La mayor referente en el mundo del fado y una de las artistas portuguesas con mayor proyección internacional, Carminho, presentó su último disco, María, en el Festival de Jazz del Palacio Real de Madrid el pasado 21 de julio.

El último álbum de la artista, el quinto y más personal de su carrera, incluye varias canciones de su autoría. Un diálogo constante de la lusa con sus raíces en el fado, donde combina el lenguaje tradicional con una mirada libre y contemporánea al mundo que inspira, reinterpretando lo que es para ella la música de su país.

Fado

"Para mí no hay nuevo fado. El fado es una lengua viva que se va transformando con las generaciones y con la forma en la que los fadistas crecen con su cultura", comenta la cantante sobre el género portugués.

Carminho llegó a España de la mano de Pablo Alborán, en una colaboración del tema Perdóname del artista. "Pablo es un artista maravilloso, es una persona increíble, generosa, alegre y talentosa", asegura la portuguesa. La cantante recuerda sus inicios en la música y su pasión en una conversación con Crónica Directo.

--Pregunta: ¿Cómo ha sido la vuelta a los escenarios?

--Respuesta: Es una vuelta muy buena porque es un final lleno de esperanza, de que todo va a volver a la normalidad otra vez.

--Presentó su disco ‘María’ en el Festival de Jazz del Palacio Real de Madrid. ¿Cómo nace?

--Es un disco muy personal porque es una vuelta al fado. El disco anterior fue dedicado a Tom Jobim y fue una invitación de su familia para hacer un disco sobre sus canciones. Un gran honor para mí, pero una salida de mi lenguaje materno. El fado lo empecé a cantar al mismo tiempo que empecé a hablar portugués y para mí es un lenguaje muy personal, muy íntimo y mi forma de comunicar es a través de él. Lo echaba de menos y tenía muchas ganas de volver.

--¿Cómo volvió?

--Empecé a hacer un trabajo de memoria y de regreso a mis lugares, cuando era muy chiquitita y escuchaba el fado con mi padre y mi madre en casa. Nosotros vivíamos lejos de Lisboa, donde estaban las casas de fado y ellos decidieron hacer la suya propia en casa. Gracias a eso tuve la oportunidad desde pequeña de escuchar el fado en vivo. Es una cosa poco frecuente porque las casas de fado no son lugares para niños porque son de noche, pero yo la tenía en mi propia casa.

--¿Es un disco autobiográfico?

--Sí. Para el disco empecé a recordar las emociones, las situaciones que me llevaron a ver lo que es el fado para mí, e hice un retrato. María es mi primer nombre, por eso es autobiográfico y se titula así. Carminho es mi nombre artístico, pero María es mi nombre y es también el nombre de muchos portugueses, hombres y mujeres. De esta manera podía personificar a todos los portugueses y su alma. Pero también es mi visión del fado. Es un trabajo sobre el fado tradicional y fue algo que me hizo mucha ilusión hacer porque estaba hablando de mí y de mis memorias. Acabó por ser la primera producción mía.

--¿Por qué lo produjo y compuso?

--Este disco tenía que producirlo porque yo estaba intentando recordar las emociones que sentía cuando era muy pequeña y las cosas que me hacían vibrar. No podía haber otra persona que lo hiciera. Este álbum tiene más composiciones propias que los anteriores. A mí me da igual cantar mis canciones o las de otras personas porque si encuentro una canción de alguien que me dice algo al corazón, la hago mía y no hago distinción de las canciones que están escritas por mí o no. La interpretación consiste en crear mi propio mundo, entonces esto se transforma en algo que es mío también, aunque no lo sea.

--¿Cómo recuerda sus inicios en el fado?

--Los inicios fueron muy naturales porque mi madre es cantante y los primeros pasos fueron en familia. Cuando tenía 11 años, mi familia se mudó a Lisboa, donde mis padres abrieron una casa de fados. Ahí empezó mi formación más seria porque a mí me fascinaba ir con mi madre a la casa de fado. Muchas veces ella no me dejaba quedarme mucho por la noche porque tenía que estudiar, pero los fines de semana sí y ahí empecé a crear una relación muy grande con los fadistas, con los músicos, no solamente con las canciones que escuchaba, pero también con las historias, con el ambiente. La cultura del fado no es solamente la música, sino también la forma como las personas viven y qué historias tienen.

--Y empezó a cantar.

--Todo esto lo viví y lo aprendí en esta casa de fados y así empecé a cantar. Conocí a Amalia Rodríguez y a muchos otros fadistas que fueron grandes referencias. Ya de más adolescente empecé a cantar profesionalmente. Fui a la universidad a estudiar Marketing y Publicidad y mientras seguía actuando y juntando dinero. Cuando terminé la universidad estaba muy confundida porque no me gustaba lo que había estudiado, así que me fui por el mundo durante un año de mochilera. Fui sola, sin móvil. Fue un año increíble donde estuve haciendo voluntariado por muchos lugares como India, Tailandia, Nueva Zelanda, Chile, Argentina, Uruguay... Me abrió la mente, fue muy importante para abrir mis horizontes y mi corazón. Antes de irme, cuando estaba terminando la universidad, tuve cuatro propuestas de discográficas para hacer un disco. Las editoras llegaron a la casa de fados y me propusieron grabar, pero les dije que no.

