Todo un ritual más que un plato del recetario. Tomarse un trozo de tortilla de patata acompañado de una cerveza o una copa de vino. Un bocado a media mañana cuando el hambre aprieta o bien ya entrada la tarde para ir calentando de cara a la cena. De todas formas, nadie se resiste a esta elaboración que a pocos disgusta.
Un momento de placer gastronómico que puede llevarse a cabo en casa, si uno es mañoso con esto de los fogones y con lo de dar la vuelta a la sartén sin que la tortilla se caiga al suelo, o bien rendirse a los mejores bares y restaurantes donde sería todo un pecado irse sin probar esta que es su especialidad.
Una receta clásica
Cuando se habla de la tradicional tortilla de patata, el debate no surge en cuanto a su encanto, ya que eso es algo indiscutible en la gastronomía nacional. Las discrepancias, siempre en tono simpático, tienen que ver con un ingrediente que para algunos es primordial y para otros no tanto. Es el caso de la cebolla.
Gustos aparte, lo cierto es que salvo ese pequeño matiz esta elaboración apenas ha cambiado con el tiempo. ¿El secreto? Ingredientes de primera calidad (patata, huevo y aceite), una adecuada proporción de los mismos y una buena técnica (los hay a los que les gusta que no quede demasiado cuajada en su interior). Unas premisas que también se respetan en los verdaderos templos de la tortilla en la ciudad condal.