gordo y yo, en ese momento, me lo hubiera comido: tú no puedes vaticinar el número de la lotería en plena televisión nacional, que además era lo único que se veía por las mañanas. Pero claro, algo tenía que decir, así que se me ocurrió decir que yo compraría algún número terminado en 96 o 69. Al día siguiente, el gordo terminó en 96, y claro, no te puedes imaginar la que se montó: ni siquiera podía entrar en los estudios de toda la prensa que había. Antes de eso casi ni me conocían, pero el dar la terminación ganadora del gordo hizo que mi popularidad se disparase.
--¿Cómo combinaba ambas profesiones?
--Yo tenía mi casa de moda y venía mucha gente importante, como la madre del rey Juan Carlos, a la que le echaba las cartas y también le hacía las batas de estar por casa. La gente venía a hacerse ropa y mientras esperaban les echaba las cartas: hacía un vestido y tres tiradas de cartas, un dos por uno [risas]. Estuve unos años que fue un no parar, pero más adelante ya me centré más en la televisión después de lo de Hermida, que se me rifaban en todos los lados: en el Tómbola, la Monda... Ahí ya adivinaba a todo el mundo, famosos, no famosos, cosas para la suerte, la prosperidad, recetas para que la gente hiciera en casa... Después ya me fui a Roma y allí Raffaella Carrá me presentó como si fuera Dios.
--¿Cómo vive ahora la profesión?
--Siempre recibo en mi estudio a todo el mundo, sea una señora que está sirviendo en casa que a una duquesa. Y a todas le dedico el mismo tiempo, hora u hora y media. Pero a veces necesita más atención una pobre mujer que tiene una pensión que una señora multimillonaria a quien su marido engaña. De todas formas, me siento muy querido por la gente y muy feliz por mi trabajo.
--Ahora se ha modernizado un poco, ya que le echa las cartas a los influencers en eventos como los de Tinder por Halloween para ahuyentar a los "fantasmas".
--La idea de la aplicación me ha encantado. Hay mucha gente que se lo toma como una broma, pero la mayoría de la juventud que llama para que le eche las cartas está encantada. La gente joven se lo toma más en serio que los mayores. Son más honestos a la hora de comunicar lo que quieren y, en cambio, la gente más mayor se lo toma a cachondeo. Con esto vamos a conseguir que la gente no se sienta sola porque creo que vivimos en unos momentos que la gente necesita tener amigos, pareja, salir y pasárselo bien, sobre todo después de la pandemia. Lo más importante en esta vida es tener la ilusión y el amor.