María Adánez

María Adánez GALA ESPÍN Barcelona

Creación

María Adánez: "España es un país muy rico en idiomas y siempre se ha intentado politizar la lengua"

La actriz aterriza por primera vez en el teatro de Barcelona con la obra 'La gramática', de Ernesto Caballero

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María Adánez pisa por primera vez un escenario de Barcelona. En sus 30 años de carrera no lo había hecho, algo que, asegura, no ha dependido de ella. En cualquier caso, el teatro catalán parece responder a este momento.

La gramática aterriza en el Teatre Romea de la capital catalana con el éxito obtenido en Madrid gracias a un cuidado texto de Ernesto Caballero. El dramaturgo ha diseñado una comedia que se ajusta muy bien a los tiempos que corren.

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La gramática

La obra empieza cuando a una mujer de la limpieza se le caen todos los libros de la gramática española encima y, como por arte de magia, obtiene todo el conocimiento allí contenido. No solo empieza a hablar de forma muy correcta, sino que se pone beligerante ante los anglicismos e incorrecciones de los demás.

Ante una vida que se le hace difícil, acude a un neurólogo para ayudarla a desaprender. A ser “normal”. Y es allí donde la obra apunta al espectador y a la sociedad. ¿Por qué lo “normal” no es hablar bien? ¿Hemos de hablar mal para ser aceptados? ¿Por qué nos hace desaprender? ¿Quién? ¿Hay razones detrás de esto?

Crónica Global trata de descifrar alguna de estas preguntas con la protagonista de la obra.

José Troncoso y María Adánez en el cartel de 'La gramática'

José Troncoso y María Adánez en el cartel de 'La gramática' CARLOS LUQUE

Primera vez en Barcelona en el teatro. ¿Cómo lo vive? Y, sobre todo, ¿por qué ha tardado tanto tiempo?
Eso digo yo. La respuesta no la tengo. Porque anda que no he trabajado con directores y he trabajado en obras importantes, pero bueno, tenía que ser con La gramática. 
Otra cosa que a usted se le conoce mucho por la televisión, donde hace comedia, y empezó a los 7 años en el teatro, donde además siempre hace papeles dramáticos. 
Yo recuerdo que un día Verónica Forqué me dijo: "Ay, María, has empezado esta profesión por lo más difícil, que es hacer comedia. No te van a respetar. Tienes que hacer drama. Tienes que hacer de mujer alcohólica, borracha, que te vaya todo muy mal, muy mal, muy mal, para que te den un Goya".
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Un poco triste, ¿no?
Bueno, bromas aparte, yo personalmente me quise desencasillar. Porque es verdad que empecé por la comedia, todo lo que generaba era comedia y yo siempre he sido una mujer de teatro. No sé si es que la semilla de esa Casa de muñecas que hice con Josep Maria Pou a los 7 años, brotó, pero es verdad que en el 2000 ya hice mi primer protagonista con Emilio Gutiérrez Caba, El príncipe y la corista, La Tienda de la esquina...
Siempre he estado haciendo teatro. Fui yo misma, como necesidad vital y por desencasillarme del grandísimo éxito que estaba teniendo con Aquí no y hay quien viva, quien lo decidió. Recuerdo apuntarme al casting de Salomé de Oscar Wilde que estaba preparando Miguel Narro. Con él empezó y vino La señorita Julia, Las brujas de Salem...
Y, de repente, en el teatro, también comedia con 'La gramática'. Aunque tiene su punto de profundidad, ¿no?
Es una comedia seria, sí. El texto no es desternillante, sí es muy original, porque es el Pigmalión al revés. Mi personaje es un bombón, porque divaga entre esa mujer sabia, valedora de las palabras y empieza a tener atisbos de un Doctor Jekyll y míster Hyde, hasta que finalmente aparece la otra. Y allí está la comedia.
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María Adánez GALA ESPÍN Barcelona

A su personaje, parece que la obligan a dejar de hablar correctamente a la que puede. ¿Nos obligan a desaprender?
La gramática es un llamamiento a nuestra lengua castellana como patrimonio. Como decía Ernesto, España es muy rico en idiomas y siempre se ha intentado politizar la lengua, cuando tiene que ser algo absolutamente orgánico, natural en la manera de comunicarnos con nuestros padres. Es algo muy intrínseco nuestro.
La gramática, entre otras muchas cosas, hace un llamamiento a preguntarnos por qué hay que irnos a la baja. Para nosotros es obvio, porque somos gente de teatro y el teatro es el último refugio de la palabra. Quedan muy pocos refugios y el teatro es uno de ellos.
Entonces sí que hacemos un llamamiento a la riqueza de nuestro idioma. Ya sea el castellano, el euskera, el catalán, el inglés. Somos hijos de Cervantes, del Quijote y por qué perder todo eso.

