Luisa Gavasa (Zaragoza, 1951) es una actriz con las ideas muy claras. Ama su trabajo y no se le caen los anillos a la hora de hacer teatro, cortometrajes, cine o televisión. Sí lamenta, por eso, que llegada a una edad se limiten a ofrecerle papeles de abuela, incluso de abuela enferma.
En Sinjar, su última película, hace de una, pero es distinto. El film refleja la realidad de las mujeres en la guerra, pocas veces mostrada en el cine y en las noticias como en el largometraje de Anna Maria Bofarull. Como gran femenista tuvo claro que debía estar en su equipo.
Actriz de firmes convicciones
Crónica Directo aprovecha el estreno del film para hablar con la actriz, no sólo de su papel, sino de su compromiso social y político. Un avance: es enemiga del fascismo y la extrema derecha.
La esperanza la encuentra en la ficción, a la que ve en buen estado de salud, así como en los y las jóvenes cineastas. Claro que en la juventud, también hay de todo.
--Pregunta: ¿Qué le atrajo de la película y cómo definiría su papel?
--Respuesta: En cuanto leí el guion quise estar, porque soy mujer, soy madre, soy abuela, estoy comprometida con las mujeres porque soy feminista y porque creo que Sinjar es un grito contra la brutalidad del fanatismo a la que las mujeres estamos sometidas, en este caso por la religión islámica, del ISIS y de todos estos fanáticos. Porque todos los fanatismos son muy perjudiciales.
--¿Se vuelve más cercana ahora la cinta con una guerra tan cercana?
--Ayuda a recordar que hay también otras guerras no tan cercanas. Porque la guerra de Ucrania ahora es muy cercana, pero también se ha visto cómo había gente que iba allí a ver si trataba de raptar a adolescentes para llevárselas a la trata. Los carroñeros que rondan siempre... Hay gente que siempre se aprovecha de esta barbarie. Nosotros somos blancos como los ucranianos, tenemos una arquitectura similar, estamos cerca, pero otros están más lejos, tienen otra religión, otro tono de piel y está muy bien que Sinjar recuerde que todo esto siga pasando, que mientras hablamos hay mujeres a las que las están vendiendo, raptando y violando... Y el terrorismo del ISIS no se ha acabado, ni muchísimo menos. Lo seguimos viendo en Afganistán, en Siria... Es tremendo. Vivimos rodeados de infamia. El horror está en todas partes, no sólo en Ucrania.
--¿El cine debe tener ese papel de recordar este tipo de situaciones?
--El cine es un arma de denuncia, de entretenimiento y de cultura. A veces se pueden conjugar, otras no. Y esta es claramente de denuncia y está muy bien.
--Pero cuando el cine hace cultura, se les acusa de titiriteros.
--A mí me indigna mucho cuando Vox, con un desprecio absoluto, nos llama de titiriteros. ¡Pues claro que somos titiriteros! ¡Y a mucha honra! No sabes la cantidad de gente que, tras la pandemia, nos ha parado por la calle a montones de compañeros y compañeras y a mí misma para darnos las gracias. Hay gente que me ha dicho: si no llega a ser por ustedes, yo me muero. También a los músicos, a los bailarines. Y cuando dicen: ya están los actores... Y claro que sí, y tenemos que estar. Somos imprescindibles. La cultura es imprescindible. La denuncia es imprescindible. Por eso estoy orgullosa de ser titiritera, mucho más que ser de Vox, aunque de Vox no sería nunca. Te puedes imaginar que si no me he callado a los 30, cómo me voy a callar con 71. Que nací en una dictadura, ¿eh? Era muy difícil para toda una generación muchas cosas que ahora tenemos. La gente no sabe todo lo que hemos tenido que luchar para llegar hasta aquí. Yo, cuando vemos que estamos involucionando y regresando a situaciones a las que, hasta hace poco, eran impensables que pudiéramos volver se me llevan los siete males.
--Precisamente, en esa época en que todo era más difícil y más para una mujer, ¿cómo decidió meterse en la actuación?
