Mientras la extrema derecha se planta en buena parte de Europa, sorprende ver como la ciudad de Barcelona se lena de carteles con la cara de Mercè Aránega y una leyenda: Instrucciones per fer-se feixista. Por suerte, si uno se lee con antención, ve que así se llama la nueva obra dirigida por Miquel Gorritz. Una adaptación de la italiana Michela Murgia que se puede ver hasta el 13 de agosto en La Villarroel.
El director tiene claro qué le presenta al espectador “una comedia que funciona y no tienen ninguna gracia”. De hecho, al público le cuesta reírse de ciertas cosas que defiende la actriz catalana, que encarna una mujer fascista. Ella misma ha escuchado desde el escenario cómo alguien entre el público ordenaba a callar a otro por reír de ciertas cosas.
La verdad asoma
Aránega entiende que haya ciertas “barbaridades” que ella dice que provoquen la risa. Pero en la sala. Fuera no tienen ninguna gracia. Y, aun así, la gente les vota. Todo gracias a un discurso que, como dice la intérprete, es fácil de comprar, porque te lo venden como algo sencillo. Y en el fondo lo es: uno manda, el pueblo obedece y no piensa, no discute, no acuerda. El problema es que tampoco opina, tampoco tiene derecho a discrepar, pierde derechos y, finalmente, la libertad.
Ante este panorama, una obra cómo la de Gorritz, con la adaptación y dramaturgia de Sergi Pompermayer, parece necesaria por dos motivos: para reír y para pensar. Pero alerta, que este manual es de instrucciones y no de soluciones.
- ¿Por qué son necesarias estas instrucciones para ser fascista?
- Porque debemos desmontar todos los comportamientos demócratas. Es decir, yo lo que os demostraré es que todo lo que vemos en la democracia es muy complicado. Por ejemplo, democracia es el único sistema político que se basa en el disenso y no en el consenso. Es decir, es un sistema de gobierno que reconoce que no estamos de acuerdo y se basa en la discusión, en la bronca perpetua, para llegar a acuerdos. En cambio, el fascismo no. El fascismo es una idea, una, y todos la seguimos. Mi personaje asegura que es una pena porque, sobre el papel, todo el mundo puede decir la suya, es muy bonito, pero la realidad es un desastre. Nos estamos peleando siempre. Pues lo otro es mucho más fácil.
- Comentaba en rueda de prensa que la democracia cansa, ¿por qué?
- Porque es cansada. Nunca nos ponemos de acuerdo. Siempre hay uno que quiere una cosa, el otro que quiere otra. Y entonces nunca se puede llegar a acuerdos. Pero, en cambio, si tú tienes una sola persona que decide por todos y dice qué es bueno y qué no y cómo hacerlo, todos lo hacemos, somos más felices. Somos más felices porque no debemos preocuparnos por las cosas.
- Ante estas supuestas facilidades que ofrece el fascismo, ¿cómo se lucha?
- El espectáculo no te da la solución. Lo que hace es mostrar los comportamientos para que tú también lo analices y veas si tienes alguno de estos comportamientos y poder desactivarlo. Es muy fácil caer cuando alguien te dice lo que te he dicho. Pero no es verdad que sea mejor el fascismo, porque no te deja opinar, el otro te anula como persona.
- Solo venden lo bueno, vamos.
- Y es que no vas a discutir, no hay confrontación, no hay discusión, sí, pero entonces significa que mi voz no sirve de una mierda. Mi opinión no sirve. El fascismo es más fácil, pero todos como borregos. Todos y todas debemos pensar lo mismo: ¿Es esto lo que quiere? Porque esto es lo que te están ofreciendo. Sólo te dicen lo bueno, no qué hay detrás.
- Usted afirmaba que a saber dónde puede llevar esta deriva política actual de la extrema derecha. ¿Somos conscientes de dónde queremos ir y hacia dónde estamos yendo?
- No sé, pero me da mucho miedo, como a todos. Toda Europa. Mira a Suecia, mira a Hungría, mira a Turquía, mira a Francia, mira a Italia. Pero debemos incidir que esto lo hacemos desde la mayor ironía, desde el mayor humor. Tampoco es momento ahora de empezar a machacarnos y a flagelarnos, sino que muchas veces con humor puedes ver las cosas más claras que si alguien te quiere adoctrinar. Exacto, no se trata de adoctrinar a nadie a favor de nada.
- ¿Es el humor la herramienta más fácil para combatir esto?
- Es la herramienta. En este caso, es una comedia que da miedo. Se ha de poder reír de las barbaridades que se dicen, pero entiendo que da vergüenza.
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