Pocos dudan de que Hamlet es una obra de la literatura universal, para muchos el mejor Shakespeare, para otros sólo el más popular. Se hacen tantas versiones de esta obra al cabo del año que parece poco probable innovar. Eso no significa imposible.

Un ejemplo claro es el que propusieron Sergi Belbel y Enric Cambray en la sala Dau al sec y que este 11 de octubre se presenta en el Temporada Alta. Un montaje en formato monólogo, que bebe de la stand up comedy y que sólo recoge el primer acto de la obra original. Y siempre manteniéndose fiel al texto original.

Fidelidad y transgresión

El dramaturgo admite que es fiel al texto, sólo le da una vuelta y le sirve en bandeja a su actor un vehículo para su completo lucimiento. Hace todos los papeles y sin salirse del escenario. Algo parecido y a la vez muy opuesto de lo que ya hace el mismo Cambray en Les dones sàbies, que también dirige.

El actor reconoce que la dirección es un campo que le gusta, "disfruto mucho y hay un proyecto en mente", señala . "Es verdad que en los próximos meses y temporada tengo más trabajo de interpretación y estaré centrado en ello, aunque estoy de ayudante de dirección en El temps i els Conway con Àngel Làcer en el TNC el 13 de abril. Y tal vez, haremos una segunda temporada de El llop", avanza.

Crónica Directo habla de este Hamlet 0.1 --la primera parte de una tetralogía que autor y actor esperan llevar a cabo en los próximos años-- antes de regresar al festival gerundense y analiza cómo se prepara para una temporada que arranca con la sombra de la escasez de público.

--Pregunta: 'Hamlet 0.1' vuelve a ponerse en escena en el Temporada Alta, ¿es un reinicio o un cierre de etapa?

--Respuesta: Es justo el ecuador. Se ha visto poco en Barcelona y más en el resto de territorio catalán. Es un punto de inflexión para empezar a guardarlo en una caja por un tiempo. Lo que sí esperamos es que nos sirva para regresar a Barcelona, porque sólo hicimos diez funciones y hay gente que nos pide volverlo a hacer.

--Es curioso que siendo un Shakespeare tan conocido, reelaborado y dirigido por una figura como Sergi Belbel e interpretado por un actor de su trayectoria estuviera tan poco tiempo en cartel. ¿Qué sucedió?

--La respuesta es muy sencilla, pasó esto porque nadie confiaba en ello. Hablamos con mucha gente y salas y nadie creyó oportuno programarlo. Nosotros teníamos el tiempo y las ganas de hacerlo y con la complicidad de la Dau al sec, que nos dio muchas facilidades, pagamos nosotros el espectáculo, perdimos dinero en Barcelona, pero lo hicimos. Presentamos lo que teníamos en la cabeza y mucha gente no podía imaginar. Pero fue eso, nadie confió en nosotros. 

--Suena extraño cuanto menos.

--Sí, pero es así. Somos muchos profesionales los que hemos de trabajar y no hay lugares de exhibición para todos. Al final, este es un espectáculo arriesgado: un monólogo de dos horas, Shakespeare en comedia con Hamlet explicando su primer acto... Tiene cierto riesgo, sí, pero queda reducido con diferentes cosas que tiene el espectáculo.

Enric Cambray y Sergi Belbel

--Eso, dénos pistas. Preséntenos este Hamlet tan especial.

--Es una nueva visión, muy particular, de una obra tan conocida, un clásico que más o menos todo el mundo sabe de qué va la historia, lo haya leído o no. Quien lo haya hecho, tendrá una nueva aproximación a la obra; quien ni la ha visto ni leído descubrirá cosas que despierta interés en la obra y en el autor, más del que se podía tener. Es casi un comentario de texto con mucha comedia, con un lenguaje muy cómico 100% Belbel. Sergi lo dice, con Hamlet ha recuperado su ansia de autoría que, en estos últimos años había perdido en Cataluña. Sergi ahora trabaja mucho más como director que como autor, por suerte y también por desgracia, porque perdemos a un autor muy bueno. Yo le digo que con estos cinco actos de Hamlet, porque van a ser cinco, está haciendo su testamento dramatúrgico. Todo lo que sabe de teatro, su amor por él y por la filología lo está poniendo en estas obras que son de muchísimo nivel y a la vez muy comprensible para todos. Esa es la clave del éxito.