María Adánez en 'La gramática'

María Adánez en 'La gramática' DAVID DE LA MORENA

Pero la pregunta es ¿quién nos empuja a desgramatizarnos, a desculturizarnos?
Yo creo que estamos muy manipulados por la sociedad en la que vivimos, por las clases políticas, incluso por las redes sociales, es muy difícil ser auténtico. Habría que apagar el televisor, que tirar el móvil a la basura, desconectar internet y descubrirnos quiénes somos nosotros realmente.
Es muy difícil saber quién soy si no perteneciera a ninguna clase política, si no perteneciera a ninguna red social, si no pudiera ver la televisión y sin saber también quiénes han sido tus referentes y cuál ha sido tu educación, ¿no? Pero he de decir que estamos muy manipulados. Y ahora con lo que viene de Trump-Musk...
Vosotros sois periodistas, tenéis la responsabilidad de luchar contra las fake news, pero vienen tiempos muy difíciles para realmente saber qué pasa, dónde está la verdad y dónde está nuestra verdad.

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Aquí es donde se ve la importancia de la palabra y cómo una palabra puede construir una verdad o una mentira, ¿no?
Hay una perversión absoluta de la verdad a través de la palabra. Fíjate qué poderosa es la palabra en las redes sociales, en plataformas como Twitter, y cómo a través de la palabra nos manipulan y nos hacen pensar que una cosa puede ser, cuando no es así. El poder de la palabra es inmenso.
La palabra en cualquier caso nos moldea, pero entonces, ¿podemos moldearla nosotros? Un ejemplo: el lenguaje inclusivo.
Esa es otra guerra. Claro. Hay que hacer un camino hacia la tolerancia, hacia el respeto y hacia la igualdad, por supuesto, y se viene haciendo desde hace mucho tiempo. Pero me rehuso a que se utilice el lenguaje para delimitar y para también aislarnos, cuando el problema de fondo sigue igual.
No hay que olvidarse de la riqueza de castellano en ese sentido. Pero el problema del machismo, de la igualdad, no se combate con cambiar una palabra. Se combate con educación, con sensibilización, con campañas en los colegios o quitar el reggaetón. Hay muchas cosas que hay que hacer de fondo, porque al final el número de mujeres asesinadas al año sigue siendo el mismo, por mucho que digamos miembro o miembra.
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Claro, pero si el lenguaje moldea, ¿puede ayudar a cambiar el chip no?
El problema de fondo es un problema muy intrínseco en la historia de la civilización. Ya en las guerras primeras se violaba y se raptaba a las mujeres. Para acabar con la violencia hay que ir dando pasos y hay pasos de gigante. ¿Pero está en la forma o realmente lo importante es el contenido?
Volviendo al tema de la obra, ¿qué ganamos y qué perdemos con la perversión de la lengua, con el mal uso de la lengua?
Todo está en el término medio. Es cierto que la palabra encorseta. Para mí ha sido muy difícil de aprender esta obra. Y cuando ya lo tengo y el discurso es mío, es un disfrute inmenso, pero aun así mi cuerpo y mi expresión corporal no es la misma que cuando hago a la otra persona.
En lo popular hay algo también mucho más auténtico, más divertido. ¿Pueden convivir las dos? Claro. Eso es lo interesante. Que una no sea lo que hay que hacer, ni la otra sea la cultureta finolis y aburrida. Es muy interesante.
Un buen insulto enriquece el idioma, pero si también tuviéramos esa riqueza ampliaría nuestro conocimiento  y te aseguro que las conexiones neuronales serían mayores.
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¿Cómo encuentra usted el equilibrio en esta profesión: entre el teatro, cine y televisión?
Tener un equilibrio en esta profesión es difícil. Muchas veces manda el trabajo. Para mí el teatro es un sitio donde siempre voy a estar, del que no me voy a ir. Además, es un gran seguro para las mujeres. El teatro te permite envejecer tranquilamente, no está la presión de la cámara, de la arruga. Al final, en el teatro lo que el público recibe de ti no es la arruga, es tu voz, tu presencia, tu dicción y en definitiva tu energía. Y eso no tiene edad.
Por otro lado, bueno, tengo la suerte de poder definir y elegir la carrera que quiero hacer desde hace mucho tiempo. Y eso es un lujo.
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