
Àlex Brendemühl Barcelona
Àlex Brendemühl, sobre Massiel: "Tras ganar Eurovisión, rechazó convertirse en la niña bonita del franquismo, la apartaron y la censuraron"
El actor catalán se pone en la piel de Artur Kaps en 'La canción', serie sobre la victoria de España en el festival de la canción europea
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El año que España ganó Eurovisión siempre será recordado. La canción: La, la la. La intérprete: Massiel. Letristas: Dúo Dinámico. Hacedor: Artur Kaps. Este es uno de los nombres que hizo posible de la cantante española en el festival de la canción europea y al que da vida el catalán Àlex Brendemühl.
A pesar de que se le conoce por sus papeles en el cine independiente, este actor catalán no rechaza una gran producción. Ama reinventarse y, sobre todo, trabajar con buenos equipos para contar buenas historias. La canción (Movistar+) cuenta com ambas.
Carolina Yuste da vida a Massiel, Marcel Borràs, a Joan Manel Serrat, él a Kaps. Todo para contar los entresijos que hizo posible la victoria de España en Eurovisión, mientras el franquismo languidecía sin dejar de ejercer la opresión y la violencia contra los disidentes, que cada vez eran más.
Serrat fue uno de ellos. Por eso, extrañó verlo como posible candidato para representar a España en Eurovisión cuando ya se había convertido en representante de la Nova Cançó, que desafiaba al franquismo cantando en catalán.

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Aprovechando la presentación de la serie en el BCN Film Fest, Crónica Global se sienta con Àlex Brendemühl para hablar de este momento, Eurovisión, el franquismo y cómo ha sido meterse en la piel del responsable de que España ganara el festival en estas circunstancias.
- Se estrena ‘La canción’ y ya, de entrada, parece distinta, más breve.
- Se ve muy bien porque son dos horas y medio, poco más, que pasan volando.
- Como espectador se agradecen las series que no roben tanto tiempo.
- No, hombre,claro. Y que cada uno puede hacer lo que quiera, pero que pretendan que tengas que estar enganchado a una serie y las llenen de minutos y minutos…
- Usted en la serie hace de un personaje, Artur Kaps, que, para muchos, estuvo en la sombra y aupó a muchas estrellas del festival de Eurovisión. ¿Usted lo conocía?
- Me documenté un poco sobre el personaje, porque no hay muchas imágenes y no se le ve hablar. Me imaginé cómo debía hablar. Coges la foto del personaje, la actitud, y a partir de ahí intentas interpretar la personalidad de ese hombre.
- ¿Y cómo fue?
- Me pareció un personaje temperamental, con carácter, y con un punto de sentido común, además de muy irónico, con mucho sentido del humor, pero muy seco. A su vez, tiene un punto muy humano, muy emotivo y muy cercano. Intenté concebir un personaje que parece estar indignado y fuera de la historia, pero al final es el que te lleva allí y el que sufre también toda la ansiedad de llegar con el candidato a Euroovisión y se lo toma en serio.
- Era un personaje muy agradecido porque está bien escrito. Los diálogos son inteligentes, tenía una serie de gags que, al verlos, ya crees que van a funcionar. Cuando el personaje ya está bien concebido y el director te deja jugar, te lo acabas haciendo tuyo y es un gusto trabajar.

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- Además, cuenta con un toque histórico. No sólo porque está basada en hechos reales, sino que alterna la ficción con imágenes históricas y de aquella época.
- Una época muy sugerente, muy atractiva visual y estéticamente. Se trata de ese tardofranquismo en el que todo está muy controlado, muy rígido, pero en el que empiezan a entrar aires de cambio, de renovación, de modernidad. Eso genera un choque en la sociedad. La gente joven y la gente de fuera va trayendo una visión distinta del mundo, y el franquismo, a su vez, intenta mantenerse vendiendo una imagen de lo que no es.
- En la serie eso funciona muy bien. Las imágenes de archivo están muy bien integradas en el material rodado y, junto con el vestuario y los decorados, resulta muy atractivo.
- Es curioso que antes a la gente de fuera se la veía con buenos ojos, porque traían la modernidad. Ahora…
- Claro, antes o venían aquí o te ibas a Perpiñán a ver películas. O a Londres, a París, a ver cómo vibraba el mundo. Porque lo demás, sobre todo en Madrid, era una especie de endogamia, mirándose el ombligo, encerrados es la religión, las costumbres y esa moralidad… La serie habla de eso, de unos cambios de hábitos, de mentalidad que no encajan con la rigidez del nacionalcatolicismo franquista. Habla de ese choque.

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- Y de la manipulación de las artes, ¿no? Música, cine, pintura eran las que ofrecían una nueva mirada, pero el franquismo parecía quedar apropiársela.
- El cine, la música, el arte, eran espacios donde se podía colar algún mensaje que escapaba a la censura. En este caso, la serie refleja como la gente, con picardía y con algo de habilidad, conseguía burlar al establishment del ejército, de la religión y del gobierno central de Madrid. Y hacerlo desde y con el arte. Siempre, a lo largo de la historia, a través del arte se han podido colar discursos que no estaban previstos por los poderosos.
- En este caso, aquí hay dos personajes, dos artistas que desafían lo establecido. Por un lado, Serrat, que quiso cantar en catalán, que es una polémica muy actual que recuerda a cosas vividas estos últimos años; y, por el otro, Massiel, que era una mujer absolutamente transgresora, moderna, emancipada y fuerte en aquella época, que se atrevía a decir las cosas por su nombre, se enfrentaba, arriesgándose y jugándosela con su discurso contra el régimen.
- Massiel, después de ganar Eurovisión, rechazó convertirse en la niña bonita del franquismo, y la apartaron, la censuraron. Sólo eso ya daría para otra película. En cualquier caso, aquí vemos cómo la gente que fue coherente o se atrevía en ese momento a decir las cosas por su nombre y a plantarle cara al poder, tuvo que pagar las consecuencias.
- Evidentemente, era ya el final del franquismo, Paquito ya chocheaba, pero aún quedaba represión, y también se muestra ese punto de parodia, de burla y de diversión sobre el régimen y sobre ese poder.