--Matiza mucho la parte cómica. ¿Han transformado Hamlet en comedia?

--No. Lo que le pasa al personaje es una tragedia. Hamlet pierde a su padre y en este primer acto se le aparece su fantasma, que ya es un mecanismo escénico que tiene comedia, para contarle a Hamlet que ha sido asesinado por su tío que ahora es el nuevo rey, le ha usurpado la corona y además se ha casado con su madre. ¡Realmente es un culebrón! Si lo ves desde esta perspectiva, el mismo Hamlet descubre como Shakespeare un juego de forma tan maquiavélica y crea empatía con el personaje. Yo además interpreto a todos los personajes, pero desde el punto de vista de Hamlet. Si Hamlet cree que Polonio es un pobre hombre medio atontado, así lo interpretará, esto genera un efecto cómico muy divertido también.

--¿Cómo es eso de ponerse en todos los personajes?

--El texto son 70 páginas, dos horas de monólogo y supuso nueve meses de estudio, porque el texto es muy complejo. Sergi trabaja mucho con las subordinadas y es un texto que debes tener muy adentro. Una vez aprendido, en cambio, como todo estaba en la textualidad, el espectáculo salió tras ocho ensayos, que son muy pocas para un espectáculo de esta envergadura. Los cambios de personajes son muy finos, con un aflautamiento de la voz, por ejemplo, ya hacemos que habla otro personaje.

Enric Cambray

--De hecho, no sé si ya está acostumbrado, porque en 'Les dones sàbies' hace también muchos personajes a la vez ¿Hacer un personaje sólo como hace en 'El mètode Grönholm' es ahora más fácil?

--(ríe) No, nunca es fácil, pero el teatro te permite hacer lo que quieras. Jugar con tu cuerpo y todas las herramientas que tienes para hacer diferentes personajes es un gusto. También esto es chulo. En Les dones sàbies, hay mucho cambio de vestuario y es más desde la comedia del arte y en el otro es más estilizado, de forma más concreta. En el fondo, lo que me gusta es hacer comedia y esto de los cambios de personajes dan mucho juego. En todo caso, no es más complicado que hacer uno sólo tampoco.

--¿La comedia, por tanto, lo llevó a dedicarse a esto?

--Yo empecé haciendo teatro musical y lo sigo haciendo, en noviembre estreno Pares normals en el Poliorama, el musical de Els amics de les arts dirigido también por Belbel. Una vez ya en el Institut del Teatre, donde los textos cómicos se trabajan poco, me di cuenta de que en nuestra generación hubo cierto rechazo hacia la comedia, como si fuera un género menor, como si uno no fuera buen actor si no hacía un gran drama o un texto clásico y consagrado. Que está bien, pero me di cuenta que eso lo quería hacer mucha gente y yo me lo paso mucho mejor haciendo comedia. Yo y la gente. Estamos en un momento en el que nos lo tenemos que pasar bien, tras lo que hemos vivido y seguimos viviendo por desgracia.

--Y en el musical, tampoco parece que esté muy reconocido y ha dicho que ese cliché o tópico lo notó en su generación. ¿Persisten?

--Sólo hace falta ver las nominaciones y los premios. Creo que ningún actor o actriz se ha llevado un Goya por hacer una comedia, las mejores películas son dramas. E igual en los premios de teatro, difícilmente se premiará una comedia. Lo mismo con el musical. Y yo estoy de acuerdo con lo que se dijo en una gala de Catalunya aixeca el teló: "no hay actores y actores de musicales, sino que hay actores que no pueden hacer teatro musical".

