“Me gusta el cine muy diverso, pero sobre todo es que me gusta el cine que me emociona, que provoca cualquier tipo de emoción, me hace pensar y reflexionar. Ese es el cine que quiero hacer”. Esas son las palabras de Marta Romero a Crónica Directo tras la presentación de su ópera prima, Toda una vida, durante el festival de Cinema d’Autor de Barcelona y que ahora está ya en cines.
El documental puede verse como el registro de la pérdida de memoria de la abuela de la realizadora que fue diagnosticada de Alzheimer. Ella ni tan sólo pensó cuando empezó a grabar su día a día que eso iba a suceder.
“Todo empezó de forma muy inconsciente. Yo tenía 20 años, estaba estudiando la carrera en la UAB, así que empecé muy inexperta. Empecé a grabar a partir de que le diagnosticaran Alzheimer mi abuela y hay un cambio cuando ella ya se convierte en una persona totalmente dependiente. Yo me doy cuenta de cómo mi abuelo la cuida y no tengo palabras para describir su amor incondicional hacia ella”.
Lejos de retratar de forma lagrimosa y condescendiente el deterioro de una persona con esta enfermedad, la cámara de Romero se centra en “una historia de amor y de cuidados”. Porque su abuelo juega un papel crucial en la vida de la protagonista, Trini.
“Como ponemos en la cita del principio del film esta no es una peli de lo que se va sino de realmente lo que se queda, que es ese amor”. Un amor que queda reflejado en el trato que Paco le da a su esposa Trini. A pesar de su edad, apenas pierde la paciencia y hace todo lo que está en su mano para darle la mejor vida posible.
Romero recuerda que además de ser la historia de Trini, también es la de “un señor de casi 90 años hacia su mujer, algo completamente homenajeable, porque aparte de que hay que tener mucha paciencia, yo no sé si podría haber cuidado así a mi abuelo y en cambio él sí. Además, nunca tuvo ni una queja, ni una mala palabra, ni un tono alto, o sea, como... no sé, realmente...”.
A esta pata se le añade lo que tiene el cine de recuerdo, en una situación en que a su protagonista se le van borrando. Un ejercicio que refleja el poder de la cinematografía para retratar la realidad sin piruetas, sin sensiblería y trasmitir emociones como es el deseo de su realizado.
Ella es sincera, durante una docena de años, estuvo con la cámara por su casa, un aparato de registro y memoria que “ha sido muy observacional, hasta convertirse casi como un miembro más de la familia”, apunta. Y sólo así, convierte algo personal en universal. Tal y como es el cine.
Su directora no puede estar más contenta con el resultado. Tras un año de montaje de todas estas horas grabadas no sólo se ha presentado en el festival, sino que ha logrado la exhibición en salas de toda España y ha conseguido que una plataforma, Filmin le dé larga vida. Como ella a su abuela.
Romero vive el momento, con la vista puesta al futuro, mientras su cinta conserva el pasado, su memoria y la de su familia. ¿Su intención? “A mí lo que me gustaría es que la gente que la viera, al menos durante un tiempo, también vea a su propia familia y se haga preguntas sobre el amor o cómo queremos querer”. Y este periodista va más lejos, el retrato es tan fiel de lo que una persona puede llegar a vivir en estos casos, que es imposible no quedar conmovido. Tal y como espera la realizadora que haga su cine.