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- Y si muestra, pero sin ese tono… denso. Sino mostrando desde el entretenimiento aquello que pasaba, que pasó.
- Exacto, no pretende ser didáctica, pero te transmite una idea. Por ejemplo, a quienes no lo vivimos, te da una idea de lo que era correr delante de los grises, qué debía ser aquello, esa autoridad que iba detrás con una porra intentando golpearte en las piernas o donde fuera. Eso se ve muy claramente en imágenes documentales y en la recreación del rodaje Y cómo debía ser el poder del NO-DO, de la televisión, del discurso autoritario y del discurso intolerante y propagandístico del franquismo.
- ¿Ganar Eurovisión fue propaganda?
- Fue una jugada de oportunismo y de pragmatismo. Se les coló una candidata imprevisible que iba en contra de sus principios y su moral, pero que vendía una imagen aperturista de España. Así que, por un lado, la necesitaban, pero luego se les volvía en contra porque a pesar de tener la canción ganadora, vendía un discurso antitético al franquismo.
- Y esas contradicciones existían. La dictadura que ya hacía aguas por todas partes, ya no se sostenía. Era una dictadura de pacotilla, que, a su vez, era capaz de hacer daño y destrozó a muchas personas y muchas familias. En esta etapa final de la dictadura, ya no era creíble por ningún lado, pero seguía castigando y haciendo daño y generando mucha división en la sociedad.
- Y aparece Massiel. ¿qué diría de ella? Por que ahora se tiene una visión muy distinta de esta Massiel que refleja la serie.
- Bueno, ¿cuántas veces se ha dicho que un artista debería morir a los 27 años? Igual si Kurt Cobain, Jim Morrison o Jimi Hendrix hubieran llegado a los 80 años habrían sido patéticos como tantos otros músicos y artistas que ya son una parodia de sí mismo, porque no aceptan que envejecen.
- Quizás, el artista, cuando desaparece, se queda con ese mito y con esa imagen idealizada de lo que fue. Y si sigue tanto tiempo en la palestra, quizá ya no es el mito que esperábamos. Quién sabe si también lo dirán de nosotros. (Bromea).

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- En su caso no es así. No se detiene, pero lo cierto es que su carrera es muy inclasificable. Tanto puede estar haciendo un papel completamente cómico, algo superdramático, algo más independiente, en series… Y, de repente, una serie de Eurovisión.
- Sí, yo creo que tienes que reinventarte siempre y romper con los clichés de lo que eres tú y lo que se espera de ti e incluso lo que tú esperas de ti mismo. Yo, me encontré con un personaje que me enamoró al instante, con un director como Alejandro Marín, que es una pasada.
- Al final no se trata tanto ni del género ni del personaje que haces, sino de estar en un proyecto que sea coherente, que sea bonito, que tenga sentido y que te enamore a ti. En este caso es una historia bien escrita y cuenta con Fran Coira, Álvaro Araujo y Pepe Coira, que son dos creadores muy eclécticos y mucho sentido. Aparte de los compañeros: el casting de esta serie me parece un sueño.
- Todos queremos sorprendernos y, como creador, es legítimo ir cambiando de registro y poder divertirte con otros géneros.
- En cualquier caso, ¿qué cree nos dice la serie? Porque Eurovisión ha cambiado mucho desde Massiel.
- Claro, lo de Eurovisión cayó en hace unos años, y ha vuelto a tener como un resurgimiento, Con Chanel y Rigoberta, el Benidorm Fest. Ha vuelto a tomar otro impulso y vuelve a ser pop desde lo hortera y, cada tanto, hay alguna sorpresa.
- Yo no soy un gran fan de Eurovisión, lo vas mirando y de vez en cuando hay fenómenos que te interesan, y, si miras a lo largo de la historia, ha participado gente súper interesante y válida- Pero bueno, yo creo que en aquella época había artistas quizá con más dimensión, En aquel momento, la competición que se generó entre Massiel y Cliff Richard es brutal, surrealista.
- A parte de que Eurovisión siempre genera esa cosa de las competiciones deportivas, de los puntos, de ver quién gana, las apuestas. Eso siempre funciona y va haciendo país. Además, ahora tiene algo aberrante, hay un folclorismo que no te lo puedes creer. En aquella época, la gente se la jugaba más, era más arriesgada. Supongo que ahora también, pero ahora es más por diversión.

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- Por último, abordemos un punto no menor de la historia: el catalán en Eurovisión y el hecho de que participara Serrat. ¿Cómo lo entiende usted?
- Eurovisión inevitablemente siempre ha estado politizada, igual que lo ha estado lo cultural y lo identitario. Joan Manuel Serrat siempre se ha movido en la periferia en cuestiones políticas, idiomáticas, culturales. También en ese momento, como lo ha estado en el procés… Es un personaje que ha encajado y no ha encajado con el discurso. Tampoco ha querido alinearse con un discurso concreto y siempre se ha movido con esa ambigüedad, por eso tampoco ha querido participar en la serie ni ha querido que fuera su imagen la que estuviera detrás.
- Ha sido una estrella que ha sabido moverse y también ha pagado las consecuencias de una tibieza o de una ambigüedad, una falta de encaje en un discurso que quizá no le ha permitido ser solo un artista. Al final, te conviertes en un icono y un representante de una identidad, de unas ideas, y es inevitable ser político.