Era 1957 cuando Joan Oliver, cogía el Pigmalión de Bernard Shaw y lo trasladaba a la Barcelona de la época con un catalán sumamente cuidado que distinguía hasta las diferentes hablas de los distintos barrios de la ciudad. Una manera de adaptar, literalmente, un clásico universal.
Ahora, Marc Rosich ha tomado esta adaptación, la ha comparado con el original y lo ha mezclado con la adaptación cinematográfica, My fair lady, para crear un híbrido de lo más posmoderno, con dos canciones de la película. Y para ello ha contado con tres cómplices. Uno es Jordi Andújar, con quien vuelve a codirigir. Los otros dos son los protagonistas de la función, Lloll Bertran y Manel Barceló.
Estos dos intérpretes empiezan Tot fent Pigmalió (Sala Versus) siendo ellos mismos, hablando de sus trayectorias, de la situación del teatro y acaban interpretando una decena larga de personajes al final de la función. Todo ello, pasando por la obra original que, si bien parece haber perdido peso en cuánto a crítica de una clase acomodada clasista y aporofóbica, ha subido grados en reivindicación cultural y de la lengua, especialmente la catalana.
Algo parecido sucede durante esta la conversación que Crónica Directo tuvo con Lloll Bertran y Manel Barceló, se empezó por hablar del teatro, después de la lengua y ya se terminó evaluando el panorama teatral catalán. Todo ello, entre preocupación, alegría y mucha, mucha pasión por el trabajo que ambos aman.
- ¿Es la obra de Shawn, la de Joan Oliver, la de Rosich o una cosa contemporánea?
- Lloll Bertran: Una combinación magnífica de todo esto. Imagínate, tres cracks, Bernard Shaw, Joan Oliver y Marc Rosich, que nos ha tejido todo un traje a medida, porque como sabe que nos fascina My Fair Lady, ha hecho como una especie de sanfaina deliciosa. Ha ligado todo muy bien. Para nosotros es un lujo, un privilegio y un gozo.
- Estaban desde el primer momento en el proyecto, ¿entonces?
- Manel Barceló: Quien entró primero fue Lloll, que había hecho Pigmalión en el 97. Y entonces me propusieron si quería ser cómplice de esta travesura. Y dije que sí, evidentemente. Tampoco lo hablaron mucho. Primero era una versión reducida para dos personajes de Pigmalión. Luego tuvimos una entrevista con Marc Rosich y nos explicó cuáles eran sus intenciones. Nos hicieron entrevistas porque de aquí salía material para poner en escena, que son las escenas en las cuales ella y yo estamos en el ensayo y hablamos tranquilamente, de nuestras locuras, de las personas que admiramos. En un momento determinado, por ejemplo, Marc Rosich me dijo de cantar y busqué a una profesora de voz. Es decir, lo hemos ido haciendo y ha sido una cosa que se ha resuelto con 19 ensayos. Realmente se hizo a toda máquina, o sea, que fue un trabajo enorme. En cualquier caso, las escenas venían ya escritas, pero se transformaban según nuestras necesidades y optábamos por soluciones muy ingeniosas para resolver problemas. Aquí el cerebro ha funcionado mucho.
- Lloll Bertran: También es cierto que, al tratarse de un ensayo y eso nos da permiso a todo, podemos hacer lo que queramos. Y así entramos y salimos del cuento de manera muy natural.
- La obra, en cualquier caso, tiene una cuestión social. ¿Cómo se mezcla eso, con las reflexiones sobre el teatro y la lengua?
- Manel Barceló: La revalorización de la lengua se hace de forma muy sutil. Vemos las diferencias de habla de cada personaje, porque cada uno hacemos nueve, y lleva a la reflexión. En cualquier caso, es un espectáculo muy amable porque no es un sermón. Sutilmente, te das cuenta de la situación del catalán actualmente y de todos los esfuerzos que ha hecho tanta gente, todos los dramaturgos catalanes que se dedicaron a escribir en catalán, a traducir obras al catalán, para normalizar la lengua en una época de dictadura en la que el catalán estaba retirado de todo, de la escuela, de los escenarios... Pero hay una cosa que es valiosísima que es una retahíla de monosílabos, que es una joya, porque es un verso, un poema interminable, larguísimo, en el que das cuenta de la riqueza de la lengua. El profesor lo dice para inspirar a Roseta a cambiar esta pereza que le pueda dar hablar correctamente y acaba convenciéndola. Tan sólo por la sonoridad de las palabras.
- Lloll Bertran: Ese momento es mágico cuando la lanza la retahíla.
- Manel Barceló: Y cuando dice eso de “los pensamientos más nobles están contenidos en las imaginativas extraordinarias, musicales, mezcla de sonidos de nuestra lengua. Y esto es lo que conquistarás”. Cuando dices esto estás aprovechando un texto de una película para justificar el hecho de que el catalán tiene que seguir existiendo, y tiene que ir existiendo en su esencia. No nos sirve un catalán mezclado con español, no vale un catanyol. Nuestra lengua tiene entidad propia, es precisa, es exigente, y por tanto hemos que servirla.
- Lloll Bertran: Este fue uno de los motivos para hacer la obra, porque podemos hablar de la lengua, que nos hace sufrir mucho en estos momentos. Se supone que no tenemos la dictadura, pero piensas ¿qué pasa?
- ¿Qué les preocupa?
- Lloll Bertran: Preocupa que la gente no tenga conciencia de lo que representa una lengua. Es todo un mundo, toda una cultura... Además, miras el catalán y hay una riqueza brutal. No digo que en otras no. Pero hay palabras tan maravillosas. Es una manera de ver el mundo diferente. Y a mí me sorprende que haya gente que no tenga conciencia de esto, de la riqueza que puede suponer. Y todas las lenguas son válidas, en cambio, parece que el catalán es de segunda. Y no.
