Cuando se habla de la Garrotxa siempre se destaca una cosa, el hecho de que es la única zona volcánica de Cataluña. A partir de allí, se suele hablar de su naturaleza increíble, de sus rincones ocultos... Su capital, en cambio, queda algo más relegada. Y eso que oculta una joya modernista que merece muchísimo la pena.
Olot es la ciudad más grande de la comarca. Protagonista de refranes subidos de tono, festivales e incluso sede de una de las universidades más importantes de Cataluña. Pero su arquitectura es también muy destacable.
Familia importante de Olot
Desde hace tres siglos, una casa fue símbolo del progreso de la zona. La familia Solà, procedente de Batet de la Serra (Girona), se hizo construir todo un edificio familiar en 1781 que fue digno de admiración, por su grandeza y símbolo de bienestar.
Sus herederos continuaron allí, generación tras generación. El paso del tiempo deterioró el edificio y, recién entrado el siglo XX, los Solà Morales decidieron hacer una reforma acorde con los tiempos. El modernismo estaba en pleno auge y un nombre destacaba entre el resto.
Domènech i Montaner
Más allá de los Gaudí y Puig i Cadafalch, Lluís Domènech i Montaner despuntaba por sus increíbles edificios diseñados en Barcelona, el Palau de la Música, la casa Lleó Morera o la fachada de la editorial Montaner i Simon (actual Fundació Antoni Tàpies) ya estaban en pie. Prendados por la belleza de estos edificios, la familia de Olot contrató sus servicios.
Los resultados todavía se pueden disfrutar a día de hoy. Situada en el Paseo de Blay de Olot, la nueva fachada, reconstruida entre 1912-1916, es de un diseño tan cuidado que la casa Solà Morales ha sido declarada bien cultural de interés nacional.
Arquitectura fascinante
El edificio está formado por una planta baja y tres pisos superpuestos. En el piso que da a la calle, dos grandes puertas de arco rebajado a cada lado dan la bienvenida al visitante con una puerta de acceso. Su decoración al entrar recuerda a aquellos bajos que había en la casa Lleó Morera y que ya no existen.
Desde allí se aprecia la presencia de un sótano y a un pequeño altillo. En el primero destaca una increíble reja de hierro forjado con una decoración floral, un símbolo del modernismo que quería conjugar en comunión urbanismo y naturaleza. En el altillo, dos imponentes culturas de estilo jónico dividen el espacio. En ambos pilares, lucen dos esculturas femeninas creadas por Eusebi Arnau.
Dos pisos
El primer piso destaca por un balcón cerrado e individual y a su lado aparece otro balcón central más amplio con tres salidas. Pero si por algo destaca su exterior es por su imponente tribuna, con grandes cristaleras separadas entre ellas por columnas decoradas de elementos naturales.
En el segundo piso, los balcones son individuales. Pero si algo destaca es que desde el sótano y hasta la tercera planta, la fachada delicadamente esgrafiadas de estilo barroco rococó que reproducen los existentes del siglo XVIII, pero en este caso, dibujados con guirnaldas animales y florales.
Un tesoro
Por último, el tercer piso es una tremenda galería abierta, apuntalada por falsos arcos, pero esta vez sujetos por unas columnas de estilo corintio que simulan aguantar la cornisa del edificio.
Esto es sólo el exterior, pero realmente, la Casa Solà Morales guarda también grandes tesoros en su interior. En sus tres plantas se pueden apreciar la historia no sólo de la familia y el edificio, sino también de la ciudad. Todo ello, con algunos de los muebles y elementos decorativos originarios de los siglos XVII y XIX. En definitiva, una joya arquitectónica que brilla con luz propia en el centro de Olot.