--Porque me enamoré de este trabajo. Cuando subí por primera vez a un escenario me di cuenta de que ese era el lugar donde quería estar. Fue muy hermoso. Además tuve una suerte de tener un entorno que siempre me apoyó: un padre que venía de la República y una madre con una carrera y que además jugaba al tenis, cuando en aquella época jugar al tenis con una falda era igual que ser puta, que es lo que también te llamaban por ser actriz en esa sociedad pacata. Yo vengo de ese entorno que me empuja a ser una mujer libre y a decidir qué quiero hacer con mi vida y qué hacer. Yo cuando acabé filología les dije a mis padres que quería ser actriz y desde entonces, cuando vivían mis padres, nunca me ha faltado un ramo de flores de ellos en el teatro. Cuando venían las compañías a Zaragoza por la casa de mis padres pasaban Vicente Parra, Pilar Bardem, Mari Paz Ballesteros, María Luisa Monte,. El gran regalo de mi vida son esos padres que me enseñaron a vivir desde la libertad y el respeto a todas las elecciones políticas, sexuales, a no ser racista. Sé que ahora digo esto que parecen antiguos pero hay que recordar constantemente. Mira lo de Qatar, que ahora para el Mundial quieren condenar a siete años de cárcel a las personas que tengan relaciones extramatrimoniales, o impedir que los homosexuales se muestren libremente. No es que sean árabes, es que el fanatismo lleva a esas cosas. No puede ser que se le tire ácido a la cara de una mujer porque no quiere casarse con quien su padre decide o que sigan colgando a un hombre por ser homosexual... Yo oigo esas cosas y se me abren las carnes. No podemos darle la espalda a situaciones que están ahí.
--De hecho, Sinjar demuestra que eso que parece tan lejano, se puede volver en una realidad próxima. El hijo del personaje de Nora Navas se va a combatir a Afganistán, Siria e Irak desde España. ¿Es una llamada de atención al respecto? ¿Cómo ve en ese sentido a la juventud de ese país y sus acercamientos al fanatismo?
--La veo muy polarizada. Veo chavales supermaduros, adultos, ayudadores, progresistas, que se dejan la piel en lograr bienestar social y cultural y luego una colección de criaturas que hablan del franquismo con una adoración, cuando ni siquiera lo han vivido. ¿Cómo pueden decir esas cosas? ¡Yo puedo hablar del franquismo, que lo he vivido y sufrido! Por eso estoy tan en contra de los avances de la extrema derecha. Hay chicos que con 14, 15, 16 años le cogen el móvil a las novias para controlarlas o que no les dejan llevar ciertas faldas porque dicen que son muy cortas. ¿Qué me estás contando? ¿Cómo puede ser que en el siglo XXI haya un imbécil que te venga a decir si te puedes pintar los labios o no? Por eso digo que hay una parte de involución. No todos, afortunadamente, pero hay una parte de la juventud que se está volviendo muy fachita. No saben dónde se meten y cuando estén dentro será demasiado tarde.
--Precisamente, hablando de las dificultades para dedicarse al cine siendo mujer y "fachitas". Los últimos premios a la industria del cine español en los festivales han sido para mujeres y las películas españolas más taquilleras de estos últimos dos meses están dirigidas por dos directoras, Carla Simón y Aluda Ruiz de Azúa. ¿Cree que por fin se va a imponer?
--¡Se va a quedar! Las mujeres ya hemos entrado y no nos mueve nadie. Ni a Paula Ortiz, ni a Nely Reguera, ni a Isabel Coixet... Las mujeres hemos entrado a la dirección, producción, dirección de fotografía... ya no somos maquillaje y peluquería o vestuario como antes, con todos los respetos. Los chicos también pueden y deben. Eso es lo maravilloso. Hablamos de seres humanos, no de sexos, y las mujeres también tienen capacidad para ejercer los mismos oficios, si la tienen, claro.
--Un tema por el que usted lucha mucho como mujer es el tipo de papeles que a una le ofrecen a cierta edad. ¿Hay mucho edadismo?
--Yo tengo 71 años y tengo una vida plena. Y soy abuela, pero no una abuela que se queda en el brasero haciendo calceta, voy a festivales, me dan premios, salgo, entro, tengo una vida, no me privo de nada, tengo muchas cosas que contar con una trayectoria profesional de casi 50 años. Mi vida es muy interesante, igual mucho más que la de una chica joven. Ser joven es estupendo pero no lo es todo. Mira Judi Dench, Meryl Streep... Hay personajes maravillosos. Las mujeres maduras debemos tener protagonismo en el cine como lo tenemos en la vida. Yo no me siento mayor.
--Y, como bien dice, tiene una larga trayectoria en cine, teatro y televisión y no para. Incluso sigue haciendo cortos. ¿Cómo ve el sector del cortometraje en España? ¿Hay espacio?
--A mí me encanta estar con gente joven porque son el futuro y reciben un montón de premios con sus cortos. Echo de menos una cosa que se ha perdido y que antes se hacía en los cines era que antes de un largo se emitía un corto. Creo que es una práctica que deberíamos recuperar. Pero bueno, con que vayan a ver un largo ya me conformo (bromea resignada).
--¿Cómo hacemos para atraerlos?
--Hacen falta películas que lleguen y que la gente no piense que lo más bonito pasa por las plataformas, son interesantes, dan mucho trabajo a los actores., pero ir al cine es distinto. Hay que ir a las salas y ver historias contadas de otra manera, porque cuando se apaga la luz entras en esa magia del cine.