La preocupante realidad de que hay animales en peligro de extinción nos enfrenta con la fragilidad de la biodiversidad en nuestro planeta. Esta situación se debe a una combinación de factores: la pérdida de hábitat, la caza furtiva, la contaminación y el cambio climático. Cada vez hay más especies ante la amenaza inminente de desaparecer para siempre si no se toman medidas urgentes para proteger sus hábitats y combatir las causas subyacentes de su declive.
Por eso, la conservación de la vida silvestre no solo es crucial para mantener el equilibrio ecológico, sino que también representa una responsabilidad moral hacia las generaciones futuras y un reflejo de nuestro compromiso con la preservación del mundo natural que nos rodea.
¿El oso pardo en peligro de extinción?
En este caso, queremos hablar de los osos pardos en Los Pirineos ya que según los últimos datos del Grupo de Seguimiento Transfronterizo del Oso pardo en el Pirineo (GSTOP) no hay información muy favorecedora.
El 2023, se detectaron 83 ejemplares de oso. Esta cifra corresponde al número mínimo de osos hallados en un año. Se trata de 37 hembras, 40 machos y 6 individuos de sexo no identificado. De estos, 43 son adultos potencialmente reproductores (26 hembras y 17 machos), 24 subadultos y 16 crías. Según los cálculos elaborados por el GSTOP, se estima que la tasa media de crecimiento anual de la población de oso en los últimos cuatro años ha sido del 10,94%.
En cuanto a ejemplares que se dan por muertos o desaparecidos, la cifra es de 7 (3 adultos y 4 subadultos). En este recuento de bajas, se contabilizan los ejemplares de los cuales se tiene evidencia de muerte o bien no se tiene ningún indicio desde hace dos años.
¿Dónde están los osos?
El territorio de distribución del oso se estima en aproximadamente 7.100 km2, lo que representa un incremento de 1.700 km2; con respecto al año 2022 y de 600 km2; en comparación con el año 2021. Esta área abarca unos 230 kilómetros de este a oeste, desde el suroeste del departamento francés de los Pirineos Orientales hasta el nordeste de Navarra. El aumento en la extensión se atribuye, principalmente, a los movimientos de dispersión de ejemplares jóvenes y subadultos, particularmente en los límites oeste, este y sur del territorio de distribución. Desde el año 1996, se ha observado una tendencia al crecimiento constante en la medida del área de distribución, lo que refleja en gran medida la evolución demográfica de la población de osos.
El monitoreo de la población de osos se basa en dos enfoques para localizar indicios de presencia de ejemplares: el oportunista (daños, avistamientos, huellas, rastros, excrementos) y el sistemático (operaciones planificadas).