Es uno de los pueblos más bonitos de la Costa Brava y no es por poca cosa. Además de sus preciosas calles empedradas y su muralla medieval, se esconden playas de agua cristalina que -sí, muchas sí- están comidas por el turismo. Sin embargo, algunas resisten aún hoy a la masificación del visitante de cóctel y bikini; y una de ellas es la que te presentamos.
Ava Gardner, Frank Sinatra, Kylie Minogue, Mario Cabré y otras tantas estrellas de Hollywood cayeron rendidos ante los encantos de Tossa de Mar. No hablamos de Andrés Velencoso, que todavía no estaba presente, sino de sus calles y sus playas.
Rincones como Cala Giverola son suficiente son suficientes para enamorarse de un paraje natural que combina aguas cristalinas con la historia de un municipio que se remonta la Antigua Roma. Su belleza es tal que se rodó allí Pandora y el holandés errante.
Qué ver en Tossa de Mar
Antes de adentrarnos en la playa, Tossa merece una visita. Un paseo por calles murallas es recorrer el pasado de este país. Desde la villa romana dels Ametllers al recinto amurallado de la Villa Vella uno no deja de admirar el estado de conservación del lugar y su crecimiento.
A eso se le añaden las murallas, que coronan una de las playas principales del municipio y que lo convierten en un municipio de postal. También por allí, uno se puede encontrar al modelo catalán antes citado y la estatua de una estrella de la talla de Ava Gardner, que marcó a sus habitantes. Algunos supervivientes y descendientes, aún pueden contar anécdotas de su paso por ahí.
Cómo llegar hasta la cala secreta
Hecha la visita de rigor. Cinco kilómetros al norte y por una carretera de curvas (o el camí de ronda si se prefiere llegar a pie), uno encuentra una de las playas más bonitas del lugar. Aunque no sea fácil su acceso.
El visitante o bien camina este trecho por el camí de ronda, donde de camino puede bañarse en otras hermosas calas; o coge el vehículo particular, toma la carretera a Sant Feliu de Guíxols y se detiene en el parking de pago que hay en el resort Pola-Giverola. Son 10 euros al día.
Su cala más paradisíaca
El desembolso vale la pena. Eso demuestra el éxito que vive esta cala que, en pleno verano, es como la miel para las abejas. Un paraíso en medio de la costa de Girona en el que sus aguas brillan por encima de todo.
El mar Mediterráneo baña estos 170 metros de playa que combina la arena gruesa con una zona de rocas donde los más pequeños se distraen observando a cangrejos y otro tipo de fauna.
Qué hacer en el pueblo y alrededores
Pese a su tamaño, la cala cuenta con todo tipo de equipamientos. Su proximidad con el camping y el resort de la zona hace que cerca haya sitios donde encontrar donde comer. Incluso cuenta con un chiringuito.
Y para los que no quieren tanto descanso en sus toallas o en las hamacas disponibles que hay, Cala Giverola ofrece todo tipo de experiencias náuticas: submarinismo, snorkel, escapadas en kayak o incluso en lancha. Un paraíso en el que es imposible aburrirse.
Las ventajas de visitar una cala en vez de irse a la playa
Muchas veces puede darnos pereza recorrer algo más de camino teniendo una gran playa enrente. Sin embargo, las ventajas de ir un poco más allá y explorar los alrededores para encontrar un buen sitio donde bañarse son altamente recompensados.
Entre otras cosas, por el manejo del estrés. Merece la pena apartarse de los millones de toallas para conseguir un rincón de tranquilidad.
Eso sí, si nos permites que te demos un consejo, busca la playa antes de necesitarla. Así, cuando tengas el momento de calor y necesites bañarte, ya sabrás dónde ir.