Rocío Carrasco se ha sentado de nuevo frente a las cámaras de televisión. Y lo ha hecho para contar su vida, “su verdad”. El estreno de la docuserie Contar la verdad para seguir viva ha sido todo un fenómeno.

La hija de Rocío Jurado ha llorado, sonreído y narrado episodios espeluznantes que ha vivido. Especialmente doloroso ha sido el relato del maltrato al que le sometió en su día Antonio David. Un relato que ha hecho reaccionar a la mismísima ministra de Igualdad, Irene Montero.

Primeras mentiras

El espacio no se ha centrado solo en la parte más escabrosa de la relación con el padre de sus hijos, también en sus inicios, en los que ella estaba enamorada. Un amor que no le dejó ver algunos movimientos sospechosos e incluso algunas primeras acusaciones de infidelidad.

La pareja de Antoniodá, en su día, lo creyó a pies juntillas. Incluso cuando lo acusaron de quedarse el dinero de una multa por el que le decretaron arresto domiciliario. Un arresto que no solo se saltó, sino que en su ilegalidad pegó a un adolescente que lo reconoció, el hijo de un cabo de la Guardia Civil.

 

 

Rocío Carrasco, en Telecinco

Exclusivas y tirones de pelo

Esto hizo que la prensa “estuviera muy, muy encima” y empezaron a dar exclusivas. Poco después ella tuvo un accidente y durante una época se quedó en casa de una amiga, Cristina Cárdenas. Pero allí empezó a vivir episodios de violencia verbal. La llamaba “inútil”, la tachaba de gorda y de no servir “para nada”.

Carrasco asegura que incluso su novio le medía las palabras que decía a la prensa y le advertía al respecto, pero ella lo normalizó. Pero hubo más, como “tirones de pelos” que no se sabe “ni cómo termina ni cómo empieza”. Unos hechos que ya en su día su amiga contó en televisión.

Justificación de la violencia

"Yo estaba sentada en un sofá y él me agarra del pelo, me pega un tirón de pelo y me da con la cabeza en la mesa. Y subió echándome la culpa de todo. Que era todo por mi culpa", detalla. “Lo daba por bueno, lo dejaba pasar”, lamenta. Pero todo eso continuó e incluso llegó a echarla. Hasta que él se arrepintió y ella lo creyó.

Por aquel entonces, ella lo vio normal, pero ahora, con el paso de los años, lamenta que no hubiera visto cómo era Antonio David. “Qué poco sabía que iba a ser mi verdugo”, sentencia.