Santi Rodríguez (Málaga,1965) regresa al teatro con un pequeño giro a su carrera. Sí, sigue haciendo reír, pero se pone más reflexivo y hace que el público se enfrente a los miedos e incluso a la muerte en su nuevo espectáculo, Espíritu.
La obra viene precedida de Infarto, su anterior montaje en el que ya se reía de la parca tras sufrir un ataque al corazón en sus propias carnes. Ahora, tras la pérdida de su padre por Covid, aborda sin miedo a la muerte.
Vuelta al teatro
El cómico regresa así a sus orígenes en el teatro, al que nunca ha abandonado, para combatir esos miedos que nos acechan o “nos quieren meter en el cuerpo”. Esa es su lucha a la que va armado con el humor. Este mismo verano tiene pensado llevar un show por las calles de los “pequeños pueblos de Jaén a los que nadie hace caso, lamentablemente” para sacar unas sonrisas a sus habitantes.
Antes tiene parada en el Pequeño Teatro Gran Vía de Madrid en el que está con Espíritu hasta el 12 de junio. Una ocasión magnífica para charlar con él que Crónica Directo no ha desaprovechado.
--Pregunta: Regresa a Madrid con 'Espíritu'. ¿Cómo lo enfrenta?
--Respuesta: Muy contento. Siempre vuelvo a Madrid con la misma ilusión y mucha responsabilidad, porque actuar en Madrid no es fácil, el público aquí está acostumbrado a muchas cosas y de calidad. Contentísimo de poder estar dos semanas en la Gran Vía, por el resto de España la respuesta ha sido increíble. Por ahora, es el montaje del que más contento estoy de todos los que llevo hechos.
--Además, es muy personal y algo más dramático que de costumbre.
--Correcto. Me voy acercando al sitio en el que empecé, el teatro, sin renegar de la stand up comedy, que sigo con ello. Me apetecía volver a mis orígenes y tiene todos los ingredientes de una obra. La gente va a ver una habitación de un edificio donde vive una persona, hay una dramaturgia que lo envuelve todo, un diseño de luces lo más cuidado posible, una dirección artística e ingredientes que antes no utilizaba. También interactúo con el público y, al final, he metido un texto muy poético sobre la vida y la muerte, reflexionando sobre lo poco que aprovechamos la vida, los miedos y la tristeza por las personas que se han ido. La respuesta del público es preciosa.
--Se basa ,además, en cosas que le han pasado.
--En estos dos años, por desgracia, quien más que menos, todos hemos perdido personas a las que hemos querido. En mi caso, yo perdí a mi padre por el dichoso virus y luego otros acontecimientos personales de salud que he tenido, lo he mezclado y llevado al teatro. Siempre desde la comedia, porque es deformación profesional, aunque en este caso me apetecía compartir, sensaciones, emociones, sentimientos con las personas. La gente se identifica mucho con estos sentimientos que todos hemos tenido.
--Enfrentarse a la muerte siempre es duro y es un tema casi tabú. ¿Cree que todavía hay miedo a la muerte?
--Tenemos mucho miedo a muchas cosas. Pasamos la vida pasando miedo a un montón de cosas: al futuro, al dinero, a la inestabilidad... Incluso tememos cosas que nos van a pasar y luego, a veces ni pasan y hemos perdido un tiempo maravilloso en temer y quejarnos de cosas que no suceden. Todos sabemos que la vida dura un suspiro pero no hacemos nada en consecuencia. Ya con mi anterior obra, Infarto, tras pasar por uno, te replanteas muchas cosas y con esta lo vuelvo a hacer. Si esto le sirve a alguien para recapacitar un poquito y dejar de hacer el tonto y disfrutar de la vida, fantástico. Un ejemplo claro es el abrazo, que antes los dábamos de forma inconsciente y sin darle importancia, y estos dos años que no lo teníamos lo hemos echado de menos. Y como eso, todo en la vida. Todos los días todos tenemos algún motivo para estar contento. ¿Que hay motivos para estar fastidiado? Por supuesto.
--Hablaba de sus orígenes en el teatro y su pasión por la comedia. ¿Qué le atrajo de esta profesión?
--La sensación maravillosa de provocar en los demás algo bonito y necesario con lo que haces. Es imprescindible que la gente disfrute con la risa y debería estar incluido como remedio por la Seguridad Social. En la pandemia preguntaba por redes sociales --con prudencia, porque allí cuando abres la boca te caen por todos los sitios-- por qué había aforos limitados en los teatros y no en el transporte público y me decían que porque "esto no es necesario". Eso es un error. La cultura y la comedia, y se ha visto, es necesaria y hemos conseguido hacer olvidar a la gente, por un ratito, lo que teníamos alrededor.
--Y pasan los años y la comedia no consigue su status. ¿Sigue siendo así?
--Totalmente y seguirá siéndolo. Después ves que la gente sale encantada de una obra como la mía, por ejemplo. No me quita el sueño no ser reconocido, por eso. No suele pasar que te den un premio por la comedia, como dijo Carmen Machi cuando le dieron un Goya por Ocho apellidos vascos. Y la comedia es el género más complicado, implica que tengas una respuesta del público, porque si no hay risa, no funciona.
