La crisis mundial de los chips no ha hecho más que empezar. Y su próxima víctima podría ser el 5G. Aunque esta debacle todavía no ha afectado a la telefonía móvil, la industria cruza los dedos para que la falta de stock deje a salvo sus planes para desplegar la nueva tecnología de transferencia de datos.
El desabastecimiento de microprocesadores ya ha afectado negativamente la producción de automóviles y electrónica de gran consumo, y ha obligado a corregir los planes de grandes corporaciones como General Motors, Ford y Volkswagen. Los expertos advierten de que la escasez de transistores, originada por una combinación de factores tecnológicos y económicos, podría alargarse durante un par de años.
Crisis hasta 2023
"Teniendo en cuenta que se trata de un problema de oferta y demanda, y aunque los fabricantes estén montando ya nuevas factorías, lo cual tarda entre dos y cuatro años, esta situación se alargará previsiblemente hasta 2023", sostiene José Francisco Monserrat, profesor de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV).
Algo más optimista se muestra Julio Juan Prieto, managing director de Alta Tecnología de Accenture. "Esperamos que los principales fabricantes asiáticos logren volver a sus ratios de nivel de servicio a mediados del 2022", señala. La clave del retraso estriba en la incapacidad de las compañías para ponese al día con los pedidos acumulados tras la fase aguda de la pandemia. A este reto se suma la demanda creciente de otros segmentos que han experimentado un boom durante la pandemia, como las videoconsolas y los dispositivos smart.
Relativa seguridad
"Los fabricantes priorizan la producción de chips que les dan un alto retorno, aquellos más sofisticados, por lo que de momento los móviles 5G se siguen fabricando bien", detalla Monserrat. Los que más han sufrido, por el contrario, han sido los encargos de las automovilísticas, un sector que paralizó totalmente sus comandas tras la llegada del Covid-19.
Pese a la relativa seguridad que pueden sentir gigantes como Ericsson o Huawei, el académico desliza algunos nubarrones. "A lo que sí puede afectar la crisis es a los chips asociados a la conectividad inalámbrica de las cosas. Este frenazo puede efectivamente afectar al desarrollo del mercado 5G y, por tanto, reducir su ritmo de despliegue", indica.
Pocas fábricas
Hay más. La particularidad de las plantas de producción de microchips son otro obstáculo para asumir la lista de pedidos atrasados. Además, la geografía global de instalaciones de microprocesadores tiene otros dos rasgos que la vuelven especialmente vulnerable ante los cuellos de botella: son pocas y están muy concentradas.
Dejando al margen Intel, primer distribuidor global de microprocesadores, la mayoría de fábricas se hallan en Asia (China, Taiwán y Corea del Sur). Lo cual significa que si alguno de estos centros falla, se genera una especie de efectó dominó que colapsa la cadena de valor a escala mundial. Ello se debe a que las placas de los productos electrónicos integran componentes de estas escasas plantas para formar un dispositivo complejo. Si falta una pieza, falla el conjunto.
Intel se queda atrás
A esta coyuntura agravada por la pandemia, se suma la pérdida de fuelle de la multinacional estadounidense. La compañía taiwanesa TSMC ha anunciado que en 2022 ya podrá ensamblar unidades de silicio con tres nanómetros, mientras que Intel todavía aún trabaja en modelos de cinco --motivo por el cual Apple anunció este año que prescindiría de su colaboración con la americana para generar sus propios chips M1--.
A primera vista, este hecho podría verse como una disputa entre fabricantes. Pero tiene más importancia. Si Intel no logra igualar el estado del arte de sus rivales asiáticos, sus clientes podrían elegir entre copiar la estrategia de Apple o bien buscar apoyo en otros socios. Este giro del mercado estresaría aún más el suministro de transistores en el peor momento para el ecosistema. Aunque se trata de futuribles, la fragilidad de la cadena de valor depende de cuestiones como estas que escapan al control de los operadores de telefonía.
Europa, al margen
¿Qué papel juega Europa en esta partida? La Comisión Europea intentó impulsar planes de recuperación específicos para las empresas de semiconductores autóctonas. En 2012, la comisaria para la Agenda Digital, Nelly Kroes, propuso el llamado Airbus de los Chips, un plan que debería haber culminado en 2020. El proyecto jamás fructificó.
"Sin embargo las empresa líderes europeas como ST, Infineon, NXP o ASML han preferido replegarse en torno a sectores específicos y no competir frontalmente en tecnologías digitales avanzadas de uso general", explica Federico Ruiz, director del Observatorio Nacional 5G.
Sombra sobre el Mobile
Esta crisis también sobrevolará el próximo Mobile World Congress. La feria tecnológica, que se celebrará en Barcelona entre el 28 de junio y el 1 de julio, contará con la ausencia de jugadores destacados del sector como Qualcomm e Intel, que no han querido responder a las preguntas de este medio.
"A día de hoy, los principales empresas proveedoras de equipos de red no han comunicado oficialmente impacto alguno en sus procesos de fabricación, aunque es un tema que está en la mesa de los comités de dirección de todas ellas", apunta Prieto. La rapidez en desbloquear los pedidos y la pugna por el liderazgo tecnológico entre Occidente y Asia marcarán el futuro de una industria clave para el 5G.