Fernando Cayo (Valladolid, 1968) es incombustible. Prueba de ellos es que está en todo tipo de proyectos. Teatro, cine y televisión no se le resisten y él está encantado. Dice que así se ejercita. Aunque obviamente hay un proyecto propio al que le tiene especial cariño, Por todos los dioses.
El pasado 18 de febrero pasó por Tarragona con Las malas compañías, pero su proyecto personal es un monólogo a medio camino entre confesional y un repaso de los mitos grecorromanos, unas figuras por las que siente especial cariño.
Dioses y pantallas
El actor tiene claro que esta mitología clásica todavía cuenta la sociedad presente que, obviamente, bebe de ella, viene de allí. Tal vez por eso, asegura, se convierte en una herramienta idónea para poner en evidencia las vergüenzas de todos.
Crónica Directo mantiene una conversación telefónica con el intérprete en la que ofrece más datos sobre el peso de estos mitos. Unos mitos que, a veces, traspasan pantallas.
--Pregunta: ‘Por todos los dioses’ sigue imparable, ¿que tiene este espectáculo?
--Respuesta: Pues mira, yo trabajo para mucha gente haciendo distintas cosas, trabajando para otras productoras en teatro, cine y televisión. Luego hay una parte de la creatividad que corresponde a mis propias producciones. Este es el tercer espectáculo que hago en esta tesitura. Cada uno de ellos me lleva varios años de elaboración porque son espectáculos bastante complejos. En este caso el texto es mío y todo el estudio que hay sobre mitología griega, sobre la combinación con historias de mi familia y esa comparativa constante que hago con el mundo contemporáneo. Me ha quedado bien, porque, a parte del elemento de estudio mitológico y todo esto, ha habido un trabajo gestual muy potente detrás. Sí y hay un instrumentalista con el hemos construido una atmósfera sonora para el espectáculo muy particular, se transforma casi en un dueto para percusionista y actor. Pero, sobre todo, otro elemento importante que lo hace diferente es el contacto con los espectadores. Hay una conexión muy directa durante todo el espectáculo, que se va construyendo al mismo tiempo en el escenario y con el público.
--¿Qué dinámica juega el público en el espectáculo? ¿Qué rol juega? ¿Es que baja con ellos, interactúa o simplemente son las reacciones?
--Es una interactuación total. Mira, yo estuve estudiando en Italia con Antonio Fava y él era discípulo de Dario Fo, que a parte de grande dramaturgo, era un intérprete maravilloso que absorbía toda la tradición de la comedia del arte, de la juglaría contemporánea. Eso estuve aprendiendo allí, y cada cosa que hago a nivel creativo, por mi cuenta, bebe de ahí, de esa tradición popular pero llevada a la modernidad. Entonces, mi espectáculo tiene toda la frescura de los espectáculos de la comedia del arte, del cabaret, del clown. Lo estrenamos justo después de la pandemia y continuamos de gira y seguiremos de gira con él, porque es un espectáculo muy particular, es algo insólito y la gente lo aprecia y lo valora. No es un monólogo al uso con un tipo contando su vida en el micro, sino que es otra cosa. Es una experiencia teatral completamente distinta a lo que la gente puede ver ahora mismo en el panorama teatral.
--Hablaba por eso que sí conecta la mitología con aspectos de su vida, ¿cómo es esa conexión?
--Por una parte, yo he tenido una formación y un recorrido por momentos bastante clásico, he estado siete años en la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Entonces, todo lo que tiene que ver con la mitología es porque he hecho muchos espectáculos en grecolatinos, de Aristófanes, de Plauto, de Sófocles, que son la base de nuestra cultura occidental, tal y como la conocemos ahora. La mitología está impregnada en toda nuestra vida, en la terminología: desde los días de la semana a la astronomía, la ciencia, la literatura…Todo está rodeado de este halo que dejó en nosotros la cultura grecolatina. Y me resultó fácil esta especie de paralelismo entre la mitología griega y la familia, porque la familia no deja de ser nuestra primera mitología, ¿no? Nuestros primeros dioses mitológicos son nuestros padres. Luego ya, la comparación con el mundo contemporáneo es evidentemente, la mitología tiene mucho de la estupidez humana y de los caprichosos. La mitología me parece una herramienta estupenda para ejercer una crítica sobre nuestra sociedad actual.