Enric Cambray

--Además tanto la comedia, como el musical muchas veces son más comerciales. ¿Es también esa falsa idea que hay de que comercial y bueno no pueden ir unidos?

--Puede ser, pero poco a poco eso desaparece. Las producciones son de máxima calidad sean danza, musical, comedia o drama. Ahora hay una necesidad de reconectar con los espectadores. Las últimas temporadas hemos ido perdiendo gente o interés hacia lo que se hace o se programa. A nivel sectorial nos damos cuenta que todo puede estar bien y no hemos de rechazar ningún género a la hora de ponerlo sobre el escenario y que pueda generar interés en el espectador, porque sino generamos el rechazo del espectador hacia el teatro y eso no nos interesa ni nos conviene a nadie.

--A la hora de mirar hacia el espectador, en todo caso, ¿no puede ir en detrimento de la calidad o exploración teatral?

--No, al contrario. No podemos acomodarnos y conformarnos con las propuestas que llevamos encima del escenario. La exigencia debe estar. Generacionalmente lo tenemos más complicado --aunque hablo desde el privilegio--, a la hora de representar lo que quieres hacer, eso hace que la exigencia sea mucha y que la factura de lo que ofreces sea lo más elevada posible. Por tanto, no hay conformismo o está desapareciendo. Ya no existe eso de "esto funciona solo". Ahora estamos haciendo El mètode Grönholm y los cuatro actores nos rompemos la cabeza para ser más exigentes cada día con lo que hacemos. Tal vez, en momentos de bonanza, como funciona se tiraría. Hay un cambio importante allí.

--En todo caso, ¿cómo cree que llegamos hasta aquí y qué soluciones puede haber?

--¿Te imaginas que lo supiera? (bromea). El mayor mal de la pandemia fue la estigmatización del espacio teatral, calificándolo desde el principio como lugar no seguro cuando es falso. Fuimos los primeros que recibimos siempre. Las iglesias estaban abiertas y nosotros cerrados, cuando es el mismo espacio escénico: una platea y un escenario. Después, el hecho de que las plataformas digitales democratizaran el acceso al ocio y a la cultura y la pusieran más al alcance hace que la gente se lo piense dos veces a la hora de gastar el dinero. Un dinero que es muy incierto en estos tiempos con la inflación. Todo es muy incierto. La preventa ha desaparecido. La gente va al día. Hace dos días para la función de El mètode Grönholm teníamos unas 40 entradas vendidas y al final fueron 200 personas. Eso no pasaba antes, la preventa mandaba. Eso hace que no pueda haber previsión y que los productores no puedan prever si podrán alargar más el espectáculo o no, una previsión de ingresos...

Enric Cambray

--Con este panorama y usted que ha sido jurado en 'El llop', ¿cómo se anima a las nuevas generaciones que se quieren dedicar a esto? ¿Están motivadas o temerosas?

--Hay mucha gente que se quiere dedicar a la interpretación y muchas escuelas que hacen un gran trabajo con sus alumnos. Lo que me preocupa, en todo caso, no es la gente que quiera dedicarse a ello, porque es vocacional, sino cómo la gente de esas edades tienen acceso al teatro. El foco debe ponerse en la difusión de las campañas que ya hay. Existen muchas campañas para facilitar el acceso a la cultura a las generaciones más jóvenes, desde las Administraciones a los teatros, pero no se difunden lo suficiente, pero no los canales para llegar a ellos. Todo el enfoque debe recaer en la difusión.

--¿Y no hay también una idea de que el teatro parece de cierta élite y/o seria?

--Eso creo que era una generación, de nuestra generación, en los últimos años esto ha cambiado. La manera de comunicar de los teatros, la forma de programar con sesiones a diferentes horas. Se ha demostrado que el teatro no es elitista, ni por el precio de las entradas ni por el producto que ofrece.