Love of Lesbian no son una banda cualquiera. 24 años después de comenzar su andadura, el grupo español formado por Santi Balmes, Julián Saldarriaga, Jordi Roig y Oriol Bonet continúa con más fuerza que nunca.
El grupo lanzó su último disco, Viaje épico hacia la nada, V.E.H.N., el pasado mes de abril, justo después del primer concierto multitudinario tras la pandemia del coronavirus. "Íbamos a sacar el disco un mes después del concierto, y nos daba la sensación de que, si eso salía mal, podría ser como dispararnos en el pie. Pero no fue así, fue todo lo contrario", asegura Balmes para Crónica Directo.
Momento histórico
Love of Lesbian se llenó de valentía en una época de miedos e incertidumbres y se unió a científicos en un importante estudio. El Palau Sant Jordi congregó a 5.000 personas el pasado mes de marzo, con medidas de prevención --mascarillas y test de antígenos previos-- pero sin distancias de seguridad. Una situación que parecía impensable unos meses atrás.
Santi Balmes reflexiona sobre los cambios en la industria y algunas de las temáticas de su último disco en medio del ajetreo de su gira de verano. Su próximo concierto será en el Cerdanya Music Festival, el próximo 23 de agosto.
--¿Con ganas de conciertos después de tanto tiempo?
--Nosotros llevamos un buen ritmo, y que no decaiga. Es una normalidad ciertamente extraña a la cual te tienes que acostumbrar. Pero llevábamos tanto tiempo parados que cuando empiezan a funcionar las cosas, no te planteas cómo está la situación, en cuanto al tema de organización de público o normativas, sino que por fin estamos en la carretera.
--El confinamiento no os fue mal del todo porque salísteis con un disco. ¿Cómo fue?
--La parte que me faltaba del disco, como cantar y las mezclas, fue la más perjudicada. Se tuvo que esperar un mes, estaba como el pastel en el horno, y era un poco raro de repente parar. Pero también sirvió para hacer algún tipo de modificación y escuchar el disco en casa con cierta calma. Pudimos reflexionar más sobre a dónde nos dirigíamos, plantear cómo iban a ser los video lyric, por ejemplo. Un trabajo que a veces hacemos un poco a última hora y esta vez lo pudimos planificar más.
--¿Hubo muchos cambios de lo que estaba pensado antes y como quedó después?
--No, no te creas. La temática ya de por sí coincidía bastante con la situación de hoy en día. Con lo cual, lo que hicimos fue enfatizar la situación con un par de frases que anclaran el disco en un contexto, que iba a ser el que se iba a encontrar el álbum cuando saliera.
--¿Desde qué motivación nacieron las canciones?
--Fue un tema de conflictos que habíamos tenido en la banda con otros agentes externos a nosotros. Temas que podrían haber llegado incluso a juicio, que nos dejaron un poco bloqueados, bastante enfadados y con una sensación de claustrofobia bastante heavy. A partir de aquí se generó un disco y poco a poco me fui dando cuenta de que estaba escribiendo sobre la necesidad de dar pasos hacia adelante.
--¿Vino del enfado?
--Hay una parte de enfado, eso está claro. Pero la motivación principal a la hora de componer es la búsqueda de la emoción y de la vivencia. A partir de ahí todo va cobrando forma poco a poco. Una canción no la acabas en un día, la mayoría pueden estar casi un año dando vueltas. Mi proceso es grabar mucha cosa. Igual tengo como 40 ideas y doy importancia a todas. Hay que desarrollar la intuición de saber cuáles son los temas que pueden ser para el próximo disco y cuáles van a necesitar un proceso de maduración más largo. A partir de ahí vas incorporando vivencias de tu día a día, vas escribiendo también notas del iPhone y vas mirando si van encajando con melodías que has hecho. Poco a poco la rama musical y la rama lírica se van acercando hasta convertirse en un único tallo.
--A nivel de sonido, ¿qué buscabais respecto a todo lo anterior que habíais hecho?
