Carlos Ramos: "Se cree que la improvisación es algo marginal porque es difícil llevarla a la tele"
El cómico lleva su espectáculo, 'Corta el Cable Rojo', al Teatro Apolo de Barcelona el próximo 22 de junio, después de 11 años ininterrumpidos en la Gran Vía de Madrid
21 junio, 2022 00:00Carlos Ramos tiene muy claro a lo que se dedica: a hacer reír. Este actor de comedia se encarga de dirigir e interpretar Corta el Cable Rojo, un espectáculo de improvisación que lleva 11 años ininterrumpidos en la Gran Vía de Madrid. Pero ahora, tras su éxito arrollador en la capital, ha decidido expandirlo.
Es por eso que el show llega al Teatro Apolo de Barcelona el próximo 22 de junio con un elenco renovado (Rubén Tejerina, Mai Boncompte y Manu Pradas) y se quedará en la Ciudad Condal hasta finales de agosto por lo menos. Eso sí, solo si la gente se ríe, algo en lo que Ramos confía ciegamente: "Es un espectáculo en el que la gente se ríe desde el principio hasta el final".
La risa como algo universal
¿Cuál es el secreto entonces? La improvisación. El no saber qué va a pedir la gente o cómo van a reaccionar sus compañeros. Desconocer la escena que se puede formar y no tenerle miedo a "liarla la más gorda". Un tipo de espectáculo del que la gente no sale indiferente (y los hay que repiten).
Carlos Ramos lleva improvisando desde la década de 1990, cuando el género llegó a España. A pesar de que siempre se ha dedicado al stand up, el actor reflexiona en una entrevista de lo más hilarante con Crónica Directo sobre su trayectoria como monologuista, los límites del humor, el teatro y la comedia en general.
--Pregunta: ¿Qué supone para usted estar en Barcelona después de 11 años ininterrumpidos en la Gran Vía de Madrid?
--Respuesta: Yo tenía muchas ganas ya. Cuando hacía monólogos viajaba mucho a Barcelona y me encanta el público de allí. Nosotros funcionamos muy bien en Madrid, pero nos daba mucha pena no estar en Barcelona, así que ahora lo vamos a compaginar y vamos a estar en los dos sitios. Evidentemente, los dos últimos años no han sido un buen momento, pero justamente ahora que empieza todo a abrirse más yo creo que el cuerpo nos lo estaba pidiendo a gritos [risas].
--¿Por qué no han venido antes teniendo tanto éxito en Madrid?
--No podemos irnos de Madrid porque lo estamos llenando y cada vez más; en ningún sitio vamos a meter a tanta gente. Nuestro espectáculo no tiene grandes nombres, sino que es muy de boca a boca y la gente viene con amigos, que a su vez lo recomiendan a otros amigos y acaban repitiendo. De esta manera, se va creando una cadena que nos da cierta estabilidad y que nos viene bien. Es todo lo contrario a las giras de las grandes compañías, que están un par de temporadas en la capital y luego giran para que lo vea el resto de España.
--¿Tienen previsto estar en otras ciudades?
--Sí, pero muy poco a poco. A nosotros no nos gusta meternos en más berenjenales de los que abarcamos. Así que vamos a empezar en Barcelona, asegurarlo, afianzarlo y lanzarlo para que dure un montón de años y después iremos viendo si surge una oportunidad buena. No somos ambiciosos en el sentido de "vamos a extendernos por toda España", sino que queremos dar lo mejor de nosotros en cada sitio que estemos. Es por eso que vamos con tranquilidad.
--¿Cómo definiría 'Corta el Cable Rojo'?
--Es un espectáculo de comedia improvisado, pero nosotros ni siquiera insistimos en la improvisación como un valor, sino que lo que queremos que sepa la gente es que es un espectáculo de reírse mucho, lo máximo posible. Yo creo que nuestro punto fuerte es que la gente se ríe desde incluso antes de que salgan los actores hasta cuando nosotros nos hemos ido del escenario [risas].
--¿Diría que ese ha sido el elemento clave que ha hecho que estén tantos años en Madrid?
--Sí, la risa sobre todo, y luego que nosotros vestimos el show lo más espectacular posible: hay música en directo, grandes proyecciones, efectos especiales... Queremos que la gente que venga diga: "Esto es un gran espectáculo", no solo comedia.
--¿La obra tiene algún tipo de hilo argumental o no hay dos funciones iguales?
--No, el espectáculo son siete escenas diferentes entre ellas y unas de otras a lo largo de los diferentes días. Cada show es diferente, por eso hay personas que han venido hasta 20 veces a vernos.
--¿Cómo viven los actores el estar continuamente improvisando?
