La comida argentina ha llegado para quedarse. Las empanadas argentinas ya son un plato más en cualquier ciudad de Cataluña. Incluso las cadenas de panaderías más conocidas las ofrecen a sus clientes. Eso sin contar con los restaurantes donde se pueden degustar sus exquisitas carnes. Lo que menos se conocen son los dulces, pero ahora, ha aterrizado en Barcelona una de las pasteleras más reputadas del país latino.
Para los que puedan pensar que sólo puede ofrecer las famosas facturas o alfajores, advertir que se equivoca y mucho. Si las quiere, están a su disposición, pero si por algo es conocida esta argentina es, sin lugar a dudas, por sus tremendas tartas.
La Arguiñano argentina
Maru Botana, en realidad, es una empresaria de formación y madre de una familia muy numerosa que hasta los años 2000 no empezó a ser conocida. Tras unos años en la televisión por cable, dio el salto a la televisión en abierto.
Sabor a mí fue su programa estrella. Empezó en Telefe a principios de siglo y en tan sólo un año se convirtió en todo un fenómeno. Convertida en una especie de Karlos Arguiñano de los pasteles, la chef se hizo popular por tres cosas: ir en patines por el estudio, dar a degustar sus platos a los miembros del equipo al final de cada programa y no acabar nunca de explicar sus recetas de tantas anécdotas que contaba.
La polémica
Poco parecía importar a la audiencia, su carisma es lo que valía. Tanto que el escándalo que la salpicó apenas tuvo repercusión en sus ventas. Uno de los locales de la cocinera recibió una denuncia por parte de la compañía eléctrica argentina Edenor de fraude.
La empresa acusó a la pastelera en redes sociales. Aseguró que una de sus tiendas pinchaba la luz de manera “clandestina”. Un golpe del que salió airosa. Si bien es cierto que el local llevaba su nombre, era una franquicia, el responsable de este delito era otro, Alejandro Stoessel, el padre de Tini, pero eso es otra historia.
La llegada a Barcelona
La misma Maru dijo sentirse “angustiada” cuando todo eso sucedió. “Me cayó como una bomba”, reconoció en Instagram. Por suerte, todo quedó en agua de borrajas. Y su fama sigue impoluta.
Su fama continúa y ya cruza fronteras. Sus pastelerías han llegado al Eixample de Barcelona y ha pasado como en Argentina. Ya es un éxito. Las colas que se ven en la calle Roger de Lluria son impresionantes. Su barra no sólo está repleta de pasteles y dulces, lo que más se ve es la cantidad de gente que hay allí.
Las tartas
Su brownie casero y su tarta de tres leches, comparten espacio con otras creaciones más típicas de la casa como el sableé de chocolate y frutos rojos (acompañado de moras, arándanos y dulce de leche), el rogel (con sus capas de hojaldre que forman una lasaña de dulce de leche) o la mítica tarta Balcarce (con dulce de leche y crema de castañas) hacen las delicias de los que entran por la puerta.
Cada porción cuesta unos nueve euros, un precio que supera la media, pero también porque su tamaño es mayor al del resto. Como dicen en su cuenta de Instagram, son raciones “para compartir”, aunque su delicioso sabor es tal que se hace difícil.