Verdejo, Cuatro Rayas, con La Seca de fondo

Verdejo, Cuatro Rayas, con La Seca de fondo

Creación

Cuatro Rayas, un verdejo en la ancha Castilla de Delibes

El Cuatro Rayas Verdejo es una muestra de nitidez de una selección de viñas viejas, en la tierra seca del escritor de 'El camino'

29 marzo, 2020 00:00

“Ancha es Castilla” (Dicho Popular). Ancha es Castilla, anchos sus campos y anchos sus cielos, porque así es el carácter de esa vieja meseta del norte de la geografía peninsular. En el flanco sur del Duero, el gran río atlántico del vino, a 700 metros de altitud. Desde La Seca y hacia el norte la anchura inmensa se pierde en el horizonte.

Al sur, la extensión manda también, hasta la verticalidad del Sistema Central, con Gredos, Guadarrama, Ávila, Segovia… que intuimos al fondo. Y desde un alto es fácil advertir lejanas tormentas cual cortinas amenazantes. Una anchura absoluta, ventilada y limpia que invita a imaginar un acercamiento natural hacia lo trascendental.

La imagen de amplitud empequeñece a los individuos y podía llevarles a sentir que “la mejor manera de pasar los domingos era salir a por unas perdices o unos conejos”; seres humanizados a fin de cuentas en el bodegón de Castilla.

Delibes reconocía modesta y humildemente a Joaquín Soler Serrano en su mítico programa de televisión que efectivamente podía identificársele con un perfil algo huraño. Apuntaba en aquel encuentro ante las cámaras a la timidez como causa; la misma que invocaba para justificar algo que nos importa especialmente en esta excursión por estas tierras castellanas tan viejas: Delibes se afirma desde el principio a través de Daniel el Mochuelo, el protagonista de El Camino (1950), que intuye a sus once años que su camino está en la aldea, junto a sus amigos, sus gentes y sus pájaros.

Un nudo geográfico

Fue la decisión de un hombre sencillo, aparentemente sin mayores ambiciones, aunque celoso de sus filias y de sus horizontes. Constantemente se refiere a su elección por una rusticidad local, alejada de las grandes concentraciones urbanas, donde el carácter del hombre se diluye y pierde la perspectiva de los determinantes naturales y específicamente autóctonos.

Tanto desde el punto de vista del léxico como en las costumbres, Delibes se muestra preocupado por la devastación de una cultura rural que duda que "hayamos sustituido por nada noble". Y se implica (desde la Academia de la Lengua por ejemplo) en la conservación de las palabras y las expresiones de un campo que a sus ojos estaba perdiendo vigor. Dice aún Miguel Delibes, ese señor de Valladolid al que Umbral definía como "un castellano universal que lleva boina como tapadera", que prefiere hablar con sus iguales sin codazos, de uno en uno, o de dos en dos.

El escritor Miguel Delibes

El escritor Miguel Delibes

Y eso es lo que hizo en su cotidianidad y en su literatura, dando voz a las gentes de su entorno y, quizá, según dijo en el discurso de agradecimiento por el Premio Cervantes (1994), siendo un poco él mismo "a través de los personajes que alenté".

Delibes aparece en el prólogo de nuestra cata como referente paisajístico de este viejo nudo geográfico al que el escritor puso matiz y que es cuna, entre otros, de uno de los blancos ibéricos más importantes. La Verdejo, antigua y castellana, tradicionalmente arraigada en esas tierras que tienen a Medina del Campo y La Seca como epicentro y seña de la Denominación de Origen Rueda, es una variedad que el mundo descubrió hace apenas 25 años.

Verdejo, Cuatro Rayas

Verdejo, Cuatro Rayas

Pese al enorme peso que su cultivo tenía en la región, el mercado le había negado su oportunidad: el prestigio estaba asociado genéricamente al tinto y, antes que a estas especificidades "locales”, hubo que rendir culto a blancos internacionales que poco a poco abrieron el camino.

De ella se dice que sus vinos son muy aromáticos y que su acidez es media-alta con un retrogusto ligeramente amargo. Es una descripción interesante porque nos habla de austeridad y quizá de profundidad; un dilema que hay que abordar con la intrepidez y determinación de Miguel Delibes, al acecho de las esencias --porque el mercado llega tarde a su descubrimiento. Sentados ante unas tapas, que pedimos a modo de utilidad y que luego juzgamos algo inapropiadas, tuvimos algunos debates importantes para la comprensión de esa variedad que supo finalmente entrar en la memoria del consumo popular. Nos ofrecieron una fideuá, chipirones y muslos de pollo: nada que nos invitara a pensar en dificultades para el maridaje.

Rusticidad elegante

¿Cual es la impresión que invade a quien se acerca a una dosis de Cuatro Rayas "viñedos centenarios"? ¿Hay esa flor blanca característica? Quizá pero menos de lo esperado ¿Cítricos? Quizá. Alguno, pero menos ¿Fruta? Seguro que se encuentran, pero menos evidentes que las descritas habitualmente. Aunque en el fondo preferimos que sea el errante explorador quien bucee y descubra sus propios mensajes: el embalaje contiene topografías frágiles que requieren de afectos.

Y es que además, ayudándonos del hermano menor, el Cuatro Rayas Verdejo, el más popular de la bodega, aprendimos muchísimo de ese esfuerzo de nitidez que nos ofrece la selección de viñas viejas. Porque la fruta remite más bien a los nísperos que a las tropicales; pero esa sencillez está concentrada por la edad y el bajo rendimiento de la planta, que atesora esencias de rusticidad sostenidas en tensión longitudinal y, sí, efectivamente, con notas botánicas amargas y aceitosas que nos alargan el gusto y su persistencia.

Porque la rusticidad puede ser elegante, si es esencial y tiene la depuración y la comprensión de quienes interpretan sus paisajes.

Por la Taula de Vi de Sant Benet pasó hace algunos años Marta Gamarra, una chica de Medina del Campo que se sumó a catas abiertas con ánimo explorador, y nos invitó a conocer los vinos de La Seca por los que sentía orgullo natural.

Porque bodegas como Cuatro Rayas han conseguido un merecido respeto y un reconocimiento del mercado generalista. Quim Vila recomendaba el 28 de febrero a Javier Pérez Andrés, de Cuatro Rayas que se volcaran en "hacer marca".

Pues bien, uniendo el orgullo de Marta, la recomendación de Quim y la tímida convicción de Miguel Delibes, es evidente que la viña centenaria es el tesoro sobre el que se debe asentar esa verdad que viene de La Seca. (Delibes cumpliría 100 primaveras y los actos conmemorativos debieran de estar multiplicándose en la agenda cultural de los territorios de habla hispana).

Vino: Cuatro Rayas "viñedos centenarios" Verdejo 2018 Sobre lías / D.O. Rueda 

Precio (en tienda): 9-10 €

Taula de Sant Benet la forman: Oriol Pérez de Tudela, Marc Lecha y Albert Martínez López-Amor