El titular de la revista ¡Hola! del 19 de agosto de 1972 es claro: "María del Carmen Martínez-Bordiú de Borbón posa para Dalí". La imagen da fe de ese encuentro. Aparece el pintor catalán con la nieta de Francisco Franco. Y de allí, saldría un cuadro. Un cuadro que nunca vio la luz.

La nietísima prometió a su futuro marido que le iba a regalar un retrato suyo realizado por el artista. Era su deseo. A su vez, era la manera de estar a la altura del regalo que le hizo su prometido. Alfonso de Borbón y Dampierre obsequió a la mujer con algunas joyas de la reina Victoria Eugenia. Tenían que estar a la altura.

Promesas a Dalí 

Convencer a Dalí no fue fácil. Su precio por retrato era de 100.000 dólares y tenía que encontrar tiempo para realizarlo. Con la intervención de tres personas. Una del círculo del Borbón, otra del dictador y otra del pintor. Se llegó a una resolución. No se le iba a pagar con dinero, sino en especies: un cuadro de la colección privada de El Prado.

Encontrar la fecha tampoco fue fácil. No pudo ser antes de la boda, se hizo después. Era el verano de 1972 y la pareja se encontraba en la Costa Brava, momento idóneo para acercarse al taller del mago surrealista.

Carmen Martínez Bordiu retratada por Dalí SALVADOR DALÍ Fundación Gala-Dalí

Presentación al dictador

Las condiciones las puso él. No iba a ser un retrato al uso. A pesar de estar embarazada, Dalí tenía claro lo que quería, a la nieta del dictador subida a un caballo. Y lo hizo. 

La presentación fue el 7 de noviembre en el mismo palacio del Pardo con el dictador, su esposa y sus hijos. A pesar de ser un cuadro bastante realista, el dictador no lo vio bien. El caballo era transparente y aparecía el monasterio del Escorial, gran símbolo del régimen.

Impago 

El cuadro se presentó en el museo del Prado en 1973, el artista llegó incluso a darle una última pincelada. El problema llegó con el pago. Dalí aseguró siempre que nunca se le había pagado. Ni en especies ni en dinero. Tanto es así, que en 1974 el cuadro ya no estaba en la pinacoteca madrileña.

Aun así, el pintor tuvo su pago. El director General de Bellas Artes de la época, Joaquín Pérez Villanueva, intervino y le ofreció a Dalí cuatro cuadros de la colección del museo. No le gustó ninguno. Una vez muerto Franco, nadie pagó.

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