--Aprovechando esta reflexión que hiciste antes de las redes ¿la comedia está más en cuestión que nunca?
--Hoy en día abres la boca y siempre va a haber alguien que se va a quejar de lo que dices y además ofendiendo. Todas las opiniones son respetables y se puede llegar a un entendimiento, pero no se acepta nada de lo que se utiliza para hacer humor y hay una cosa indiscutible por encima de todo: la libertad de expresión. Expresarse es uno de los ejercicios más bonitos que todavía tiene el ser humano, aunque a veces se intente oprimir. ¡Que no nos lo quiten! Tengamos un poquito de cabeza y veamos en qué sectores se dicen según qué cosas.
--En este sentido, ¿no supone un riesgo espectáculos como sus dos últimos como Infarto y Espíritu, en los que habla de la enfermedad y la muerte?
--En mi caso, yo hablo desde mi experiencia personal. En Infarto hablo de la muerte también y no es una falta de respeto porque me ha pasado. Y hablar del infarto desde la comedia ha ayudado a mucha gente a tener una visión distinta de la que tenía. Y con la muerte igual, porque yo dejo claro que mi padre ha fallecido, de hecho, me despido lanzándole un beso hacia arriba siempre. El público entiende que hago un homenaje a la gente que se ha ido, pero teniendo en cuenta eso, vamos a disfrutar y a reírnos, que hace mucha falta.
--Debe ser difícil subirse a un escenario, y más para hacer reír, cuando pasan ese tipo de cosas.
--Yo hice la función de Infarto una semana después de que falleciera mi padre en el mismo teatro que él estuvo por última vez viéndola. ¡Imagínate la carga emocional que puede tener! Cuando terminé dejé una rosa en el escenario en su memoria (lanza un beso). Es muy complicado, pero cuando tienes que trabajar debes olvidarte de todo, de la manera que puedas, y dedicarte a lo que es tu función: hacer reír a la gente.
--A usted no sólo se le tiene por un cómico, sino que además tiene un papel icónico en televisión y muy recordado por el gran público, el frutero de '7 vidas', pero siempre acaba en el teatro, tiene un espacio para él. ¿Qué le engancha tanto?
--La inmediatez de la respuesta del público. Hacer televisión está muy bien, por supuesto. Gracias a 7 vidas, fundamentalmente soy mucho de lo que hoy en día soy, pero en teatro dependes de ti y el resultado únicamente depende de ti, y más en lo que yo hago. No hay condicionantes ajenos. Y ver las risas del público es maravilloso.
--Otra pasión que te mueve es el evento anual que lleva tu nombre pero que es por una causa solidaria, el Festival Santi y sus amigos a beneficio de la Asociación Síndrome de Down Jaén. ¿Cómo definiría este proyecto y qué le aporta?
--Este proyecto manifiesta otro aspecto de la vida. Si pensamos que podemos pasar por la vida sin necesitar a nadie estamos muy equivocados. Además, nos estamos montando una vida muy triste. Nos toca equilibrar esa balanza que a veces está tan desequilibrada. Lo hago por egoísmo, porque recibo muchísimo más de lo que yo hago. La sensación es tan maravillosa que no supone un esfuerzo sino que te da un bienestar increíble. Deberíamos aprender mucho de la gente con síndrome de Down, son gente maravillosa. Si viéramos la vida desde la perspectiva de una persona con síndrome de Down, que no tiene envidia ni rencor, el mundo sería mucho mejor. Este año vamos ya por la 13ª edición. Además, siempre intento dedicar el mayor tiempo posible a causas solidarias. Me da lástima, por eso, que tenga que ser por iniciativas privadas y que no tenga el respaldo y la atención que se merece por parte de las instituciones públicas porque para eso están los impuestos, que a veces van vete a saber dónde. Ante esto yo no me puedo quedar en casa, me toca arrimar el hombre y echar una mano.
--Tanto el festival como la comedia en general, reciben pocas ayudas, nos aseguran los artistas.
--En la pandemia se les ha visto el plumero a muchos políticos. Dejaron correr la idea de que el espectáculo es yuyu, es caquita porque hay peligro, cuando el teatro era el lugar más seguro donde podías ir. Los políticos nos han dejado de la mano de Dios, todos. La política me da mucha alergia, estoy totalmente desencantado con toda esta gente que van a los suyo. Es todo mentira. Estaba convencido antes de la pandemia y más ahora. No pierdo tiempo en defender a uno o a otro, porque me dan igual. Yo voy a echar una mano cuando pueda, a currar, a sacar adelante a mi familia y a entretener a la gente.
--Lo veo indignado, comenta que tenemos una vida muy triste, desconfía de la política... ¿Qué nos pasa?
--Que hemos comprado un mensaje con el que, poco a poco, nos meten el miedo en el cuerpo. Nos dicen que está todo muy mal y pasan cosas muy sospechosas. No dejan de pasar cosas muy malas y de golpe: la pandemia, la invasión de Ucrania, la subida de los carburantes, de la luz... ¡La madre que los parió a todos! Nos lo hacen pagar y cada vez que pagamos más sufrimos este tipo de cosas. Hay que rebelarse contra eso. El ánimo y la ilusión es de las poquitas cosas de las que todos somos dueños. Que no nos pisen el ánimo, la esperanza ni las risas.