--¿Por qué?

--Porque no me sentía preparada, era joven, no tenía madurez para defender el disco. Grabar el disco es fácil, pero defenderlo y cantarlo en un escenario, saber el discurso, lo que quieres decir y transmitir, es toda una construcción artística que me pareció demasiado importante para hacerla sin pensar. El viaje fue muy importante para formar mi personalidad y mis historias, para construir mi trabajo artístico y comenzar a pensar lo que me quería decir a mí misma, pero también al mundo. Cuando volví hice mi primer disco en 2009, que se llama Fado, y ahora estoy aquí.

--¿Qué características debe tener un intérprete de fado?

--Primero, tiene que ser portugués. Es la característica principal para mí porque tiene que sentir las cosas. Algo que aprendí con los viajes es que los seres humanos tienen muchas cosas idénticas, pero las culturas cambian las formas de sentirlas. Como la manera de amar, por ejemplo. En cada lugar se hace de una manera, con unos gestos, con unas palabras, pero los sentimientos son los mismos. Por eso es normal que los portugueses canten el fado de una manera propia. También hay que conocer bien la cultura. Si no has nacido junto a los fadistas, tienes que pasar mucho tiempo intentando captar la cultura, el lenguaje, empaparte de los discos y de las casas de fado para conseguir captar la esencia. Es un lenguaje muy sutil, cuesta distinguir lo que es o lo que no es fado, pero es algo que se siente cuando tienes el lenguaje.

--¿Se podría reinventar el fado como Rosalía hizo con el flamenco?

--Rosalía fue muy buena en sus abordajes, pero creo que el flamenco tiene otras características. Ella tiene su camino, si quiere volver al flamenco, puede porque se nota que es su primera lengua y su forma de expresar. Pero el flamenco sigue siendo otra cosa y es lo mismo con el fado. El fado es un lenguaje muy rico, precioso y lleno de sabor. Mucha gente hace fusiones para beber un poquito del sabor del fado, pero se vuelve más pop. Pero para mí no hay nuevo fado. El fado es una lengua viva que se va transformando con las generaciones y con la forma en la que los fadistas crecen con su cultura y con las experiencias. Mi disco tiene experimentación sobre lo que pienso del fado tradicional. Por eso para mí es un disco de fado tradicional, pero con una experimentación de mi sentimiento.

--¿Qué experimentación?

--Por ejemplo, yo hice un ejercicio de sustracción de los instrumentos llevado al extremo para quitarlo todo y que solo se quedara la voz. Por eso el disco empieza con la voz a capela. Yo quería demostrar que cuando tienes una voz que tiene el lenguaje y que quiere decir algo a través del fado, tienes un fado. Una voz que siente y que se entrega. En este estilo se usan otros instrumentos, pero basta sinceridad al cantar y ya puedes encontrar la energía.

--En España es conocida por su colaboración con Pablo Alborán. ¿Cómo fue trabajar con él?

--Fue increíble. Es un artista maravilloso, es una persona increíble, generosa, alegre y talentosa. Y es alguien que se va a quedar siempre en mi vida, sigo hablando con él para saber como está y me alegro mucho de sus logros. No esperábamos lo que pasó con Perdóname porque fue algo muy sorprendente para los dos. La música es bellísima, pero no sabíamos que provocaría esa reacción del público portugués y español. Llegó a la primera posición de muchas listas. Fue una gran alegría para nosotros porque podíamos hacer lo que nos gustaba y viajamos mucho. Hicimos muchos conciertos juntos, muchos programas de televisión y de radio... Fue un momento muy bueno.

--¿Le abrió fronteras?

--Claro. Yo pienso que siempre que te unes a alguien en una colaboración son dos mundos que se juntan para crear un tercero. Y son públicos diferentes: personas que van a conocer más el fado por la proximidad tras escuchar Perdóname y gente que va a buscar esta sonoridad española porque están escuchándola en Portugal.

--¿En Portugal se escucha música española?

--No mucho. Perdóname fue un momento muy bueno en el que la radio ponía mucha música española. Ahora está muy de moda el reguetón, pero es latino y no de España. Pero de música de España hace mucho tiempo que no viene un artista nuevo y lo estamos esperando. Las radios a veces ponen a Alejandro Sanz y a Pablo Alborán, pero poco más.

--¿Le ha afectado el auge de la música urbana?

--Yo pienso que la música tiene sus lugares. Si te vuelves muy popular es porque estás haciendo algo que se aproxima al pop. Las personas que escuchan flamenco van a escuchar flamenco. A veces hay músicas que se escuchan más, pero tienen su universo. Yo tengo el privilegio de tener mi carrera internacional y cantar en varios países, pero en cada uno me encuentro dentro del universo de los que les gusta esta música. Si de repente tuviera muchas más personas escuchándome, sería porque probablemente estoy haciendo algo diferente, por eso no me asusta. En esos casos también te encuentras con un público menos fiel, porque les gusta solo una canción y no se van a dedicar a conocer tu carrera. Un fan es alguien que conoce lo que haces. Yo tengo mi público que me respeta, que me sigue, que me apoya desde siempre, y es un privilegio.