
El archivo personal de Joan Miró. El alma de su fundación
El archivo personal de Joan Miró. El alma de su fundación
Una muestra en la Fundación Joan Miró de Barcelona explora la diversidad de soportes que el artista usaba para retener ideas
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Cuando contemplamos una obra de arte, pocas veces reparamos en su punto de partida, en la idea primigenia que sacude al artista y le inspira. Sin embargo, de este vínculo entre lo inesperado, la reflexión artística y la creatividad surge un testimonio complejo y fidedigno, documentado en mayor o menor medida, que arroja luz sobre la propia trayectoria creativa del autor.
El trabajo de Joan Miró (Barcelona, 1893- Palma, 1983) no se entendería adecuadamente sin el extraordinario archivo personal que acumuló y conservó a lo largo de toda su vida.
Son unas 10.000 piezas entre bocetos, anotaciones, maquetas o estudios preliminares que el maestro catalán retenía en todo tipo de soportes: una página arrancada de una agenda o de un calendario, un billete, un anuncio, el reverso de una carta o en noticias de algún periódico.

Estas pequeñas muestras ofrecen nuevas lecturas de la obra de Joan Miró
El archivo en la 'torre del conocimiento'
La torre octogonal, conocida como 'torre del conocimiento', de la Fundació Joan Miró de Barcelona, donde se ubican la biblioteca y el auditorio, cobija este preciado archivo y también un espacio expositivo vinculado a este vasto fondo de dibujos preparatorios y documentación del artista.
Desde 2022, en esta pequeña sala se suceden exposiciones que, bajo el lema Abrir el Archivo, nos hablan de sus fuentes de inspiración y sus procesos creativos.
"Con estas exposiciones pretendemos, por un lado, mostrar al público todo este material que antes solamente era accesible para conservadores o investigadores y, por otro lado, también nos ayuda a explicar mejor nuestra colección. A nosotros nos gusta decir que son como una nota a pie de página”, explica a Crónica Global Teresa Montaner, comisaria, junto a Elena Escolar, de Abrir el archivo 05. Miró. Soportes improvisados (hasta el próximo 15 de junio en la Fundació Joan Miró), una muestra centrada en la diversidad de materiales donde el artista plasmaba sus ideas embrionarias.
Grandes obras e ideas embrionarias
Este legado es en cierto modo “el corazón y el alma de la Fundación”, sostiene Montaner. Y es que cuando en los años 70, Joan Miró y su gran amigo, el arquitecto Josep Lluís Sert, diseñaron el edificio de la Fundación, ya imaginaron un espacio destinado específicamente a conservar su archivo personal.
Preservar, pero también difundir porque, al fin y al cabo, si el conocimiento no es compartido, no alcanza su propósito más sublime.
Por eso, divulgar todo este material documental, hasta ahora reservado a eruditos e historiadores, es para la Fundación un asunto fundamental. También porque, según sostiene la comisaria, "estamos acostumbrados a ver la obra definitiva como ‘la obra’, pero, en cierto modo, cuando esta se concibe, ya forma parte de la obra".

Autorretrato en un sobre con el sello de Franco
Ese es el tipo de mensaje que esta serie de exposiciones sobre el Archivo pretende mostrar. Y no solamente “las cosas, los dibujos que de alguna forma llegan a buen puerto y se materializan, sino muchos otros proyectos que no se materializan, pero que hablan tantísimo de la creación del artista”, aclara. Solo así se puede entender en profundidad su extraordinario legado.
Ideas inesperadas, soportes improvisados
Concretamente, esta última nació durante su exilio en París mientras leía una noticia sobre cómo los madrileños acudían a las embajadas en busca de comida en la Guerra Civil.
Tal fue el impacto que le causó que recogió la idea que le sobrevino sobre el mismo periódico. Acabaría siendo una pieza clave de su trayectoria y actualmente forma parte de la colección permanente del MoMA (Museo de Arte Moderno) de Nueva York.
También en un artículo de La Vanguardia con información referente a la guerra esbozó su autorretrato. Pero los materiales utilizados fueron muy diversos, como por otro dibujo de su figura, en el que se representa como un payés, en un sobre con el sello de Franco, "¿esto es fortuito o quería decir algo?", se pregunta la comisaria.
Las lecturas posibles pueden ser casi infinitas.

Miró dibuja su figura en un artículo de La Vanguardia con noticias sobre la Guerra Civil
Un catálogo en constante revisión
Aunque no todas las ideas generaban necesariamente obras, cualquiera de estos documentos posee un valor excepcional. "En la exposición hemos querido mostrar tanto un dibujo que finaliza en obra como, a veces, ideas, como Le rapele des fermier, que se mantienen a lo largo de su vida. Lo realiza en los años veinte, pero a lo largo de toda su trayectoria es un tema recurrente que él dibuja y redibuja".
Pero además de ser el germen de su trabajo, y una parte imprescindible de su universo artístico, todos los documentos contenidos en su archivo personal conforman una suerte de catálogo de su obra.
"Ahora es muy fácil saber dónde están las obras de Miró, y los grandes museos tienen las mejores, pero cuando durante los años 20 y 30 su marchante las vendía, iban a parar a coleccionistas privados a los que él no tenía acceso. Guardar esos dibujos preparatorios, en los que incluso inscribe el número de serie y la medida que debe tener, es una forma de construir su propio catálogo", afirma.
Cuenta Teresa Montaner que Joan Miró era muy ordenado y que "para él, el hecho de archivar y de coleccionar era muy importante. No tanto por hacer una colección, sino porque tener un archivo también le permitía revisar su obra constantemente a partir de sus propios dibujos".
Precisamente, entre las muchas joyas expuestas en esta exquisita muestra, hay un cuaderno con papeles muy diversos que en origen estaban dispersos y que él mismo, en su afán de archivar, de ordenar, reúne y encola en un solo volumen para retenerlos. Porque a veces una idea fugaz e inesperada puede acabar siendo una gran obra.