Cuando Béla Tarr se enteró de que estaba todo vendido para la proyección de Sátántangó, un largometraje de más de siete horas, le dijo a Esteve Riambau, director de la Filmoteca de Cataluña: “Si me cambias el billete, me quedo porque quiero presentar la película a los que la vengan a ver”. Y se quedó. No solo vino a presentarla a las cuatro de la tarde, sino que regresó a las once de la noche para el coloquio. “Acabamos a la una de la madrugada después de nueve horas de proyección y debate con 250 personas que aguantaron hasta el final y aplaudieron a rabiar. Esto es emocionante, importante y esperanzador”, cuenta Riambau a Crónica Global.
El director húngaro es el último gran cineasta de los cientos que han pasado por la nueva sede de la Filmoteca en el Raval desde que se inauguró hace ahora más de 12 años. Bigas Luna, Víctor Erice, Jaime Camino, Carlos Saura, Costa-Gavras, Agnès Varda, Antonio Banderas, Isabel Coixet, Ken Loach, Patrice Leconte, Bertrand Tavernier, Guillermo del Toro, Fernando Trueba, Rosa Vergés, Lluís Omar y Peter Brook conforman, entre muchos otros, este extraordinario catálogo de celebridades del séptimo arte.
Noventa y siete de ellos ilustran las páginas de Cineastxs, un precioso libro editado por Lunwerg que incluye las fotografías realizadas por Oscar Fernández; un texto del propio Riambau explicando la vinculación de cada uno de ellos con el equipamiento de la plaza Salvador Seguí y la dedicatoria personal que han dejado escrita en el libro de invitados.
De la admiración de Banderas al amor de Coixet
Son apenas unas palabras dedicadas, pero estos breves textos firmados por tantos y tantos autores contienen algo más que una anécdota efímera. Hay textos cariñosos, otros muy cómplices, también hay caricaturas y autorretratos, pero todos expresan un sincero agradecimiento.
“A mis amigos de la Filmoteca de Cataluña con todo mi cariño y admiración por el magnífico y necesario trabajo que realizan por el mundo del cine”, escribió Antonio Banderas; Carlos Saura anotó lo siguiente: “A la Filmoteca de Cataluña, a mi amigo Esteve y a todos los que han hecho mi estancia en Barcelona ¡tan estupenda!”; el director alemán Volker Schlöndorff expresó así su gratitud: “Qué alegría descubrir una nueva filmoteca en un momento en que la gente dice que el cine está muerto”; Gonzalo Suárez agradecía el esfuerzo de todo el equipo de la institución catalana con estas palabras: “El lugar donde la fantasía es realidad gracias a vosotros”; mientras que Isabel Coixet recurrió a la poesía: “Con fragancia de celuloide, la mentira es amor, lo dijo Dylan Thomas y yo lo siento cada vez que vengo aquí…”. Son pequeños gestos de reverencia y admiración por las últimas trincheras de un valioso patrimonio cultural.
Filmotecas y patrimonio cinematográfico
En un mundo inmerso en el consumo voraz de plataformas de streaming, las filmotecas resisten como lugares nostálgicos, con personalidad, donde disfrutar del cine comme il faut, con la idea romántica de que la esencia del séptimo arte prevalece en las películas que allí se proyectan.
Sostiene Esteve Riambau que las filmotecas son las responsables de preservar el patrimonio cinematográfico tal y como fue durante el siglo XX, y por tanto las encargadas de conservar esta liturgia de la sala pública, compartida, donde se proyectan películas en versión y formato original sobre una gran pantalla con las luces apagadas. “Un ceremonial que no sé si está en peligro de extinción, pero sí que está en estos momentos en minoría”.
La memoria frente a la dictadura del presente
Paradójicamente, añade, cuentan con un público incondicional. En una sesión de filmoteca siempre hay más espectadores que en un cine comercial. “Por tanto, este ritual y esta forma popular de entretenimiento las filmotecas lo estamos conservando”. Precisamente por eso todos los cineastas que en algún momento han pasado por la Filmoteca de Cataluña “se han sentido como en casa porque comparten esta filosofía y para ellos nada mejor que sentirse acogidos en un lugar donde se proyectan sus películas en condiciones, con un público destinado a disfrutarlas”.
Además de las películas, los ciclos, los coloquios, exposiciones o debates, la labor de estos espacios cinematográficos va mucho más allá de lo que el público ve. La Filmoteca de Cataluña tiene una segunda sede en Terrassa que, además de albergar un archivo con cerca de 40.000 títulos, acoge el Centro de Conservación y Restauración encargado de recuperar, restaurar y difundir el patrimonio fílmico catalán. Como escribió Bertrand Tavernier en el libro de invitados: “Para la Filmoteca que preserva la memoria en una época donde nos sometemos a la dictadura del presente”.