Sara Carbonero e Iker Casillas llevan meses envueltos en rumores de divorcio. Una ruptura que ambos protagonistas han desmentido en más de una ocasión, tal y como demostró el futbolista cuando su mujer tuvo que ser operada de urgencia hace apenas un mes.
Sin embargo, este miércoles 10 de marzo la revista Lecturas ha lanzado en exclusiva que, finalmente, el matrimonio había llegado a su fin. El bombazo ha acaparado toda la atención mediática, que se han centrado en confirmar las especulaciones. Pero como todas las veces anteriores, parece ser que se trata de una nueva falsa alarma.
Iker y Sara viven juntos, en familia
Vista la repercusión que ha alcanzado la noticia, los reporteros de la revista ¡Hola! han indagado en el asunto para confirmar si era verdad que la pareja había tomado caminos diferentes. Varios medios informaban de que el matrimonio vivía en casas distintas y que cada uno hacía su vida, pero nada más lejos de la realidad.
El entorno de la mediática pareja ha vuelto a desmentir los rumores y aseguran que ambos siguen igual de unidos que siempre. Según esas fuentes, Iker y Sara siguen con su rutina familiar y en pareja conviviendo bajo el mismo techo, en su casa de la Finca en Pozuelo de Alarcón (Madrid).
Los dos son personas de riesgo
Sus allegados también apuntan a que las especulaciones se han generado debido a que la familia, actualmente, tiene un ritmo de vida mucho más tranquilo que antes debido a que los dos son personas de riesgo. Las enfermedades que han afrontado estos últimos años, sumado a la pandemia del coronavirus, los han forzado renunciar a hacer planes fuera de casa.
Eso sí, cabe señalar que el matrimonio disfrutó el pasado fin de semana de un día en en casa de unos amigos, acompañados de sus hijos Martín y Lucas. Y para los que aseguran que Iker ya no vive en ese inmueble, desde ¡Hola! afirman que el exfutbolista sale a diario con su coche de la casa para llevar a sus hijos al colegio, sale a dar largos paseos con su perro, acude a su puesto de trabajo en la ciudad deportiva del Real Madrid y regresa a la hora de comer. Y, por su no fuera suficiente, queda para jugar a pádel con sus amigos tres días en semana.