Emma Suárez: "En las redes todo es maravilloso pero hay miedo a expresar la soledad y la verdad de lo que nos pasa"
La actriz protagoniza la ópera prima del director catalán Aitor Echeverría en la que da vida a una arquitecta que ha caído en el alcoholismo
Emma Suárez está volcada en la promoción de su última película, Desmontando un elefante, donde ella hace de una arquitecta que ha caído en el alcoholismo. La actriz ha estado durante meses documentándose y yendo a centros especializados para saber bien de qué se habla cuando se habla de alcohólicos.
“Hemos tenido tiempo para preparar la película porque. Primero Aitor Echevería [el director] estuvo 15 años con este proyecto para sacarlo adelante. A mí me llegó en el año 2021 y empezamos a trabajar en el 2022. Hubo tiempo de ensayar dentro de la casa en el que íbamos a rodar y para hablar con profesionales tanto en centros de tratamiento de adicciones como el Instituto Hipócrates, como Al-Anon, que nos abrieron las puertas”, comenta a Crónica Global.
“Allí tuvimos la oportunidad de encontrarnos ante personas que viven con este problema y que generosamente nos abrieron sus puertas y pudimos escuchar sus testimonios”, concluye. Un viaje emocional muy duro, aunque “más duros son los que lo viven en la realidad”, subraya.
La actriz ha estado con ellos y sus familiares, porque la película habla de una familia que se encuentran con este elefante en la habitación. A quien más afecta es a la hija (Natalia de Molina), que empieza a ejercer el papel de madre, aun a riesgo de dejar su vida de lado. Es allí donde la cinta toma fuerza, en el intercambio de papeles que se vive en ese momento. Y en el silencio. Porque parece que beber es un acto social, pero cuando se convierte en un problema, la gente prefiere callarlo. Y sus consecuencias, como muestra la cinta del catalán Aitor Echeverría, pueden ser nefastas.
Pero que nadie se espere un drama con momentos desgarradores o grandes escenas dramáticas. Desmontando un elefante es comedida, todo se lleva por dentro, contenido. “Aitor, ha querido contar una historia de una manera también bastante realista, como sucede en la vida misma. Él ha querido contar esta historia de forma contenida, con mucho respeto y con muchísima honestidad.
"No hay momentos álgidos de crisis, digamos, sino que ha querido transmitir la historia de una familia que se desenvuelve en la vida cotidiana con este problema", explica Suárez.
Alcohol: aceptación y estigma
Porque, “para empezar, el alcoholismo es algo que está estigmatizado, pero el alcohol es algo que está absolutamente integrado dentro de nuestra sociedad y normalizado”, recuerda. Lo demuestra la realidad y su personaje, Marga que, no lo ve hasta que toca fondo. “A veces tocar los límites son los que te hacen tomar decisiones”, lamenta.
- Y no solo a ella, el personaje de su hija, Blanca, parece que también lo hace. Siente la presión de cuidar a su madre, hasta el punto que pone en riesgo su trabajo.
- Sí, es muy interesante porque la película aborda diferentes temas como la incomunicación y el miedo, el miedo a hablar. El elefante del que no se habla la película son los temas tabús. Y luego están los cuidados, las atenciones, que es también algo muy importante: atender al otro, el cuidar al otro. En este caso se ve con este personaje de la hija. Se cambian los roles y Blanca adopta el rol de la madre y es la que cuida de ella, aun a riesgo de dejarse, de dejarse ella, de dejarse ir.
- Parece hay algún momento puntual que lo consigue
- Por suerte, expresiones como la danza pueden ayudar a canalizar a veces el dolor, como le pasa ella. Expresiones como la cultura pueden ayudar. Es curioso que la hija, que se dedica al baile, que es una forma de expresión del cuerpo, debería dejarse ir, y la madre, que es arquitecta y es alguien que construye; sin embargo, está completamente desmoronada y en un proceso de reconstrucción de su identidad.
- Y todo está contado de forma sutil, sin gritos. Igual que esa incomunicación y esos miedos de los que hablaba quedan demostrados en una cena en la que se pide alcohol y nadie cuenta por qué no está sobre la mesa.
- Claro. Hay que mantener el tipo, ¿no? Eso se da mucho en la sociedad, no hablamos de lo que realmente nos pasa. En las redes sociales estamos acostumbrados a que aparentemente todo es maravilloso y en realidad lo que creo que sucede es que hay miedo a expresar la vulnerabilidad, la verdad y la soledad del ser humano. En la película se muestra la vulnerabilidad de estos personajes.
- Bueno, además, aquí la madre no sólo lo es por tener una adicción, también la tratan casi como una inútil, que no puede hacer nada sola.
- Porque justamente al adicto se le aparta, se le margina. Hay muchos prejuicios, mucho estigma en torno a esto. Al no saber cómo tratar a una persona que sufre un adicción, adoptas la actitud de tratarle como si fuera un niño pequeño, como si no entendiera. Eso, al final, lo que provoca es un rechazo que alimenta de por sí el rechazo que ya tienen los propios adictos.
- ¿Cómo espera que la reciba el público? ¿Puede ser un toque de alerta o es pedirle demasiado a la película?
- A ver, quién sabe. Prácticamente, todo el mundo conocemos a alguien que ha sufrido una adicción, a alguien que se autoengaña y se la niega, algún amigo o amiga familiar o conocidos que tienen conocidos que están sufriendo una situación parecida. ¡Porque el alcohol está normalizado!
- Eso también se muestra en una escena de una comida familiar, en el que no se habla del alcoholismo y se reclama alcohol.
- Bueno, por eso son importantes películas, así que plantean una reflexión. Hay también un enfoque muy interesante en la película en los personajes. Esta historia afecta a una familia de clase media alta y en una casa que es quizás una metáfora del vacío en el que vive el personaje de Marga.
- De hecho, le falta algo a esa casa, ¿no?
- Sí, le falta como amor, ternura.
- Y volviendo a esas reflexiones. Su personaje habla de ese mito del artista que hace sus mejores obras, alcoholizado, drogado y torturado. ¿Romantizamos el alcohol?
- Totalmente. Está sobrevalorado. Y las consecuencias son terribles.