Las uci de toda España se preparan para los peores momentos de esta nueva ola del coronavirus. A pesar de que la mayoría de casos detectados son asintomáticos, los profesionales de cuidados intensivos advierten de que "lo peor no ha pasado, eso viene ahora".
Preparados gracias a una primera ola muy dura en que "muchos no salen", dado que "la mortalidad en las uci puede estar en torno al 30%", los expertos temen que la llegada del frío desborde aún más un sistema que mantiene el recuerdo del dramático pasado marzo.
Temen por la llegada del frío
Por el momento, la situación en las uci está controlada, aunque la sensación es de una calma tensa. Nadie quiere revivir los momentos que sufrieron durante el estado de alarma y temen que empeore aún más la situación. "Estoy temblando con lo que viene. Lo peor no ha pasado, eso viene ahora", advierte David Pestaña, jefe de la unidad y de anestesia y reanimación del hospital madrileño Ramón y Cajal.
En un reportaje elaborado por el diario 20 minutos, el doctor relata lo que prevén que ocurra en esta segunda oleada. "Lo vemos con otros países. Están peor con el frío. Si nosotros en la época buena, de calor, de vacaciones, ya estábamos así, cómo estaremos cuando empiece lo malo", indica el facultativo.
Las uci siguen en pleno rendimiento
"Lo terrible es cuando ves las caras de los pacientes que entran y no sabes a cuál le va a tocar", asegura el doctor al recordar los momentos más duros del primer envite de la pandemia. "Ninguno estaba preparado para esto. Al final te tienes que poner una coraza", admite mientras sus compañeros continúan con la atención a los pacientes ingresados.
A diferencia de los casos detectados, que en su mayoría son asintomáticos o con síntomas leves, las personas en cuidados intensivos muestran la peor cara del coronavirus. Traqueotomías, pulmones deteriorados, oxígeno, cables... "Tienen muy pocas opciones de salir, pero tienes que intentarlo", asegura la supervisora adjunta de enfermería del Ramón y Cajal, Beatriz Martín.
Más rastreo
El pasado viernes 16 de octubre, las camas reservadas para pacientes con coronavirus en el centro de Madrid estaban llenas, 34 camas en total. Eso sí, el hospital tiene habilitados más espacios por si la situación empeorara. "Ahora estamos más preparados, tenemos mejores protocolos y material", continúa Martín.
Es imposible olvidar que hace seis meses las cifras eran otras, cuando llegaron a tener hasta 114 pacientes críticos. "Muchos culpan a la gente joven. No creo que los de de 70 años esté en botellones, pero se nos están escapando muchos casos. O aumenta el rastreo o aumenta el aislamiento. Que paren esto", suplica Pestaña.
"No veo que se haga nada"
"Estamos muy enfadados. Estamos haciendo nuestro trabajo, cumplimos con lo que se nos pide, pero no veo que se haga nada", se queja el médico ante la inminente llegada de pacientes. Eso sí, también admite que hay una ligera diferencia entre los ingresos de ahora y los de hace seis meses.
"Los pacientes intubados siguen muy malos, que nadie piense que la segunda ola es más leve que la primera, pero sí es verdad que, al haber menos volumen, estamos ingresando pacientes que no llegan a ser intubados. O bien porque llegamos antes o sencillamente porque en la primera ola no llegaban a entrar", asegura Pestaña.
La presión de los médicos
Los profesionales de las uci llevan meses en primera línea de virus, con guardias eternas, familias preocupadas y el segundo envite apenas les ha dado un respiro. "Ha habido muchas depresiones, estrés…", señala Pestaña. "No le perdemos el miedo al virus, pero nos hemos acostumbrado a vivir con el horror".
En este sentido, la labor de los psicólogos ha sido un pilar fundamental para los médicos. "Vienen más ahora que antes", asegura Patricia Fernández, psicóloga del mismo hospital. "Vienen con impotencia y con el miedo de que esto vuelva a pasar".
"Fue en junio o julio cuando nos dio un bajón anímico a todos, justo cuando bajaron el volumen de pacientes y la adrenalina. A muchos nos cambió hasta el ciclo del sueño", admite el doctor del hospital Borja Hinojal. Lidiar con la extenuación física y psíquica es otro de los retos que deja la pandemia en los centros de salud.