Octavi Pujades (Sabadell, 1974) vuelve a meterse en la piel de Jordan, un estadounidense que entra a trabajar en una tienda de cupcakes para hacer masajes con final feliz.
Este es el arranque de ¡Oh, Mami!, una comedia que tras casi dos años de éxito en el Teatre Borràs de Barcelona aterriza en el Teatro Amaya de Madrid, con la voluntad de hacer pasar un buen rato a los espectadores y plantearles algunas cuestiones.
Año de cambios
Pujades reconoce que la reemprenden “con muchas ganas”, con tres personas nuevas en el reparto, y con algunos cambios. La pandemia supuso un parón para él. Estaba de gira con El guardaespaldas y tuvo que parar.
Durante el confinamiento estuvo con su padre, que tiene una salud delicada. Con él compartía su día a día y lo grababa y contaba por la red. Un hecho que ayudó a visibilizar la situación en la que viven muchos mayores y a recordar lo importantes que son. El catalán se siente “afortunado” por poder volver al teatro y por estos meses con él.
--Pregunta: Pasó la pandemia, tuvo que cancelar su gira de El guardaespaldas y ahora regresa con una comedia. ¿Reír es más necesario que nunca?
--Respuesta: La comedia, el arte y la cultura siempre vienen bien, y más en tiempos de crisis para evadirnos de esta situación tan dura. Además la función te hace pensar sobre la libertad, la ruptura de los géneros. Eso siempre va bien.
--¿Cómo definiría a su personaje?
--El personaje es un americano que hace unos masajes enfocados a la sexualidad. Un tipo muy limpio y peculiar. Pero quien quiera conocerlo más tendrá que acercarse al teatro.
--¿Se ha encontrado alguna vez en una situación tan compleja como esta? ¿Le han ofrecido un trabajo y se encontró con otra cosa?
--Por suerte, los trabajos que me han planteado siempre han sido bastante honestos en su propuesta. Ahora, el hecho de conocer y explorar la sexualidad de cada uno siempre está bien.
--¿Aún hay tabúes?
--Tenemos la suerte de vivir en un país de Occidente rico y parece que todo avanza mucho y no siempre es así. Pero hay todavía muchos tabúes y prejuicios, mucho juzgar a los demás por lo que sienten, lo que quieren y desean. Cualquier cosa que sea para luchar contra esas rémoras del pasado y convencionalismos bienvenido sea.
--¿Es más fácil hablar de estos temas con la comedia?
--La ficción ayuda a canalizar estos temas, pero la comedia en concreto es una forma muy sui generis y muy efectiva que de otra forma igual no llega tanto. A través de ciertos personajes y las risas los mensajes llegan más que ciertas doctrinas y lecciones. Un poco como los bufones del reino. La comedia siempre ha tenido esa función de desenmascarar y decir ciertas cosas que antes no se podían decir.
--¿Y aún hay gente que se escandaliza con esta comedia?
--Escandalizar en el escenario siempre está bien. Ayuda a cuestionar condicionantes y parámetros establecidos. La comedia, la cultura, es belleza, es entretenimiento, pero también cuestiona. Porque todos somos muy liberales y tolerantes hasta que nos tocan nuestros valores establecidos, y siempre está bien ponerlo en duda.
-- Vuelve al teatro, después de la pandemia estuvo mucho tiempo con su padre. Compartió su día a día con sus seguidores en redes y tuvo una gran aceptación. ¿Cuesta volver al trabajo y separarse de él?
--Sí cuesta. Él necesita atención constante. Por suerte, tenemos a Fernando, su cuidador, que lo trata estupendamente. Pero yo tengo que ir a trabajar y pagar las facturas. Este es un trabajo que implica ciertas renuncias a nivel personal, sobre todo cuando vives lejos.
--¿Era una manera de reivindicar a los mayores que tan mal han pasado la pandemia?
--Lo hice para mostrar mi día a día durante el confinamiento. Mucha gente se ha encontrado en esta situación. Las personas mayores han pasado muy mal esta incertidumbre, así como las personas que tenían a su alrededor. Vivimos en una sociedad que va muy acelerada y en la que prima el rendimiento, el trabajo, la productividad, la juventud y dejamos de lado a los que ya han pasado su momento más productivo. No debería ser así. Si estamos donde estamos es gracias a los que nos han cuidado y levantado cuando éramos pequeños y han sido nuestro apoyo y soporte. Es el momento de devolvérselo y estar con ellos
--¿Y qué piensa cuando ven las imágenes de ciertos jóvenes en botellones?
--Yo tengo dos hijos adolescentes y lo han pasado mal. Es el momento de socializar y ha sido un disparo directo a su línea de flotación. Unos han sido responsables, otros no tanto. Tampoco nosotros hemos ayudado mucho, ha habido cierta incomprensión. Me preocupan más ciertas corrientes y pensamientos antivacunas que algunos comportamientos de los jóvenes. La gran decepción de todo esto y que genera más riesgo es eso.
--¿Y cree que el teatro puede ser alternativa?’
--La cultura siempre es un buen plan y una de las mejores enseñanzas que debemos aportarles es que socializar está genial, pero si lo hacen consumiendo cultura, mucho mejor.
En esta aventura en la capital, Mariam Hernández (Fuerteventura, Canarias, 1983) su suma al reparto para dar vida a Maribel, “una mujer con mucho carácter, mucha fuerza”. “Yo no tengo tanto liderazgo y me gustaría tener más. Maribel es de esas personas que cuando dice algo todo el mundo se calla y la escucha, la siguen, genera expectación. Consigue que su opinión atraiga al resto”, asegura.
Lo que le atrajo del montaje, sobre todo, es que las voces cantantes son “tres mujeres con tres caracteres totalmente diferentes, que siguen esta tendencia a conocerse y disfrutar la libertad, pero de una libertad sexual, sino como persona, de no conformarse con la vida sexual pero también de pareja, de trabajo”.
Libertad
La actriz lamenta que pese a que es algo “natural”, a día de hoy “los hombres tienen muchísima más libertad a la hora de hablar de sexo o masturbación que las mujeres, para las que parece que sigue siendo un poco tabú. Y cuando lo hacen tienen un estigma sin sentido. Muchas personas tienen un lastre, miedos en este sentido”.
Durante muchos años, esta libertad ha sido criticada, como ahora se critica a algunas personas feministas. Un hecho que no comprende por qué sucede. “Cuando la gente habla en esos términos de feminazi o feminismo extremo no entiendo de qué hablan”.
Feminismo
“El feminismo es igualdad y si hay una lucha es porque todavía hay una carencia, desigualdades, y es necesario reivindicar para llegar a esa igualdad, que es el único objetivo. La gente que habla así es por falta de información, machismo. Es algo a nivel social que debe cambiar y poco a poco lo hace”, apunta.
Hernández está muy ilusionada con la obra: “Me da mucha alegría volver al teatro, y la gente tiene ganas de hacer planes. Me encanta verlos abiertos y siempre con las medidas de seguridad. Tengo mucha esperanza de que esto vaya para arriba”.