Gabriel García Márquez y los célebres preservativos catalanes con crestas de iguanas
El escritor colombiano describe los artículos de contrabando más extravagantes en ‘El amor en los tiempos del cólera’, una novela con numerosas referencias a Cataluña
2 abril, 2024 00:00Noticias relacionadas
“Después del Premio Nobel todo es cuesta abajo”, declaró el escritor noruego Jon Fosse en 2023. “Me cuesta concentrarme para escribir tras ganar el Nobel”, reconoció Mario Vargas Llosa en 2010. Gabriel García Márquez publicó algunas de sus mejores obras tras recibir en 1982 el máximo reconocimiento literario “por sus novelas e historias cortas, en las que lo fantástico y lo real se combinan en un mundo ricamente compuesto de imaginación”.
El amor en los tiempos del cólera (1985) es el mejor ejemplo de ello. La novela es un homenaje a los amores eternos, aquellos que superan todas las adversidades de la vida y perduran hasta el más allá. Está inspirada en la relación de los padres de García Márquez, a los que el escritor entrevistó durante días por separado. La acción transcurre a caballo entre finales del siglo XIX y principios del XX en una ciudad sin nombre de la costa Caribe de Colombia, que en algunos pasajes recuerda a Cartagena de Indias, y cuenta con numerosas referencias a Cataluña.
El Portal de los Escribanos
En la página 153 de El amor en los tiempos del cólera (Editorial Bruguera, 1985), García Márquez traslada al lector a un singular y atronador mercado de pasado colonial y escribientes de variedades.
“Fermina Daza compartía con sus compañeras de colegio la idea peregrina de que El Portal de los Escribanos era un lugar de perdición, vedado, por supuesto, a las señoritas decentes. Era una galería de arcadas frente a una plazoleta donde se estacionaban los coches de alquiler y las carretas de carga tiradas por burros, y donde se volvía más denso y bullicioso el comercio popular. El nombre le venía de la Colonia, porque allí se sentaban desde entonces calígrafos taciturnos de chalecos de paño y medias mangas postizas, que escribían por encargo toda clase de documentos a precios de pobre: memoriales de agravio o de súplica, alegatos jurídicos, tarjetas de congratulación o de duelo, esquelas de amor en cualquiera de sus edades”.
Gabriel García Márquez y los célebres preservativos catalanes
Al doblar la página, el genio de Aracataca enumera varios de los artículos que allí se pueden hallar provenientes del Viejo Mundo. Unos cachivaches que podrían ser originarios de París, Londres o Viena. De cualquier ciudad europea o de cualquier otra parte. Pero son catalanes.
“No era de ellos, desde luego, de quienes le venía la mala reputación a aquel mercado fragoroso, sino de mercachifles más recientes que ofrecían por debajo del mostrador cuantos artificios equívocos llegaban de contrabando de los barcos de Europa, desde postales obscenas y pomadas alentadoras, hasta los célebres preservativos catalanes con crestas de iguanas que aleteaban cuando era el caso, o con flores en el extremo para que desplegaran sus pétalos a voluntad del usuario”.
Ecos de Barcelona y realismo mágico
La pluma de García Márquez describe los productos de contrabando más extravagantes que llegan a la ciudad caribeña en los albores del siglo XX con lujo de detalles, dejando volar la imaginación del lector, pero sin mencionar la denominación de origen de postales y pomadas. Algo que sí hace con los célebres condones catalanes.
¿Es casualidad o es fruto de las vivencias que preceden a la escritura de El amor en los tiempos del cólera, cuando el autor residió en Barcelona, entre 1967 y 1975? ¿Proceden tan curiosos profilácticos de los recuerdos de su Aracataca infantil? ¿De algún rastro de su Barranquilla de juventud? ¿De alguna lonja bogotana o del barcelonés Mercat dels Encants? ¿Dónde se inspiró? ¿Qué le inspiró? ¿Existieron alguna vez tales preservativos o forman parte del realismo mágico?
Otras referencias a Cataluña
Más allá de estas curiosas gomas, El amor en los tiempos del cólera contiene otras referencias a Cataluña. Al inicio de la novela, en la página 36, cuando García Márquez describe la casa del doctor Juvenal Urbino, el primer y desventurado protagonista, dice así: “El piso estaba cubierto de baldosas ajedrezadas, blancas y negras, desde la puerta de entrada hasta la cocina, y esto se había atribuido más de una vez a la pasión dominante del doctor Urbino, sin recordar que era una debilidad común de los maestros de obra catalanes que construyeron a principios de siglo aquel barrio de ricos recientes”.
El premio nobel también hace alusión a diversos autores catalanes que supuestamente visitaron la ciudad sin nombre de Fermina Daza y Florentino Ariza. Se trata de Ramón Caralt (Sant Boi, 1875-1957), que estuvo de gira por Sudamérica, entre 1919 y 1924, con su Compañía de dramas policiales; y el ilustre trío Cortot-Casals-Thibaud, que recorrió el mundo entero deleitando al público con sus piezas de cámara.
Elementos cargados de fantasía
Sin embargo, nada dispara la imaginación hasta tal punto como los célebres preservativos con crestas de iguanas. Más si cabe, cuando uno recuerda la respuesta que utilizaba García Márquez cuando le preguntaban por el realismo mágico:
-No hay en mis novelas una línea que no esté basada en la realidad.