
Portada del libro que recopila los sonetos de Walter Benjamin
Los desconocidos versos de Walter Benjamin
Publican por primera vez en catalán los sonetos que el filósofo alemán dedicó a su amigo y poeta Fritz Heinle, que se suicidó en protesta por el inicio de la Primera Guerra Mundial
En 1913, Walter Benjamin (Berlín 1892-Portbou, 1940), entonces un joven estudiante de filosofía de 21 años, entabló una intensa amistad con un poeta llamado Christoph Friedrich, "Fritz", Heinle, dos años menor que él. Ambos coincidieron en Friburgo, donde Walter Benjamin se había trasladado desde Berlín para estudiar un semestre en la universidad. Al leer los versos de Heinle, el futuro filósofo y ensayista alemán quedó tan impresionado que acabó convenciéndolo para que se mudase con él a Berlín y participase en los mismos grupos literarios y estudiantiles vinculados al movimiento expresionista en los que militaba.
Durante los meses que pasaron juntos en Berlín, su relación acabó tensándose, probablemente debido a sus diferentes opiniones sobre la superioridad de la poesía y la filosofía, pero siempre se mantuvo entre ellos un sincero vínculo de amistad y admiración mutua. El estallido de la Primera Guerra Mundial, en la primavera de 1914, sin embargo, supuso un duro golpe para sus existencias. Los movimientos culturales juveniles dejaron de tener relevancia y la mayoría de jóvenes de su edad empuñaron las armas. Pero Heinle y su amante, Rika Seligson, en un acto de protesta y desesperación por el inicio del conflicto, decidieron quitarse la vida con gas de cocina en la casa donde solía reunirse el movimiento juvenil.
Profunda conmoción
Benjamin quedó profundamente conmocionado por el suicidio de su amigo, y comenzó a plasmar su duelo en una secuencia de sonetos —al principio cincuenta, aunque con el tiempo llegaron a ser más de setenta — que mantuvo envueltos en el secretismo durante toda su vida y nunca llegó a ver publicados, y que ahora, por primera vez, se traducen al catalán de la mano de Edicions Reremús. Se trata del libro Sonnette / Sonets (noviembre 2024) un recopilatorio de los setenta y tres poemas traducidos por Arnau Ferré Samon, con un detallado prólogo del germanista y filósofo Marc Sagnol.
"El Benjamin escritor de sonetos parece plantear un problema especial a sus admiradores. Tal vez se deba a que la gente no se atreve a considerar a Benjamin un poeta, o no puede concebir que recurriera a la poesía para enfrentarse a cuestiones cruciales de su vida", escribe Carl Skoggard, autor de la primera traducción al inglés de los sonetos, publicada en 2015.

Imagen de Walter Benjamin, en 1928
Los poemas, interpretados a menudo como una premonición del final trágico del propio Benjamin (se suicidó en Portbou), no solo reflejan la estima y admiración que Benjamin sentía por su amigo Heinle, a quien llegó a comparar con Hörderlin, sino que plantean una autoreflexión sobre temas profundos como la amistad, la tristeza y el duelo.
"Definir a Benjamin nunca ha sido fácil", observa Skoggard. "De hecho, durante los años en que producía sus sonetos, el joven Benjamin se imaginaba a sí mismo como alguien que haría avanzar la metafísica alemana. También se veía como el principal crítico de la literatura alemana. Al final, sin embargo, a pesar de sus originales contribuciones a ambos campos, Benjamin no legó nada parecido".
Nada parecido
Tal y como señaló Hannah Arendt, amiga del reputado filósofo y ensayista judío-alemán durante sus últimos años en París, lo que Benjamin dejó para la posteridad fue totalmente "sui generis". Nada de lo que hizo se parecía a lo que habían hecho o escrito otros antes que él, ni era probable que se repitiera.
Los setenta y tres sonetos de Benjamin, escritos entre 1914 y 1925, permanecieron inéditos y envueltos en el secretismo hasta que el filósofo italiano George Agamben los encontró en la Biblioteca Nacional de París, en 1981, cuarenta años después de se quitase la vida en Portbou. Desde entonces han sido publicados en diversos idiomas y proporcionado una nueva perspectiva de la obra y personalidad de Benjamin.
Respeto a las convenciones
Al dedicarse a los sonetos, Benjamin tuvo cuidado de respetar los patrones formales tradicionales. Tratándose de Benjamin, sin embargo, "el respeto a las convenciones sólo contribuye a una extrañeza esencial", señala Skoggard en su artículo para LitHub. Una extrañeza que comienza con el simple hecho de que se pasara años produciendo tantos poemas para un amigo (varón) muerto.
"En la desolación de la Primera Guerra Mundial, escribir sonetos se convirtió para él en una obsesión secreta. Eran sonetos de otro mundo en los que Benjamin busca consuelo en una lejana constelación de una realidad metafísica inmutable. No tienen nada que ver con las vicisitudes de una relación amorosa en el aquí y ahora, como los de Shakespeare, aunque, al igual que su predecesor, Benjamin es un poeta-amante que busca un favor especial".
Reservado
"Ese favor", según Skoggard, "será la enrarecida comunión espiritual con el amigo, lograda a través del propio proceso de llorarle. Al mismo tiempo, los sonetos de Benjamin son su respuesta idiosincrásica al conflicto que le rodea, sobre el que, por lo demás, guardó silencio", concluye.
Más allá de este conjunto de sonetos, las pruebas de la relación entre Benjamin y Fritz Heinle provienen principalmente de las cartas escritas por Benjamin entre la primavera y el verano de 1913, y de su relato autobiográfico, Crónica de Berlín, escrito durante su estancia en la capital alemana hasta abandonar Alemania para siempre, casi veinte años después del suicidio de su amigo. Las cartas, impregnadas de espíritu juvenil, nos permiten rastrear los inicios de la poderosa atracción de opuestos que se estableció entre Benjamin y Heinle mientras estudiaban en Friburgo.
A las pocas semanas ya hacían senderismo juntos por las montañas de los alrededores y bebían cerveza juntos en las tabernas. Por otro lado, las misivas de Benjamin, dirigidas a antiguos compañeros de universidad en Berlín, demuestran que desde el primer momento se esforzó para que alguien publicara la poesía de su amigo, esfuerzos que resultaron infructuosos entonces y más tarde. Benjamin, tan reservado e intelectual, confesaba en sus memorias estar cayendo bajo la influencia de su nuevo amigo. No es casual, pues, que acabase escribiendo él también poesía.