--Los discos surgen a partir de las cosas que se te han quedado pendientes en el anterior trabajo. Teníamos pendiente un poco más de enfado y, a partir de ahí, una necesidad de que fueran canciones un poco más cortas que en El poeta Halley, que fue un desparrame lírico. Esa fue la motivación, la necesidad de ser más sintético. Cosa que logramos a medias. Y la necesidad de ese enfado social y cultural, que eso sí que se ha quedado bastante impregnado.
--¿Creéis que vais al revés de la industria y del mainstream?
--Sí, vamos completamente al revés.
--¿Es premeditado?
--No, para nada, es que nos sale así. Venimos de un tipo de estilos, de música, de escuela, quizás porque tenemos una manera bastante artesanal de trabajar los temas y plantear los discos como un conjunto. Ahora ya no es que los discos no se traten como un conjunto, es que la mayoría de gente el tema de los discos se lo pasa por el forro. Es decir, ya solo son canciones puntuales y muchísimo featuring. A partir de aquí, nosotros tenemos la sensación de que somos esa librería en la que el día que quieras ir a buscar ese libro, lo vas a encontrar ahí. Nos mantenemos constantes en nuestra manera de hacer las cosas porque es la que nos sale con honestidad. Hemos intentado alguna vez sacar EPs y temas sueltos, pero no sé si nos acaba de funcionar o si nuestro oyente prefiere un disco de sumergirse.
--Personalmente, ¿sigue escuchando discos o está avanzando en los cambios de consumo?
--Yo soy de consumo lento. Lo que sí que es cierto es que cada vez hay menos paciencia. Hoy en día, la gente ve Youtube y al cabo de 20 segundos ya ha parado el vídeo si no le gusta la canción. Imagínate un disco entero. Ahora estamos muy dispersos. Estamos continuamente atacados por el Whatsapp, por una llamada, por un live de Instagram. Conseguir un tiempo de desconexión cada vez es más complicado.
--¿Intentáis que vuestras canciones perduren con el tiempo?
--No nos fijamos en eso. Cada canción tiene un tempo interno y un momento en el cual tiene que desaparecer y no ser redundante. A partir de ahí, si esa canción tiene que durar nueve minutos, a nosotros no nos importa siempre y cuando siga manteniendo la calidad y tenga un sentido. Ese aspecto no nos preocupa demasiado porque siempre salimos del punto de que estamos en un momento en el cual los usos culturales y de consumo han cambiado. Es como si sales ya con la sensación previa de derrota. Nosotros nos mantenemos bien, con lo cual, siempre que el público esté interesado, ahí estaremos.
--¿Todavía os fijáis en los números?
--Sí, eso se mira, no te voy a decir que no. Un poco para para ver qué estado estás. Pero son muy engañosos también. No dejan de ser casi procesos algorítmicos. A veces, canciones que no han llamado mucho la atención acaban ganando la partida. Por ejemplo, el disco 1999 entró en la lista de ventas en el número 33, y es nuestro disco más conocido hasta la fecha. Los demás han entrado en el número uno directos. Si una discográfica se hubiera dejado llevar por eso, al primer mes de ese disco, o al segundo, ya hubiera muerto, pero la gente se lo hizo suyo y, de repente, de la posición 33 pasó a la 17 y fue subiendo.
--En vuestra canción ‘Eterna revolución’ habláis de los radicalismos y extremismos. ¿Cada vez hay más?
--Yo creo que cada vez opinamos más sobre todo. Antes lo hacías en la barra de un bar con tus amigos, y ahora tus opiniones quedan marcadas en las redes sociales. Pueden ser retuiteadas y pueden crear una buena escandalera. Con lo cual, hay que saber discernir entre quién ha leído un artículo y quién solo se ha quedado con el titular. Hay que diferenciar el conspiranoico del sensato. Es toda una escuela de comprensión lo que está pasando y creo que no te hace ver ni el mapa de las personas en realidad, ni el mapa social de muchísima gente que son más moderados y que no están en las redes. Hay que saber discernir entre el puteo que tienes por ver cómo están avanzando ciertas opiniones retrógradas y con mucha tendencia a identificar al culpable fácil, de mucha gente que no opina en Twitter y que también luego van a ir a votar. Con lo cual te puede llevar a un puteo innecesario.