- Manel Barceló: Yo no aprendí catalán en la escuela, por mi edad. Había escuelas que impartían clases en catalán, pero a escondidas. Y en cambio, había una especie de orgullo de quererlo hablar. Y ahora, actualmente, por la acción de las redes, por la presión que se ejerce sobre la escuela en catalán, por esta especie de buenismo del catalán, el catalán está desprestigiado. Si lo hablas correctamente, si corriges a alguien porque no está diciendo el catalán de forma correcta, eres un sabiondo. Y parece que no vale la pena hacerlo. Creo que se tiene que hablar correctamente un idioma.
- Lloll Bertran: A mí me han dicho que soy una tiquismiquis, por para mí es un placer poder decir estas palabras que decimos. Y me llaman quisquillosa, pero cuando la gente va a Madrid, bien que hacen clases de dicción. ¡Y me parece bien! Pero en cambio, parece que el catalán lo puedas hablar como quieras.
- Manel Barceló: El teatro es literatura y puede estar muy bien escrita, porque lo importante es el mensaje que se quiere dar. Parece que si pides hablar bien el catalán eres una persona enfadona. Nosotros lo hacemos con mucho gusto, y además sabiendo que la obra lleva este mensaje, lo hacemos doblemente con gusto.
- ¿Y qué hay de la reivindicación del teatro que hacen?
- Manel Barceló: El teatro es el mundo de la posibilidad. Todo es posible en el teatro. Porque es como un juego de niños. Cualquier convención es visible en teatro. Todo está en la fuerza de la palabra y en la gestualidad. Lloll hace tres personajes y los ves. Y yo nueve. Porque la gente tiene ganas de creerse el juego. En cine no pasaría, pero con teatro sí que pasa.
- Lloll Bertran: Es un juego en el que participamos el público y nosotros. Y cuando tú te lo pasas bien y lo haces creíble y juegas seriamente, el público te sigue de lleno.
- En cualquier caso, reflexionan sobre los cambios del teatro. Hemos visto hasta la incorporación del audiovisual ¿Cómo los ha vivido?
- Manel Barceló: Yo hace un tiempo hice El maestro y Margarita y fue bellísimo. Pero tú puedes hacer lo mismo sin tanta historia. A mí, cuando la técnica puede poner en peligro la actuación, me preocupa. En teatro, los protagonistas son los intérpretes.
- Lloll Bertran: Y finalmente, lo que la gente quiere es ver a la gente de carne y hueso. Fíjate en lo que está pasando con la música, los conciertos están llenos. Esto para mí siempre estará. Cuando tienes al actor, a la actriz, con la palabra, lo tienes todo.
- Manel Barceló: Y luego está la parte buena de la infantilización del espectador que consigue el teatro. En el sentido que la gente viene a creerse una mentira pactada.
- Lloll Bertran. Somos los mentirosos más sinceros.
- Manel Barceló: Y evoca las emociones a través del texto, a través de la interpretación. Yo hice Los cuentos del sr. Nil, que eran cuentos explicados como te los contaría una persona al lado de la chimenea y la gente veía exactamente las imágenes. Es una cosa que no se ha perdido nunca. Incluso ahora que tienen las tablets y los ordenadores.
- ¿Se ha revalorizado el teatro? ¿Vive una buena época?
- Lloll Bertran: Hay mucha creación, mucha gente haciendo cosas, que eso es muy bueno, pero poca explotación. Hay muchas cosas que duran sólo dos semanas. Hay mucha efervescencia, pero haría falta poderlo encarrilarlo mejor, o quizás nos falta público.
- Manel Barceló: El teatro tiene mejor salud que el cine como fenómeno social, porque el cine se ve en la intimidad ahora. Hay muchas buenas películas y series, pero la gente las disfruta en su casa. En cambio, el teatro es una ceremonia. Los cines prácticamente están cerrando todos y en cambio los teatros o las salas de teatro siguen abiertas. Otro problema es en qué condiciones trabajan los profesionales de teatro, que son nefastas. Así es imposible hacer un cuerpo dramático. ¿Cuántos autores pueden estrenar sus obras? Tal vez cuatro. ¿Cuántos profesionales del teatro está viviendo de la profesión? Sabemos que hay muchos de ellos que están por debajo del umbral de la pobreza. O hay gente haciendo cuatro trabajos y cobrando justo. Eso no es lógico. Además, el hecho de tener una dramaturgia propia y buenos intérpretes es una forma de fomentar la lengua. Quiero decir que lo que se invierte en cultura, se invierte en supervivencia de nuestra cultura. Si no hacemos esto, desapareceremos. Los dinosaurios no tuvieron oportunidad de elegir si desaparecen o no desaparecen, pero nosotros tenemos la opción de poder reaccionar a esto. Y aquí hay una responsabilidad política, evidentemente, y una responsabilidad personal de consumo de cultura.
- ¿Y podríamos decir que 'Tot fent Pigmalió' es una invitación a disfrutar de la cultura y pasarlo bien?
- Lloll Bertran: Hombre, es que se puede hacer muy buena cultura y pasarlo bien.
- Manel Barceló: Hace muchos años el teatro que se hacía en el Paral·lel no estaba bien visto. El teatro que se hacía en los teatros Romea y así, sí. Tú puedes elegir hacer una cosa que haga reír y también es cultura. No hay una mirada clasista.
- Lloll Bertran: Parece que la cultura tenga que ser una cosa elitista, aburrida y pesada. A mí me gusta que la cultura sea atractiva.