Daniela Santiago: “Hay un 80% de paro de personas trans porque no nos dan oportunidades”
La actriz de 'Veneno' expone sus vivencias y los próximos retos de la comunidad LGTBI en su libro 'Mi pequeño mundo'
22 mayo, 2022 00:00Daniela Santiago Villena es una modelo y actriz española conocida por el gran público por interpretar a Cristina La Veneno en la serie biopic Veneno (2020), creada por los Javis, y por la cual fue premiada con un Ondas. En abril de 2021 se anunció su fichaje para el reparto de Madres paralelas, dirigida por Pedro Almodóvar, que se estrenó en cines en septiembre del mismo año.
Ahora la intérprete presenta su primer libro, Mi pequeño mundo, una autobiografía en la que expone sus vivencias. Desde su infancia en Málaga hasta sus recientes éxitos en la televisión y en el cine, pasando por su caída en las drogas. La actriz explica lo que ella y muchas mujeres trans han vivido (y siguen viviendo) en España, así como los retos que todavía debería afrontar la sociedad en una entrevista con Crónica Directo.
--¿Cómo surge la publicación de ‘Mi pequeño mundo’?
--Tenía la necesidad de contar quién es Daniela y desvincular el personaje que me ha catapultado a la fama. De alguna manera esto es una reconciliación conmigo misma y un pequeño homenaje a mi tío. Mi tío me marcó desde pequeñita con su amor incondicional. Era el hermano de mi madre, eran uña y carne, y le dio un aprendizaje positivo. Él siendo gay le mostró que no era nada malo, le presentó a un círculo de amigos maravillosos y gracias a esas vivencias que ella tuvo con su hermano, tengo una madre súper amiga, compañera, que me ha ayudado en todo y siempre me ha apoyado.
--¿Tuvo una infancia feliz?
--Sí, porque mi madre y mi padre siempre trabajaron muchísimo para que no nos faltase nada y, dentro de lo que es estabilidad económica y emocional, lo tuve muy cubierto. El dilema vino después cuando empecé a mostrarme como realmente sentía y como quería llegar a ser. Por parte de mi familia fue todo perfecto, pero los que te hacían sentir un poco rara y desubicada eran ciudadanos del exterior. Cuando sales a la calle y te muestras tal y como te sientes, es la gente de fuera la que te hace sentir que estás equivocada y que no estás haciendo las cosas bien. Pero yo he tenido siempre muy claro quién era, dónde quería ir y, teniendo a mi familia, lo demás me importaba un pito.
--¿Llegaron a hacerla dudar sobre quién era alguna vez?
--La única vez que dudé, y no fue dudar, fue querer complacer, fue con mi primer novio en Madrid, que me quiso meter en la cabeza que ganaría más siendo un chico. Yo justamente venía de Málaga, de estar hormonada, feliz, con mi cabeza clara. Es la única vez que tuve un sentimiento de pensar: ¿será que mi vida va a ser tan dura y por eso me lo está diciendo? Mi madre me recordó quién soy y no fue a más.
--¿Cómo fue en la infancia acudir a un colegio religioso y recibir tratamiento psicológico?
--Hoy hay muchas niñas trans que lo dicen y tienen el apoyo del colegio, de las profesoras y de su familia, pero cuando yo empecé a reivindicar mi manera de ser y me preguntaban qué quería ser de mayor y respondía que quería ser mujer, artista y modelo, me decían que no podía ser mujer si era un niño. Yo decía que era una niña y eso era chocante en aquella época. Cuando las monjas vieron que me subía la camiseta y me la ponía de top, y me ponía rellenos de algodón en el pecho, pensaron que estaba poseída o me pasaba algo. Me pusieron en tratamiento y a mis padres en aquel momento no les pareció mal porque pensaron que un psicólogo no me iba a hacer daño, sino aclararme más. Después de dos años con la psicóloga, ella les dijo que estaba perfectamente cuerda y que simplemente me sentía mujer.
--En muchos puntos del libro muestra esperanza y asegura que la sociedad está avanzando. ¿Realmente es así?
--Empiezo a creer que sí porque obviamente ha habido un cambio brutal. Antes no había referentes en mujeres como yo o como Isabel, Lola, Cristina y Bibiana. Ya somos muchas las que tenemos el poder de hablar en público y normalizar lo que es normal. Empieza a haber muchísima más aceptación de personas que antes no comprendían o les faltaba información y ahora sí que la van teniendo. Conforme van conociéndonos, van también aceptándonos y se van preparando para lo que ha habido siempre. La diferencia es que ahora estamos aquí con un foco y defendiendo los derechos que nos corresponden. También damos visibilidad para todas las niñas y niños que vienen detrás y que tienen derecho a tener un futuro y a sentirse con una sociedad que los acoja, no que los excluya. Ya hemos pasado mucho tiempo por eso y creo que es momento de que nos reconciliemos con la sociedad.
--¿Qué retos le quedan a la comunidad trans?
