Es obvio que las obras de Gaudí beben de las formas de la naturaleza. Cualquiera que haya visitado una de sus creaciones puede ver efectos de una gota de agua en el mar, una espalda de dragón… Pero hay unas cuevas, muy cerca de Barcelona, que son casi iguales que unas cuevas del Parc Güell.
Enclavadas en las montañas de Sant Llorenç de Munt, las cuevas de Sescorts son un tesoro geológico, una prueba más de que la naturaleza misma crea unas formas sinuosas que ni el hombre puede imaginar.
Cuevas de Sescorts
Son muchos los que pasan por allí de excursión y no reparan en ellas. La sierra es una de las zonas favoritas de los barceloneses para ir de escapada de domingo y conectar con la naturaleza, la Coma de la Abella, más conocida como La Coma. La llamada Roca Petanta, protege estas cuevas que se aparecen justo a la altura de la Cova o Morral del Drac.
La diferencia con sus cuevas vecinas es que Sescorts, no es simplemente una, sino un conjunto de siete cavidades que se extienden con gracia en un estrato perfectamente horizontal del risco. Pero si algo sorprende de ellas son las columnas que presentan su fachada.
Refugio humano y animal
Formadas por las filtraciones de agua en las rocas, estas formaciones rocosas fueron usadas rápidamente como refugio de los pastores y sus animales durante siglos. Incluso ahora, debido a sus grandes dimensiones, dan cobijo a varios excursionistas de la zona si les agarra una fuerte tormenta.
La cueva central, con su boca amplia y de fácil acceso, invita a sumergirse en sus profundidades iluminadas por la luz natural. En su interior, descansa un banquillo natural que abraza el fondo de la cavidad, acompañado a la derecha por una pica natural adornada con una colada estalagmítica imponente.
Un trabajo natural
Por otro lado, la cavidad situada a poniente se despliega a lo largo de 250 metros, con un vestíbulo espacioso que parece dividirse en tres salas independientes gracias a dos columnas centrales. Sin embargo, una vez dentro, estas salas revelan su conexión intrínseca, creando un juego de interrelaciones subterráneas.
Aunque en el vestíbulo inicial es posible mantenerse erguido, la altitud del techo va disminuyendo a medida que se adentra en la cueva, sumergiendo a los exploradores en un mundo de estalactitas y formaciones rocosas. La roca aflora por doquier, revelando la fuerza de la naturaleza que ha esculpido estas maravillas a lo largo de los milenios.
Formas extraordinarias
Según el catálogo municipal, la historia de Sescorts podría haber incluido muros de piedra seca de aproximadamente dos metros de altura, actuando como guardianes que cerraban y protegían la cueva. De allí que sirvieran de refugio y estén clasificadas como una zona arqueológica a proteger.
Sus sinuosas formas, su desafío a la naturaleza y sus columnas tan parecidas a las del Parc Güell de Gaudí, la hacen merecedora tanto de protección como de visitas. Un tesoro natural a tan sólo 40 minutos de Barcelona, al que se llega por la C-58 y la Carretera de Matadepera.