'Chica en la ventana', de Balthus

'Chica en la ventana', de Balthus

Creación

Clara Pastor celebra a Balthus

En Acantilado tiene publicados algunos libros de relatos. Su editorial, Elba, está especializada en temas artísticos

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Hace unos años traduje para la editorial Elba, es decir, para Clara Pastor, que es la editora, tres libros de la docena que ha escrito Jean Frémon. Todos son amenos y a veces dan informaciones muy interesantes y de primera mano sobre la manera de operar de los grandes artistas modernos. Frémon lleva la galería Lelong, una de las más importantes de París, con sede también en Nueva York, y suele dejarse caer por la feria Arco, de Madrid, donde llama la atención su imagen impecable de señor parisiense, señor de traje oscuro y bien peinado cabello plateado, sentado allí, en el gran espacio de su galería, conversando con coleccionistas y profesionales del mercado artístico, mientras piensa en el viaje de mañana a Nueva York, o a Tokyo…

Tiene Frémon el poco habitual privilegio de estar cerca, muy cerca de los más grandes artistas –David Hockney, Louise Bourgeois, etcétera-, y así asistir desde muy cerca al misterio, la gloria y las miserias de la creatividad, pero ahorrándose el horror y la duda de crear. Y de “ser” propiamente artista, lo que es muy pesado, por más satisfacciones que pueda deparar.

Sus libros son amenos, anecdóticos, fruto de lo que los franceses llaman un “violín de Ingres”: o sea una pasión que se cultiva seriamente, pero oculta tras su actividad principal. (La expresión “violon d’Ingres” viene de que Ingres, además de ser un gran pintor, era un apasionado violinista…) Yo me lo pasaba bien traduciendo sus libros. Y casi lo envidiaba a Frémon, pero no del todo, porque entre los artistas a los que representa figuran Tàpies y Plensa, que la verdad es que no me gustan nada.

A Clara Pastor (Massachussetts, 1970) la conocí en el hotel Mandarín Oriental, donde se celebraban las sesiones de deliberación del jurado de un premio literario en el que participábamos los dos. De aquel jurado ella era la más lista, la que más sabía de arte y literatura (después de mí, claro), y la que tenía más sentido del humor. En Acantilado tiene publicados algunos libros de relatos. Su editorial, Elba, está especializada en temas artísticos.

Tras leer uno de los últimos libros que Clara ha publicado, Picasso y yo, de Salvador Dalí, del que hablamos aquí la semana pasada, se me ocurrió llamarla e invitarla a este juego dominical: “Clara, si pudieras escoger una obra de arte para tenerla en casa, ¿cuál elegirías?” Me contestó: Chica en la ventana, de Balthus. Un óleo de 1957, cuando Blathus vivía en el destartalado Château de Chassy con su sobrina política, menor de edad, Fréderique Tison. Por cierto, que en Elba hay un libro muy interesante sobre Balthus, de James Lord, admirativo pero no complaciente, según recuerdo.

Sobre Chica en la ventana, obra maravillosamente sugestiva de Balthus, sobre esa chica asomada a la ventana, en el infinito tiempo de la infancia, esa chica de espaldas, de hechuras tan en la línea de Piero della Francesca, el pintor renacentista que Balthus prefería, me explica Clara Pastor:

“Miras por una ventana hacia el exterior. Ves un edificio que podría ser un convento. Unas ramas de mimosa o de pino. Hay una brisa de principios de verano en el aire. Y hay algo más que nosotros no vemos pero que la niña sí ve. Apoyada en el alféizar, se aburre un poco. Es el estado perfecto para la creación”.

Esto desde luego es inteligente, ya se ve que Clara es escritora. Tiene razón. Es del aburrimiento de donde sale el impulso creativo, de la misma manera que de un bostezo del Caos nació el universo. En estas figuras retratadas de espalda siempre hay una melancolía implícita, pero quizá la melancolía sea del espectador, que no sabe en qué piensa la modelo, la modelo que le ignora.

Tiempo atrás publiqué aquí un artículo sobre el misterio y la nostalgia que emana de esta clase de cuadros donde el modelo está visto desde atrás, sobre su tensión y misterio. Citaba Joven en su ventana, el retrato de Caillebotte de su hermano, mirando, con las manos en los bolsillos, desde el balcón del piso familiar, a una mujer con sombrilla en una esquina de París. Y citaba, creo recordar, Chica en la ventana, el retrato de Salvador Dalí de su hermana Anna María, mirando por la ventana la bahía de Cadaqués. Y claro, citaba El mundo de Cristina del norteamericano Andrew Wyeth.

Pero se me olvidó citar a esta conmovedora Frédérique, chiquilla, amante y modelo de Balthus en una ventana del castillo de Chassy…