Fernande Olivier (1881-1966) fue la compañera y la inspiración para Pablo Picasso entre 1904 y 1912. Su rostro y su figura fueron el campo de experimentación donde el artista malagueño evolucionó hacia el cubismo.
Fernande aparece en los últimos cuadros de la época azul, en numerosos lienzos de la época rosa y sus formas inspiraron la génesis de la primera vanguardia. Pero además de modelo imprescindible, fue una memorialista excepcional. Durante sus años compartidos acumuló vivencias que tiempo después escribió en Picasso et ses amis (1933) y en Souvenirs intimes. Écris pour Picasso, publicado en 1988. Relatos directos y sinceros que narran los años de convivencia con el genio en el mítico Bateau-Lavoir. Unos textos fundamentales que conforman un retrato excepcional del joven Picasso, pobre, tímido y enamorado, que comienza a despuntar en el efervescente París de principios del siglo XX.
Los amigos de la pareja
Comisariada por Malén Gual, Fernande Olivier, Picasso y sus amigos reúne fotografías inéditas, documentos, testimonios audiovisuales y varios retratos firmados por el círculo de amistades de la pareja en la que encontramos obras de Joaquim Sunyer, Ricard Canals, Manolo Hugué, Kees Van Dongen, Henri Rousseau, Ignacio Zuloaga o Paco Durrio, además de retratos de Pablo Picasso que fueron fundamentales para el desarrollo del cubismo.
En el proyecto han participado prestigiosos museos e instituciones como el archivo La Belle Fernande, el Museé National Picasso-Paris, el Musée de L’Orangerie, el Museo Bellas Artes de Bilbao, el Museo Nacional Reina Sofía o el MNAC.
Una vida de novela
Su biografía tiene todos los ingredientes de una novela dickensiana. Nacida como Amélie Lang de una madre despreocupada y un padre desconocido, tuvo una infancia precaria y una juventud tormentosa junto a unos familiares. Se instaló en París en 1900 huyendo de un marido trastornado y violento, razón por la que decidió cambiarse el nombre por el de Fernande Olivier.
Comenzó a trabajar como modelo para los artistas de la colina de Montmartre, Cormon, Carolus-Duran o los catalanes Ricard Canals y Joaquim Sunyer con quien mantenía una relación cuando conoció a Pablo Picasso en el verano de 1904. Un año después se instalaría junto a él en su estudio del Bateau-Lavoir.
"Me encontré con Picasso cuando volvía a casa una tarde de tormenta. Él tenía en sus brazos un gatito que me ofreció riendo, al mismo tiempo que me impedía pasar. Yo reí también. Luego me hizo visitar su estudio. Y así fue mi entrada en aquel ambiente", escribió en Picasso y sus amigos. Comenzaba una turbulenta relación que duraría poco más de seis años.
Los años del Bateau-Lavoir
No fue una época cualquiera. Fernande compartió con el malagueño un tiempo concreto, cuando la capital gala era un crisol de artistas e intelectuales de todo el mundo donde fluían las vanguardias. Un tiempo en el que Pablo Ruiz evolucionaba hacia el gran Picasso, el genio que revolucionó el mundo del arte y que más de medio siglo después de su muerte sigue fascinando y provocando.
Olivier fue testigo excepcional de esta transformación. Compartieron penurias, confidencias de amantes y veladas impagables con su círculo de amigos frecuentado por Max Jacob, Guillaume Apollinaire, André Salmo y Gertrude Stein.
Gósol y Horta de Sant Joan
Junto a él, descubrió los paisajes españoles de la geografía picassiana. En Gósol, donde la pareja pasó el verano de 1906, Fernande inspira los lienzos de trazos simples y rasgos hieráticos que culminarían en París con la creación de Las señoritas de Avignon, pieza referencial del cubismo. Al año siguiente, en Horta de Sant Joan, su figura, representada en formas geométricas, invade de nuevo la obra del malagueño, marcando el camino hacia la abstracción.
De forma paradójica, mientras Picasso comenzaba a saborear el éxito en brazos de su nueva amante, Eva Gouel, la relación con Olivier se desdibujaba. En 1912 se separaron definitivamente.
Edición de sus escritos
A partir de ahí, en la vida de Fernande se suceden los trabajos precarios. Y los recuerdos de los años compartidos se transforman en memorias que el diario Le Soir publicó por entregas bajo el título Cuando Picasso era academicista.
En 1933, la editorial Stock, editó el conjunto de escritos en el libro Picasso y sus amigos que, nueve décadas después, configura el hilo conductor de la exposición que hasta el 6 de octubre de 2024 permanecerá en las salas del Museo Picasso de Barcelona. Un homenaje a una mujer que merece reconocimiento más allá de su relación con el artista.