Los premios ya están aquí. Cinco lobitos ya se ha llevado varios y está nominada a unos cuentos más. Si antes de que acabara el año se alzaba con dos premios Forqué, este 22 de enero se puede llevar otros dos en los Gaudí. A esto se le suman las siete nominaciones a los Feroz y las 11 a los Goya.
Sin duda, es el año de Alauda Ruiz de Azúa. Ella no quiere ni pensar en los galardones. Si bien es cierto que con As bestas y Alcarràs tiene una competencia muy dura, espera que sus actores, en especial Laia Costa y Ramón Barea, no se vayan de vacío.
Crónica Directo habla con la cineasta vasca días antes de la gala del cine catalán y de los premios Feroz y Goya. Así repasa el año y esto espera de los reconocimientos.
--Pregunta: ¿Cómo sientan estas 11 nominaciones a los Goya?
--Respuesta: Con mucha euforia y una alegría increíble. Me siento muy afortunada y privilegiada. Porque sabemos lo difícil que es levantar los proyectos y que tengan visibilidad, sobre todo cuando son óperas primas y cine independiente. Siento que los compañeros de la Academia han acogido la película con mucho cariño.
--Una vez vista la recepción de la película, no se esperaba esto. Ya no le cuento cuando planteaba la película.
--Cuando gestaba el proyecto no sabía ni si podía levantar la película (sonríe). Sí es verdad que teníamos algunas opciones porque desde el estreno de Berlín, la preselección para los Oscar, siempre he sentido que el filme conectaba muy bien con el público y con la Academia. Pero la nominación de Ramón Barea a actor revelación ha sido súper especial. Ni decirte la ilusión que me ha hecho la nominación a dirección novel y más en un año que hay trabajos buenísimos.
--¿Ha sido un gran año de cine español tal y como parece?
--Sí, era un año muy complicado para elegir y no solo lo creo yo. Nos lo han dicho también internacionalmente, incluso hemos recibido premios. Eso lo corrobora. Puede ser el efecto pandemia también, que se agolparon muchos proyectos. Es un año especial, por el reconocimiento internacional, porque hay una nueva generación de directoras y directores que se empieza a ver como grupo, no de forma puntual.
--Importante remarcar la potencia de las directoras. Hay completa paridad en las nominaciones.
--Es bonito porque deja de ser algo puntual y se empieza a acariciar esa paridad. Es el primer año que en la categoría a mejor película somos tres mujeres. Es histórico este año, porque es la primera vez de muchas.
--¿Es por fin más fácil acceder a la industria? ¿O todavía se ha de demostrar más por ser mujeres?
--No diría que es más fácil, sino un poco más justo. Las políticas de cuotas, las conversaciones en medios, el cuestionamiento y el cambio social han hecho que se hayan derribado esas barreras y prejuicios. Por eso sentimos que competimos desde un lugar de mayor igualdad. Pero todavía queda.
--Su película, de hecho, habla también de esa situación de la mujer.
--Soy cineasta y mujer e intentaba buscarme como cineasta y hacer algo personal y que tuviera algo del cine que me gusta como espectadora. Yo no puedo evitar tener ese punto de vista. Asimismo, aparecen relatos que no se habían contado tanto, o puntos de vista. Así aparecen temas como los cuidados, el aborto, el cuerpo de la mujer… Es una consecuencia muy lógica. Aparecen más directoras, pero también en la mirada de los hombres que ofrecen puntos de vista que no estaban.
--¿Creen que conforman ya una generación?
--Creo que es algo orgánico, natural que pasa cada cierto tiempo. Cada generación, inspirada por el cine social o el que fuera de su tiempo, llega después a romper los relatos. Seguramente se da una conversación entre generaciones. Ahora sí hay una lectura más política y social de las cosas y más mediática. Simplemente es una generación a la que le han pasado otras cosas y las plasma.
--¿Dirían que plantean un cine social más sutil, menos reivindicativo?
