Que la relación entre Enrique Ponce y Paloma Cuevas no es de las mejores es un hecho. El diestro le fue infiel hace un año y desde entonces no ha dejado de proclamar su amor por Ana Soria.

El matrimonio de 24 años se disolvía para sorpresa de propios y extraños. Ninguno dudó en pedir el divorcio y casi un año después lo firmaron. Pero quedaba un resquicio.

En venta

La diseñadora y el torero apenas se ven más allá que en alguna comida familiar con sus hijos por fechas muy concretas. Cosas esporádicas y breves, pero, más allá de las hijas, les une algo más, al menos, por ahora.

La expareja posee aún La Cetrina, una finca de 1.200 metros cuadrados repartidos en tres plantas y 900 hectáreas de terreno, que va a ser testigo de la comunión de su hija. Una celebración que puede servir como despedida.

Tensión

Ambos han decidido poner a la venta la que fuera su vivienda familiar durante años. Así lo informaba Diego Arrabal en Viva la vida, donde aseguraba que hace cuatro meses que la casa ha salido al mercado. Una información que corrobora Marisa Martín Blázquez quien añade que, precisamente el inmueble ha sido uno de los puntos más peliagudos a la hora de firmar el divorcio.

Ponce pasa por un momento de falta de liquidez por lo que el dinero le iría más que bien, el problema es que Paloma se ha dedicado a la finca en cuerpo y alma y allí surgieron las discrepancias. Finalmente, han acordado deshacerse de ella. Eso sí, por “muchos millones de euros”, asevera la periodista.