El pueblo con más mala suerte de Cataluña: olvidado hasta 1970 y con una cruel leyenda

Si estás a 1.360 metros de altura, en plena cordillera de los Pirineos y vives en la Edad Media es probable que se olviden de ti. Esta es sólo una de las leyendas que pesa sobre un precioso pueblo de Cataluña que tiene la fama de ser el más absurdo. Leyendas malévolas, puede ser, pero entretenidas para comentar durante las fiestas de Navidad.

Situado en l’Alt Urgell (Lleida) hay constancia de que el nombre viene de la época romana, pero ya estaba habitado desde la prehistoria. El primer documento oficial, en cambio, es de la Edad Media.

Un pueblo olvidado

El asunto es que, desde entonces, nadie lo quiso mucho. El conde Borrell II cedió su propiedad y pertenencias, entre ellas un castillo, al obispo de Urgell. Pero tampoco fue para tanto.

El conde de Foix renunció a reclamar el fuerte e hizo que el municipio fuese independiente hasta 1970. ¡Ah, que casi nos olvidamos! El pueblo es Bescaran y en la actualidad se unió a las localidades que conforman Les Valls de Valira. 

Fama de sus habitantes

Más allá de la anécdota, la fama precede a los habitantes de este municipio. No es sólo que hasta los condes, reyes y otros gobernantes se olviden de él, es que hay fama de que ellos mismos son de carácter olvidadizo.

Sea fruto de la leyenda urbana o no, los mitos son hilarantes. Por un lado, al ver que las mujeres no paraban de subir y bajar del pueblo se decía que su manía de ir cada dos por tres a la Seu d’Urgell es que cada día iban a buscar aceite, porque en vez de llenar cántaros o fuentes sólo iban un vaso. Eso sin contar que decían que no sabían hacer fuego y conservaban las brasas porque sino tenía que acudir a encenderlo el alcalde de la Seu.

Les Valls de Valira

Arquitectura absurda 

Pero más allá de los posibles chistes, otro dato, en cambio, que es una realidad que sí se puede constatar a día de hoy. Tienen un campanario sin iglesia y, además, lejos del pueblo. Un sinsentido que quisieron evitar con un método más extraño.

Al parecer, y aquí puede ser fruto de la leyenda una vez más, los habitantes de Bescaran quisieron poner remedio a esto y optaron por arrastrar el campanario hacia el núcleo urbano. ¿Cómo? Con ovejas y unas cuerdas. ¿Cuándo? En diciembre. ¿Resultado? Ovejas resfriadas y débiles, cuerdas rotas por la imposibilidad de la misión, y el campanario, allí sigue, en su sitio.

Qué ver en Bescaran 

Más allá de todo esto, o precisamente por ello, Bescaran bien merece una visita. No sólo para ver el campanario, sino también por pasear por sus calles y conocer a sus vecinos, gente amable que abrazan la leyenda y son capaces de reírse de ella.

Además, se puede visitar uno de los monasterios de origen más desconocido de Cataluña y de los más antiguos, que a pesar de ser abandonado en el siglo X, se reconstruyó entre los siglos XI y XII uniéndolo al monasterio Sant Sadurní de Tavèrnoles. Una joya del románico que no tienen nada que envidiar a crónica.

Cómo llegar

Llegar allí desde Barcelona supone más de 2,5 horas de viaje. Se trata de ir por la C-16 y continuar por la N-260 hasta la Seu. Antes de llegar ya aparece el desvío hasta el pueblo.