A la hora de dormir bien, lo que quizá muchos no sepan es que hay algunas costumbres que, por desconocimiento, influyen en la calidad del descanso. Unos hábitos que se llevan haciendo años y que, sin embargo, no es que sean muy recomendables si lo que se quiere es dormir a pierna suelta y levantarse con más energía a la mañana siguiente.
En este artículo se darán las pistas sobre esas costumbres que es bueno ir desterrando poco a poco si se quiere mejorar la higiene del sueño; además de ofrecer una serie de pautas que ayudarán a todos aquellos que se pasan horas y horas contando ovejas sin remedio.
Locos por el móvil
Fuera móvil, televisión y ordenador. Esta es una costumbre muy extendida ya que algunos dirán que se relajan de tal manera que siempre se quedan dormidos en el sofá antes de que la película termine. Sin embargo, esto a la larga perjudica la salud y afecta al descanso nocturno. La culpa la tiene la llamada luz azul que emiten este tipo de aparatos electrónicos y que hacen que el cerebro se confunda. Se cree que sigue en modo día, por así decirlo, y que no ha llegado la hora de irse a dormir.
¿Qué hacer entonces? No solo no mirar las redes sociales o el móvil segundos antes de apagar la luz de la mesilla. Lo mejor es dejar el teléfono en otra habitación y no ir corriendo por la mañana nada más despertarse para ver qué notificaciones hay. Ya habrá tiempo a lo largo de toda la jornada.
Cenar tarde y mucho
En este caso pesa mucho la cultura mediterránea de cenar tarde y sin apenas tiempo para hacer la digestión. Lo más saludable en este sentido es hacer caso de hábitos que llevan a cabo en países anglosajones o nórdicos y tomar la última comida del día mucho antes; en el caso de España, sobre las 20:00 horas sería una buena opción.
Pero no solo el error está en la hora de la cena. También en la cantidad de comida que se ingiere a última hora del día. En ocasiones, no haber tomado una pequeña merienda (mejor si es saludable) a media tarde puede hacer que se dispare la ansiedad por comer y uno llegue a la cena con un hambre voraz. Lo más aconsejable tanto, por salud como para favorecer el sueño posterior, es apostar por platos ligeros en forma de ensaladas, cremas, pescados y fruta.
¿Y el deporte?
El deporte es salud. Esto está claro. Eso sí, la hora de practicarlo también influye en el caso del sueño, por lo que lo más sensato es no practicar nada de ejercicio físico a última hora del día. Lo mejor es dar por concluido el entrenamiento un par de horas antes de irse a dormir, ducharse, cenar de manera frugal e irse de lo más descansado a la habitación.
Esto quiere decir que no es que no se pueda practicar deporte en ese horario, pero casi mejor si se deja un tiempo antes de dormir; sobre todo en el caso de entrenamientos de trabajo cardiovascular o de fuerza muy intensos. Subirán más las pulsaciones y esto segregará adrenalina con lo que se tardará un tiempo en relajarse.
Nada de discutir
Ya no solo por salud mental. Discutir, sobre todo de forma acalorada, antes de que uno se vaya a dormir o incluso si se está en la cama con la pareja no es una buena idea; no solo para la relación. Hablar de temas de calado o incluso subir el tono de la conversación con la tensión solo hará que aumente el estrés y la adrenalina.
A continuación, ambos se irán a la cama pero no pegarán ojo dándole vueltas a lo que acaba de pasar. Cuando hay algún problema conyugal o ciertos temas importantes relacionados con el trabajo o con una decisión crucial, lo mejor es esperar al día siguiente o a un momento en que ambas partes estén más relajadas.
Siesta sí, pero corta
Esa tradición tan española. El dormir unos minutos después de comer. Pero eso, unos minutos y nada de hacerlo a mitad de la tarde... si uno no quiere desvelarse luego por la noche y no pegar ojo. Eso no quita con que este sea un momento de relax necesario cuando se está muy cansado y se necesitan fuerzas para afrontar la tarde.
¿La siesta ideal? Aquella que no supera los 30 minutos de duración y que se hace tras la comida. Mejor si luego transcurren unas 6 horas entre esta pequeña cabezada y el momento de irse a la cama por la noche.