--Las narrativas y formatos fluctúan. Cada cineasta encuentra su manera. La película tiene una lectura social y política a la hora de hablar desde los cuidados, pero no lo diría cine social porque se construye desde una segunda capa. Pero la sutilidad creo que es algo más personal que generacional. En mi caso, apostaba por un cine de las miradas y diálogos.
--Y los premios Gaudí ¿cómo lo vivió?
--Me hizo muchísima ilusión. Estamos muy agradecidos a la Academia de cine. Laia es catalana. Yo he trabajado mucho en Barcelona. Vivo con muchísima ilusión el cariño que recibimos.
--Y de las 11 nominaciones a los Goya, ¿cuántas cree que pueden caer?
--Uf, tú sabes que… Da terror. Aparte, yo siempre estoy más cómoda como siendo el underdog de las cosas. Sí te puedo decir que me harían muchísima ilusión las de los actores, por ejemplo, porque me parece que son el corazón de la película. La de Ramón Barea, que es la primera vez que está nominado, aunque muchos no se lo crean. Me parece muy bonito esto. Realmente puede pasar cualquier cosa.
--Lo que sí se puede decir con la nominación de Ramón Barea y otros tres actores es que usted tiene algo para la dirección de actores. ¿Cuán importante es para usted? Porque ahí también tendrá algo que ver.
--Para mí la dirección de actores es fundamental. Como es una película que se construye sobre una apuesta en escena muy cotidiana y que emocionalmente y por debajo tenían que pasar cosas muy potentes, básicamente el 90% de la apuesta era que estuviera viva la película, que estuvieran vivas las escenas y que pasaran cosas a nivel emocional que traspasaran la pantalla. En eso hemos trabajado mucho con los actores, en construirlo desde un sitio muy libre. Ha sido un viaje muy bonito, por eso me hacen mucha ilusión las nominaciones de los actores, ¿no? Porque al final, la apuesta era que ellos iban a ser el corazón de la peli y bueno, se ha reconocido eso por la nominación.
--Por último, hemos hablado del buen año del cine español, pero la taquilla sigue fallando. Usted es una de las pocas excepciones. ¿Cree que debemos esforzarnos en convocar más al público? ¿O poco a poco está cambiando?
--También creo que hay un cambio de hábitos muy grande después de la pandemia. Es una cosa con la que los cineastas tenemos que pelear. Estos cambios no solo han afectado al cine español, sino al cine en general. Yo creo que sí que hay un público para el cine español. Yo lo he visto con Cinco lobitos, y con Alcarràs, con As bestas, y con muchas pelis. Pero también hay cosas que no dependen de nosotros, porque, por ejemplo, de repente entra un Avatar 2 y lo copa todo en un cine. Que me parece maravilloso que la gente vaya al cine a verla, porque al final lo que queremos todos es que haya una industria sana y que la gente vaya a las salas. Asimismo, es interesante que el cine sea un poco diverso. Después está el tema de los cines de provincias, yo soy de allí, de Baracaldo, y no todo el cine llega a las provincias. Eso es complicado, y de entrada no nos ayuda. Luego, de cara al público, tenemos que hacer todo lo posible por comunicar bien nuestras películas. Este año para mí ha sido un aprendizaje muy bonito en el mundo de los coloquios, el hecho de hablar con la gente. Por tanto, si queremos que la gente vaya al cine, lo hemos de comunicar y hacer que la gente pase un buen rato y que nuestras películas le interpelen.
--En todo caso, sabemos que ya tiene varios proyectos, nos ha comentado que trabaja en su segundo largometraje personal… ¿qué papel juegan las nominaciones? ¿Hacen el futuro más fácil?
--Sí, sin duda. Nos alegran los reconocimientos, las nominaciones, los premios, los festivales, porque sabes que al final son muy importantes tanto para promocionar la película, para que llegue a ese público, como para luego levantar otros proyectos.