--Nosotros lo vivimos en el escenario divirtiéndonos mucho. Al final es como un partido con amigos, lo que pasa es que la gente nos ve y cada día es diferente. No tenemos una sensación de riesgo, sino de diversión porque llevamos mucho tiempo haciéndolo y estamos muy seguros de nuestras habilidades. Es tan satisfactorio hacer algo que provoca las risas tan inmediatas y con compañeros tan buenos...
--¿Tienen recursos o gags para guardarlos bajo la manga por si se quedan en blanco?
--No. Nos hemos dado cuenta de que todo lo que llevemos preparado, no funciona nunca. No tenemos gags ni chistes que utilizamos porque no es fresco y se nos nota. Sí que es verdad que las presentaciones las hacemos siempre igual, pero una vez se dice "acción" y empieza la escena, tratamos de que no haya nada en nuestras cabeza para que salga solo.
--¿El público lo recibe bien?
--Sí, yo lo que siento es que la gente valora mucho lo que nosotros consideramos como un juego. Al final son ellos los que están en un precipicio, porque comienza la aventura y nadie sabe lo que va a pasar. Cuando hay riesgo, también hay comedia, porque puedes hacer algo maravillosamente bien y que no sea tan gracioso.
--Parece que cada vez se está poniendo más de moda este tipo de espectáculos de improvisación.
--Parece que no, pero la improvisación lleva ya muchos años. Mientras que los monólogos y los stand up sí que han tenido un boom, la improvisación lleva toda la vida en marcha, pero en un punto un poco más minoritario. De hecho, eso es lo que nosotros hemos querido romper con este espectáculo. La gente que viene a vernos no es el típico público de improvisación, que es gente joven, urbanita, moderna... A nosotros lo mismo nos viene gente de ciudad, de pueblo, de zonas normales, de sitios ricos, lo mismo hay carpinteros que gente que estudia ADE... Nosotros huimos de la marginalidad porque la comedia merece que todo el mundo la vea y que la risa sea universal. De esta manera, aportamos nuestro granito de arena a que la gente conozca más la improvisación y que se quite de la cabeza el rollo de que es algo marginal.
--¿Por qué cree que la gente piensa eso?
--Entre otras cosas, porque es muy difícil llevar la improvisación a la televisión. Sí que se ha hecho algún programa americano, pero ha habido muchos intentos y ninguno ha salido del todo bien. Cuando algo no se ve en la televisión está un poco más condenado a que no lo vea la gente. Los Morancos llenan los teatros porque su comedia es conocida en la televisión, pero ningún otro grupo de improvisación ha triunfado nunca en la tele, porque es muy difícil que la frescura de lo que se crea en el momento llegue a la pantalla.
--¿Diría que a la gente le cuesta acercarse a este tipo de espectáculos de comedia?
--No, en Madrid los teatros están llenos y hay muchas obras. De hecho, se han estrenado 13 nuevos musicales este año, y digo yo que esa gente que invierte en grandes musicales es porque esperan que vaya la gente [risas]. De Europa, Madrid es la tercera capital del teatro, después de Londres y Berlín, o sea que en nuestro país nos gusta el teatro. Barcelona sí que es verdad que ha sido un poco más estricta en las normas por el Covid y le está costando recuperarse, pero tiene muchísima tradición de teatro.
--¿El concepto de la pandemia ha sido un elemento con el que hacer bromas?
--Sí, desde luego, pero precisamente ni nosotros ni el público lo queríamos especialmente; ya tenemos la pandemia muy machacada. Además, como ha sido el foco de atención de tantísima gente y ya se han hecho tantos chistes, bromas y memes, nosotros no vamos a descubrir nada nuevo. La gente cuando va al teatro prefiere dejarse sorprender por otros temas.
--¿Cree que debería haber límites en el humor?
--Yo creo que es fácil ofender a la gente, pero los cómicos tienen que ser responsables de sus actos y de sus palabras. No puedes decir: "Es humor" y soltar la más gorda y meterte con gente que lo pase mal. O, al menos, si sabes que lo van a pasar mal, carga con ello y asume que has ofendido a una persona a cambio de hacer reír a la otra mitad del mundo. El cómico tiene que ser responsable, porque el humor no lo justifica absolutamente todo.
--¿Como por ejemplo…?
--Puede que un buen chiste sea cruel con algún colectivo, porque al final la comedia se basa en el dolor: nos reímos de nuestras propias miserias y de las del mundo, entonces siempre va a haber alguien que esté en esa miseria y que no le vaya a hacer ni chispa de gracia. Pero hay determinadas cosas que están demasiado cercanas o que son demasiado personales que evidentemente van a doler mucho. Eso ya depende del cómico: si cree que va a valer la pena provocar tanto dolor, pues que tire para adelante, pero tiene que ser consciente, consecuente y valiente para asumirlo.