--¿Qué relación mantiene con las redes?
--Yo creo que cada uno intenta plasmar su personalidad social, no íntima. A partir de ahí, que cada uno haga lo que quiera con sus redes. Yo he tenido momentos muy conflictivos con ellas y con muchas ganas de enviarlo todo al garete porque realmente te da la sensación de que es un campo minado todo el rato.
--En vuestro último disco decís que Cataluña es bondage, ¿por qué hacéis esta referencia?
--Es un tema de la sensación, plasmada con humor, de esa tendencia que tenemos a anclarnos un poco en la derrota. En buscar la derrota y no darnos cuenta de que realmente tenías un Goliat delante. Y ese Goliat tiene todos los medios como para hundirte en la miseria. Aun así, somos muy ingenuos y muy naíf cuando queremos. A partir de ahí, hay una extraña sensación del niño que va hasta cierto punto ilusionado a plantarle cara a Goliat, y Goliat le mete una hostia que le revienta la cabeza. Y luego aún se extrañan. Es la poca valoración del enemigo que tienes delante. Yo creo que políticamente, históricamente, ha habido siempre una falta de previsión sobre lo que te vas a encontrar.
--Fuísteis el ejemplo de concierto después del confinamiento en el Palau Sant Jordi con más de 5.000 personas. ¿Qué valoración hacéis después de unos meses?
--Yo lo veo como un momento muy histórico, tanto para nosotros como para el contexto. Incluso trascendió de nosotros. Y una luz en medio de una temporada llena de niebla. Fue un momento de ilusión, de ver que no todo está perdido y que hay maneras de hacerlo siempre que se haga bien.
--Recibísteis algunas críticas.
--Nosotros estábamos muy tranquilos porque teníamos casi un ejército de los mejores científicos de Cataluña, que estaban interesados en que eso saliera bien. En el mes previo teníamos muchas dudas, pero hubo un momento en el que nos relajamos y fue todo increíble.
--¿Os planteasteis cancelarlo?
--Estuvimos a punto, sí. Porque íbamos a sacar el disco un mes más tarde y nos daba la sensación de que, si eso salía mal, podría ser como dispararnos en el pie. Pero no fue así, fue todo lo contrario.
--Ahora que se está reactivando la industria, ¿cómo ve la recuperación?
--Conforme las circunstancias sean complicadas, nosotros tenemos que seguir dando ejemplo. Tanto público como nosotros tenemos que ser conscientes de lo que nos jugamos en cada concierto. Las cosas pueden generar más o menos confianza. La cuestión, como todo en el mundo de la economía, es la confianza subjetiva que tengas en el futuro. Entonces, según cómo nos comportemos todos, la gente irá adquiriendo una cierta tranquilidad a la hora de ir a un concierto. Porque de verdad que hay ganas, se percibe la gente.
--Después de 24 años de carrera, ¿es fácil sobrevivir como grupo en los tiempos que corren actualmente? ¿Qué dificultades os habéis ido encontrando?
--Hay muchísimas, ya nos hemos encontrado de todo. Fuimos un grupo automáticamente criticado por los sectores más indie, diciendo que no éramos indies. Luego nos situamos en una posición cómoda, pero siempre tienes miedo de que dejes de interesar a la gente. En el proceso creativo te preguntas hasta cuándo la gente va a tener ganas de prestar atención a tus discos y a las cosas que te nacen.
--¿Os habéis visto en algún momento demasiado sobrepasados por todo?
--Sí, ha habido momentos que sí. Siempre hay un momento que piensas que la noria está yendo demasiado rápida. Pero bueno, era parte del juego. Era una casilla de este juego. Todo se acaba equilibrando poco a poco, pero eso lo sabes al cabo del tiempo. Cuando estás ahí, en medio de la vorágine, te da la sensación de que tienes un vértigo y un mareo bastante brutal.