La batalla en las ondas catalanas ha comenzado. Ricard Ustrell ha tomado las riendas del programa líder de Catalunya Ràdio y lo ha hecho con varias polémicas. Una ya estaba en marcha, la otra se la ha creado él mismo con un tremendo feo a su predecesora.

El periodista de Sabadell se ha convertido en la estrella de la Corporació Catalana de Mitjans Audiovisuals. Si ya presentaba y presenta Col·lapse en TV3 los sábados por la noche y producía y produce Planta Baixa en la misma cadena, desde este 4 de septiembre se pone al frente de El matí de la radio pública catalana en competencia con Jordi Basté, líder de la franja desde hace más de una década.

Primeras palabras... 

Ustrell ha aceptado el reto sin ningún problema. Se ve capaz y se ha llevado a todo su equipo, la productora La Manchester, con él. “¡Será un programa donde nos dejaremos la piel! Lo haremos con muchas ganas y apretando porque es lo que nos toca”, aseguraba en su editorial de las ocho de la mañana. Un editorial con una perla.

En el discurso de retos e intenciones para la nueva temporada radiofónica, el catalán ha hecho un repaso del legado que recoge. Ha citado varios presentadores de la casa y todos sus predecesores en el programa que ahora dirigir. ¿Todos? Todos menos uno.

... nueva polémica 

De su boca han salido referentes como Antoni Bassas, Miquel Calçada, Josep Cuní, Manel Fuentes o Mònica Terribas, pero ni una sola mención a su predecesora en el cargo, Laura Rosel.

La periodista se fue este pasado mes de julio de la emisora dolida por las maneras y reivindicando su trabajo. Tampoco dudó en lanzar dardos contra Catalunya Ràdio por sentir falta de confianza por parte de la nueva dirección.

Problemas iniciales 

Pero esta polémica no ha sido la única que rodea el regreso de Ricard Ustrell a Catalunya Ràdio. Cuando se anunció su llegada, varios trabajadores de la casa se pusieron en pie de guerra.

Los empleados de la cadena confesaron estar incómodos con las formas de este come back. El presentador ha preferido entrar con su gente de confianza, los que hace años forman parte de su propia productora, sin contar con los empleados públicos que llevan años trabajando allí.

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