Suzanne Valadon, la modelo que se convirtió en artista
El Museo Nacional de Arte de Cataluña reivindica la figura de esta musa imprescindible del impresionismo y una de las creadoras francesas más relevantes del añorado París de la ‘belle époque’
28 abril, 2024 00:00Noticias relacionadas
El bello rostro de una mujer se repite en los lienzos de algunos de los artistas más importantes de su tiempo. Suzanne Valadon, pseudónimo de Marie-Clémentine Valadon (1865-1938), es La bebedora de Toulouse-Lautrec; la joven que aparece, por duplicado, en El almuerzo de los remeros de Renoir, quien también la inmortalizó en Los paraguas o La trenza; Marie-Clémentine es todas las figuras que aparecen en El Bosque Sagrado de Pierre Puvis de Chavannes; la joven que vemos en La Muchacha en el baile de la pintora Berthe Morisot y La risueña de Santiago Rusiñol.
No había en París un pintor que no quisiera inmortalizar su belleza. Fue musa, amante, esposa y madre de artistas. Pero su mayor logro fue convertirse en una gran artista, y lo consiguió en un entorno totalmente masculino. Convencida de que era algo más que una cara bonita, desafió todos los convencionalismos de su época infiltrados igualmente en el relajado ambiente del París de fin de siècle, epicentro de la modernidad artística.
Organizada por el MNAC en colaboración con el Centre Pompidou-Metz y el Musée d’Arts de Nantes, Suzanne Valadon. Una epopeya moderna está comisariada por Eduard Vallès y Philip Dennis Cate y reúne más de un centenar de obras realizadas a lo largo de toda su carrera artística. Aunque ella es la protagonista, la exposición (hasta el 1 de septiembre de 2024) comprende además piezas de otros autores coetáneos con los que se relacionó como Matisse, Toulouse-Lautrec, Degas, Casas o Rusiñol.
Marie 'versus' Suzanne
Los primeros años de su vida no fueron fáciles. Hija de una humilde mujer, trabajó como lavandera, florista, niñera o camarera y cuentan que también de acróbata en un circo. El destino disfrazado de accidente cambiaría el rumbo de su vida. Comenzó a trabajar como modelo y con tan solo 17 años ya era una criatura más de las muchas que habitaban el bohemio ecosistema de Montmartre.
Varias generaciones de artistas la tuvieron frente a su caballete, algunos también en su lecho. Entre otros la pintora vivió intensas relaciones con De Chavannes; con Toulouse-Lautrec, quien le sugirió cambiarse el nombre de Marie por Suzanne porque, decía, siempre estaba rodeada de viejos como la Susana bíblica. Su belleza cautivó también al compositor Erik Satie, que llegó a pedirle matrimonio, y a Miquel Utrillo, con quien mantuvo una tempestuosa relación que ha quedado documentada en varias obras. Una de las más explícitas es el retrato titulado La guerra de los siete años, justo el tiempo que el catalán tardó en reconocer legalmente al hijo de Valadon, el futuro pintor Maurice Utrillo.
“Uno de los nuestros”
“Eres uno de los nuestros”, cuentan que dijo Edgar Degas al ver su trabajo por primera vez. El maestro impresionista fue su gran valedor. No solo la pintó profusamente, sino que además supo reconocer su talento y la animó a explotarlo.
“Fue él quien la enseñó a grabar en su propio taller e, incluso, llegó a ser coleccionista de sus obras”, explican los organizadores. Aunque en su obra se reconocen influencias, Valadon, de formación autodidacta, irrumpió en el circuito artístico con un estilo propio que plasma en sus obras con perfiles gruesos y atrayentes cromatismos.
El desnudo femenino en el centro de su producción
La eterna musa de Montmartre que había iluminado con su hermoso rostro el impresionismo salió del cuadro para reapropiarse de su imagen y pintar su forma de entender la vida. Cultivó prácticamente todos los géneros, el retrato, el autorretrato, las naturalezas muertas o el paisaje. Pero sin duda fue el desnudo el tema que centró su producción. Y lo hizo con una mirada natural, emancipada de cualquier estereotipo masculino previo.
Es ahí, en el tratamiento de los desnudos femeninos, donde se impone por encima de otros artistas de su tiempo. Para los responsables de la muestra, “la experimentación alrededor del lenguaje del cuerpo se convierte en un espacio de refugio y de lucha en un entorno artístico masculino, y es donde aparecen algunas de sus mejores creaciones”. Además, Valadon fue probablemente la primera mujer que pintó un hombre desnudo en el lienzo titulado Adán y Eva (1909). Como cabría esperar, la obra fue censurada y tuvo que cubrir los genitales masculinos con hojas de parra para poder exhibirla en el Salón de Otoño de París.
Al contrario que la mayoría de sus coetáneas, Suzanne Valadon disfrutó del éxito en vida. Su trabajo está presente en las colecciones de los principales museos del mundo como el Centro Pompidou, el Metropolitan Museum de Nueva York y el Fine Arts Museum de Boston. Pablo Picasso, Georges Braque o André Derain no faltaron a su entierro en el cementerio de Saint-Ouen, en el barrio de Montmartre, el escenario donde transcurrió su extraordinaria epopeya.