--¿Cómo explican esos mitos nuestra sociedad actual y cómo la ponen en evidencia?
--Cada uno de los dioses griegos representa una parte de nuestra personalidad. En la teoría Gestalt hay nueve tipos psicológicos que conforman la totalidad del ser humano. Los dioses griegos son cada uno de ellos como una parte de lo que es el ser humano. Zeus representa la posibilidad de la regeneración, representa un poco la prepotencia del padre, la imposición, lo impositivo; Afrodita representa esa parte amorosa y sensual que tenemos todos y que tiene que ver con lo suave, con lo amoroso. Éfeso no deja de ser un dios absolutamente creativo, es Vulcano para los romanos, un dios que representaba la creatividad. Tenemos también a Ares, Marte, dios de la guerra, que representa esa parte más violenta, la ira, el rencor, la fuerza representada por ese dios. Y así, haciendo un repaso por cada uno de los dioses de la mitología, tienes distintos aspectos exacerbados que aparecen en todos los seres humanos. Al recorrer la mitología no estás haciendo más que recorrer nuestras propias características, nuestros momentos brillantes y los más oscuros y los más difíciles también.
--¿Y va a los mitos por la dificultad que tenemos ahora de reírnos de nosotros mismos?
-A mí, me parece muy importante la figura de la metáfora. Siempre tiene que haber una metáfora para poder hacer un ejercicio de distanciación. El humor inteligente y profundo, y este espectáculo fundamentalmente es un espectáculo muy divertido además de tener un ingrediente pedagógico y crítico, tiene que desarrollarse en plenitud. Necesita cierta distancia para observar la circunstancia y, una vez que la observas o que la analizas a través de la metáfora, eres capaz de disfrutarla y de vivirla en tu vida. Más que si alguien te está señalando y riéndose de ti. Es más fácil observarlo desde fuera y así hacer el análisis crítico.
--A los actores también se les convierte en mito, en grandes figuras. ¿Cuánto hay de mito también en la figura del actor?
--Mucho. Yo llevo muchos años trabajando en esto. Mi visión del actor tiene más que ver con un artista, con un artesano, a veces con un creador, más que con un mito. Yo nunca he sido nada mitómano, me han gustado las personas con los pies en la tierra. Creo que en el momento en el que elevamos a nuestros congéneres --sean a los líderes políticos, financieros o los instagramers o los influencers-- y los ponemos en un pedestal, hay algo que nos perdemos, que es la parte humana, que es lo que constituye el fundamento de lo que somos. Los intérpretes son humanos y está bien bajarlos al suelo muchas veces para no crear falsas ideas de lo que son. Necesitamos cada uno a su manera un método de higiene mental, es necesaria, y más ahora mismo, porque vivimos en una cultura destinada a distraernos.
--¿El teatro le ayuda a mantener esta higiene mental? ¿Es una buena herramienta también para eso?
--Totalmente. Para mí el teatro siempre ha sido un camino de crecimiento personal. Primero porque aprendes mucho elaborando un papel, metiéndote en los mocasines del personaje y compartiéndolo eso con los compañeros, productores, directores. Las cosas que siempre miro antes de meterme en un proyecto es que vaya a aprender con el productor, con el director y con los compañeros y compañeras que estén. Para mí eso es lo más importante. Y luego, para estar sea en el escenario o en un set de rodaje en plenitud de facultades tienes que estar muy centrado, muy relajado, muy tranquilo, así se puede crear de una manera muy libre.
--Y más allá del teatro, ¿qué relación tienes también con el audiovisual?
--Yo tengo una relación constante entre el teatro, el cine y la televisión. Acabo de terminar también de mi relación este otoño con Todos los nombres de Dios, la última película de Calparsoro, con Luis Tosar. Mi relación es de comunicación y de convivencia continua. Digamos que a mí lo que me gusta es transitar entre el cine, el teatro y la televisión. Pasar de un formato a otro me enriquece muchísimo, porque las herramientas son distintas y los músculos que estás utilizando en cada uno de los medios son distintos. Eso me mantiene muy en forma actualmente.