--Parece que, si estás arriba en el candelero y ya eres alguien, es todo maravilloso, pero luego las que no encajan en el canon de belleza aceptable por la sociedad son bichos raros y no merecen estar ahí. Todo lo contrario, mi lucha es para que mis hermanas o hermanos sientan que tienen cabida en la sociedad a nivel laboral, que haya un partido político que realmente nos empiece a apoyar y les dé trabajo de lo que quieran. Formaciones como tiene cualquier persona que quiera trabajar de lo que realmente quiera y que no te excluyan por no tener todavía el DNI con el aspecto que tú tienes. La gente te subestima por el hecho de que tú has hecho un cambio y ven algo raro, nuevo o como quieran llamarlo. Yo pienso que una persona está por encima de todo eso y tenemos que tener los mismos derechos.
--Habla de que la tasa de paro todavía es de un 80%.
--Ese es uno de los temas. Hay un 80% de paro de personas trans y eso debería cambiar. Más que nada, porque tenemos los mismos impuestos, pagamos los mismos alquileres, los mismos precios de la ropa y la comida y, si pagamos igual, ¿por qué no nos dan la posibilidad de tener trabajos que nos hagan sentir realizadas y realmente nos podamos sentir orgullosas de decir donde trabajamos? Hay muchas que trabajan en la noche o en la prostitución porque no les queda otra y tienen que ir con la cabeza agachada. ¿Por qué tienen que discriminar a esa persona que no la están dejando ser quien ella quiere ser y encima la tratan como a una ciudadana de tercera? Esas son muchas injusticias que yo veo y que quiero que paren.
--Dice que no quiere ser abanderada de nada, pero no deja de tener una voz. ¿Siente la responsabilidad de representar al colectivo?
--Siento un compromiso inmenso por mi colectivo, por mi comunidad, pero no porque sea mi colectivo, sino que si lo viese en cualquier persona haría lo mismo y lucharía igual. No me gusta que se discrimine a nadie, creo que la discriminación va fomentada por el odio y lo que no cabe en mi manera de ver la vida es la gente que piensa así. Si tengo que seguir luchando y poniéndole altavoz a muchas voces que no tienen la oportunidad que tengo yo y puedo mover por muy poquito que sea la conciencia de las personas, no me voy a cansar de hacerlo.
--Pasando a hablar de su faceta de actriz, insiste en que representar a Veneno le cambió la vida, pero que es mucho más que ese papel.
--Siempre voy a estarle agradecida a los Javis y a Atresmedia por la oportunidad tan grande que me dieron de poder cumplir mi sueño. Yo siempre quise ser actriz y nunca pude prepararme porque he tenido que estar trabajando continuamente para poder seguir viviendo. Agradezco muchísimo la oportunidad, pero siento que después de dos años ha llegado el momento de que conozcan a Daniela y que a Cristina se la deje descansar en paz. Yo he sido un vehículo conductor para hacer una serie maravillosa abordando lo mejor que he podido y he sabido. Ahora quiero que vean que Daniela Santiago es Daniela, no es Cristina, mi vida no ha tenido nada que ver con la que ha tenido ella, todas las familias no son iguales. Quiero que se me desvincule ya del estigma porque como actriz es muy frustrante que te encasillen. Soy mucho más que un personaje.
--¿Cómo está realmente la industria audiovisual respecto a las mujeres trans?
--Pienso que todo va a ir evolucionando con el tiempo. Está muy bien que ahora por lo menos nos empiecen a dar personajes y no cojan a un hombre, lo disfracen de mujer y digan que es una mujer trans. Me parece bien que ahora cojan a mujeres trans, y quito la palabra trans porque no me considero como tal. Cuando empecé todo este camino lo hice porque me sentía mujer, la palabra trans es la etiqueta que nos pone la sociedad para definirnos. Creo que empezarán, y seguramente no lloverá mucho, a ofrecer papeles cis a mujeres como nosotras.
--Nunca estudió interpretación, ¿fue un impedimento?
--A mí nadie me ha enseñado interpretación, pero yo la llevo en la sangre porque desde pequeña me ha tocado interpretar lo que la sociedad pedía. Ya naces y vives interpretando. Cuando te dan un personaje, sientes que es coser y bailar porque lo llevas en la sangre. Ser actriz no es estudiar cinco años; hay personas que no se preparan nada y son actrices, y se te ponen los pelos de punta nada más verlas en un plano. Y luego hay otras que se pasan cinco años trabajando y no te remueve ni siquiera un pelo. Para mí ser actriz no es cuántos estudios tengas, que está muy bien que se preparen, para mí es hacer magia. Y yo creo que yo hice magia y todavía queda mucha por ver.
--También es modelo y se convirtió en la musa de Cavalli. ¿Han cambiado los cánones de belleza?
--La moda es algo que me apasiona desde hace mucho tiempo. Fui una de las primeras mujeres que, estando ya completamente operada, no se dijo nada de que había hecho un cambio y se me vendió como la persona que era, como Daniela. Desde que Roberto Cavalli me cogió como su musa y empecé a trabajar con grandes marcas, vas viendo mucho tipo de cánones. Antiguamente, no estaban las modelos curvy, ahora sí; tampoco había modelos andrógenos, ahora sí. La moda evoluciona como evolucionamos todos. Sí que es verdad que tiene que haber de todo y que lo que había antes no lo van a quitar. Siguen diseñando tallas de la 34 y de la 36, que eso no se lo puede poner nadie, porque una mujer real no tiene ese cuerpo. Es un trabajo que va a ser progresivo y poco a poco se van a ir viendo más cambios.