Hay discotecas que hicieron historia en Cataluña. Son míticas Chasis, Scorpia y Pont Aeri, pero en la provincia de Tarragona, más allá de Pachá Salou, sobresalía otra a una hora de Barcelona. Hablamos de Louie Vega de Calafell.
En los años 80 y 90 esta discoteca no era solo un lugar para bailar, era un emblema de diversión desenfrenada que marcó la juventud de miles de personas. Sin embargo, hoy en día, la que fuera una joya de la vida nocturna se encuentra en un estado de abandono que refleja las sombras de su pasado glorioso.
Inicios y premios
La discoteca, que abrió sus puertas en 1988 bajo la dirección de Alfred Arribas, se convirtió en un punto neurálgico de las noches de la Costa Dorada. Su diseño e interior le valió el reconocimiento arquitectónico, obteniendo incluso el prestigioso premio FAD, y su singularidad la catalogó como Bien Cultural de Interés Local.
Un elemento icónico, que le valieron estos reconocimientos y que perdura en la memoria de quienes alguna vez se perdieron en sus luces de neón, es la avioneta incrustada en su fachada. Lo que parecía una excentricidad, por eso, tenía un significado, era un homenaje a otro avión que se estrelló durante la Guerra Civil española y que llevaba el nombre de Louie Vega.
La caída
Pero ese no era el único elemento característico de la discoteca. En las instalaciones también había una piscina, epicentro de las cálidas noches de verano. Más de uno bailaba en remojo. Esas noches eran memorables.
Pero poco a poco su fama empezó a menguar. La aparición de Central Cubelles, extensión de Scorpia en la provincia de Tarragona y otros clubs en la Costa Dorada empezaron a notarse. El remate definitivo fue el 2008.
Cierre definitivo
Los estragos de la crisis económica comenzaron a notarse y la discoteca cerró temporalmente en el 2010, solo para volver a cerrar definitivamente en el 2012. Desde entonces sólo queda allí el viejo acceso en coche al club y su estructura. Esa avioneta incrustada en la fachada parece hasta real, debido a su terrible estado.
Como pasara con Pont Aeri, fueron muchos los jóvenes que se acercaban allí para sus fiestas ilegales, botellones y demás. Ante esta situación, en 2016, sus puertas fueron tapiadas para evitar saqueos y ocupaciones. Sólo su estatus de Bien Cultural impidió su demolición.
Proyecto fallido
Hoy, el estado de la discoteca Louie Vega es tan sólo un recordatorio decadente de sus días de gloria. Aunque la propiedad es ahora municipal, tras una operación que ascendió a 1,6 millones de euros, la incertidumbre sobre su futuro persiste.
La deuda acumulada por los propietarios, equivalente al costo de la operación, ha sido saldada, y el Ayuntamiento ha obtenido patrimonio. Esto ha llevado a la cancelación del proyecto inicial de construir viviendas y un espacio comercial en el terreno, optando por destinarlo a equipamientos aún por determinar.
¿Y ahora qué?
La antigua discoteca, con sus paredes que alguna vez vibraron al ritmo de la música, permanecerá en pie, sí, pero si no se hace nada, quedará en el olvido. Sólo la melancolía de los que pasaron allí memorables noches hace atractivo su actual estado de abandono.
Es un Bien Cultural, es un recuerdo de la historia, de la cultura de Calafell. Un edificio que recuerda que, tras la muerte de Barral, la vida en el pueblo seguía activa. ¿Y ahora? Ahora Louie Vega, apartada de la carretera, entre árboles que ocultan su gloria, es sólo uno de tantos testigos silenciosos que da fe de la decadencia del tiempo.