Metaverso, gemelos digitales, internet de las cosas... la industria tecnológica ha cautivado al público del Mobile World Congress (MWC) con los primeros tanteos de innovaciones punteras. Sin embargo, estas soluciones requieren una evolución de las redes de conexión para alcanzar su punto de madurez.
Aquí es donde empiezan los problemas. Según un reciente informe de la GSMA, a finales de 2022 se habrán instalado más de 1.000 millones de conexiones 5G en todo el mundo. No obstante, este despliegue de la baja latencia se hará a un ritmo muy desigual y orillará, si no se le pone remedio, al Viejo Continente.
EEUU ya habla de 6G
Así, los países asiáticos, con China y Corea del Sur a la cabeza, coparán más del 80% de redes de última generación cuando termine este año. Por detrás se situará Estados Unidos con 122 millones de redes 5G, mientras que Europa quedará muy por detrás con 81 millones de conexiones. Además, el regulador norteamericano de telecomunicaciones avanzó el pasado martes que Washington ya trabaja en sus planes para el 6G.
La presidenta del organismo, Jessica Rosenworcel, anunció en su conferencia en el Mobile que Estados Unidos lanzará una subasta de espectro de banda media el próximo julio para extender la cobertura del 5G más allá de las grandes ciudades. Pero, sobre todo, pidió empezar a abordar el desafío del 6G. Esta red utilizará frecuencias ultraaltas, incluso de terahercios, de modo que las ondas serán más frágiles. Un problema nada menor si se tiene en cuenta que el 5G ya requiere una gran capilaridad de la infraestructura desplegada en el territorio, que incluye muchas microantenas de corto alcance.
¿Qué lugar ocupa España?
¿Qué puesto ocupa España en este tablero global? Según fuentes del sector, las principales telecos nacionales --Telefónica, Vodafone y Orange-- necesitan cerca de 1.000 millones de euros en inversión para ampliar la cobertura del 5G hasta cotas similares a la fibra óptica en los próximos años.
Y eso antes de que llegue el 6G. La sexta generación se prevé que despegue con los primeros casos reales entre 2026 y 2028 y alcance su extensión comercial en 2030.
El dilema de las ‘telecos’
El dilema para los grandes operadores es complejo: se carece ahora mismo de suficiente músculo financiero, con la excepción quizá de Telefónica, para consumar el 5G antes de que llegue el tren del 6G. A su vez, sin las transmisiones de datos intensivas y de gran calidad que garantiza la baja latencia quedarán seriamente limitadas las tecnologías más innovadoras.
De ahí que el escenario de una integración entre los players del sector --o bien a través de una fusión comercial o de una joint venture para instalar el metal del 5G-- se haga imprescindible si se quiere cumplir el calendario diseñado tanto por las privadas como por la Administración.
Las primeras ‘metapruebas’
Todo esto no significa que tecnologías como los metaversos no puedan empezar a desarrollarse. De hecho, ya lo están haciendo. El congreso ha analizado cómo la popularización del metaverso entre el gran público está impulsando los dispositivos de realidad aumentada.
No solo eso, sino que el metaverso ya capta la mirada de los fondos de inversión. Pero, de nuevo, los especialistas advierten: pese a su potencial, los desafíos a los que se enfrentan estos sistemas, entre ellos los problemas de la red 5G, retrasarán la eclosión de la realidad virtual hasta dentro de unos cinco años.
Entre el asombro y lo real
A lo largo del Mobile, la industria ha intentado buscar un equilibrio entre el optimismo despertado por las soluciones disruptivas y el realismo de la cobertura actual de las infraestructuras.
La solución que genera más consenso en el ecosistema pasa por la búsqueda de una colaboración público-privada que alfombre el encendido del 5G para materializar las soluciones más impresionantes... y exigentes tecnológicamente. Eso o el futuro de los metaversos no pasará por Europa.