Alejandro G. Sinner empezó a estudiar la carrera de Historia por afición, mientras trabajaba en la empresa de informática de su padre. “De niño siempre me había interesado la historia antigua”, explica este arqueólogo criado en Teià, en el Maresme.

Ánforas en el yacimiento de Ca l'Arnau AJUNTAMENT DE CABRERA DE MAR

Pero ese mismo verano, después de colaborar como voluntario en el recién inaugurado yacimiento arqueológico de Cella Vinaria, un destacado centro de producción vitivinícola de la época romana en lo que es hoy Teià, entendió que la arqueología iba a ser su camino. “Le dije a mi padre, lo siento, haré Arqueología, he encontrado mi pasión”, recuerda con tono nostálgico.

Decisivo para su carrera

A raíz de su experiencia en Teià, enseguida le ofrecieron la oportunidad de excavar en los yacimientos íbero-romanos de Cabrera de Mar, otro municipio del Maresme que en los primeros años del 2000 puso el foco en el valor de sus restos arqueológicos bajo la dirección del arqueólogo municipal Albert Martín.

Horno en el yacimiento de Ca l'Arnau AJUNTAMENT DE CABRERA DE MAR

Sinner aceptó encantado, sin saber que las excavaciones en Cabrera de Mar, la antigua Ilduro, marcarían el resto de su carrera. Al terminar la licenciatura, Sinner creó su propia empresa de arqueología —buena parte de su negocio consistía en realizar las excavaciones pertinentes para supervisar y valorar la posible existencia de restos arqueológicos en los lugares donde iba a desarrollarse un proyecto inmobiliario —, pero cuando la crisis de 2008 paralizó la obra pública y privada, optó por cerrar la empresa y hacer un doctorado sobre un tema muy concreto: la ceca de Ilduro.

Acuñación de moneda

“Para hacer el doctorado tenía que especializarme, y me di cuenta que nadie hasta entonces había estudiado la ceca, la fábrica de moneda”, recuerda. Sinner explica que la acuñación de moneda en un territorio sin tradición monetaria previa supone que se habían producido una serie de cambios políticos, sociales y culturales para hacerla posible, y eso despertó su interés.

“El hecho de que haya una ceca significa que se trataba de una ciudad estructurada, con una moneda reconocida a nivel regional, que servía como forma de intercambio. Era una moneda ibérica, no romana, que seguramente utilizaban las élites ibéricas, pero que apareció a raíz de la conquista Romana de la zona y del contacto y los intercambios comerciales que este proceso produjo”, recuerda Sinner, que durante cinco semanas de mayo y junio ha estado dirigiendo a un grupo de doce estudiantes canadienses por las excavaciones de Cabrera de Mar.

Termas en el yacimiento de Ca l'Arnau de Cabrera de Mar AJUNTAMENT DE CABRERA DE MAR

“Para mis alumnos, es la única forma de tener contacto directo con la civilización ibera y romana”, explica el reconocido arqueólogo catalán, actualmente profesor de arte y arqueología romana en la University of Victoria, en Canadá. La idea de ofrecer un curso de arqueología que implicase llevar a sus estudiantes a Cabrera de Mar se le ocurrió hace ocho años, cuando llegó a la York University, en Toronto, para realizar un postdoctorado en lo que continúa siendo una de sus principales líneas de investigación: comprender la historia social y cultural de la sociedad íbero-romana a partir de los hallazgos en Ilduro.

El programa existe desde 2015, con una pausa de dos años debido a la covid, y durante cinco semanas los estudiantes “aprenden a excavar y a reconstruir el pasado de los antiguos habitantes de esta ciudad, una micro sociedad que a Sinner no le gusta etiquetar simplemente de “ibérica” o “romana”.

Deconstruir identidades

“Más que definir o poner nombre, lo más interesante es ver cómo vivían y como les cambia la vida al entrar en contacto con los romanos: desde la dieta, al tipo de familia, prácticas rituales, funerarias, lengua, arquitectura. Algunos de estos cambios son obvios a primera vista, por ejemplo, sus casas eran ahora más grandes y están al lado de unas termas, en medio del valle, y no arriba, en la montaña dentro de un oppidum fortificado.

Otras son mucho menos visibles a primera vista y requieren que estudiemos muy bien la cultura material que recuperamos en las excavaciones; por ejemplo la introducción de nuevos elementos en la dieta como el aceite de oliva o el incremento de consumo de la carne de cerdo…”, explica.

Textos clásicos

“Mis alumnos han estudiado cómo era la sociedad romana a través de los libros clásicos, como los de Vitruvio, por ejemplo, que describe cómo era una vivienda romana de la época. Pero llegan aquí y se dan cuenta que ésto no tiene nada que ver con lo que describen los textos clásicos. Las fuentes romanas no te hablan de cómo eran las casas de la periferia, a sus habitantes los consideraban bárbaros, no entendían bien la diversidad étnica existente que tendieron a amalgamar”, añade.

Una familia visita el yacimiento de Ituro en el Maresme ANDREA RODÉS

De hecho, insiste, “la única voz que tienen los íberos es excavar y estudiar lo que han dejado detrás”. Como arqueólogo, el objetivo de Sinner es “deconstruir identidades”. “Los 'íberos' no fueron una sociedad tan homogénea como nos han hecho creer, es una etiqueta que nace de la necesidad de reafirmar identidades, políticas y nacionalismos posteriores, hay marcadas diferencias entre cómo vivían aquí, en la zona de levante o en los territorios del sur-este de la península. A mí lo que me interesa son los detalles, es ver cómo los habitantes de cada una de estas viviendas reaccionó a todo este momento de cambio, ya que no hay dos historias iguales”, dice.

Visión colonial

Según Sinner, los estudios de arqueología han estado muy marcados por una visión de la historia “de arriba a abajo”, la idea de que una gran narrativa sirve para explicar lo ocurrido, aunque en realidad “no sirve a pequeña escala”. El reto actual, según Sinner, es eliminar esta visión “colonial” de la historia, dar a la arqueología un nuevo enfoque de “abajo a arriba”. Y en Canadá, con su pasado de opresión a los indígenas, “este discurso poscolonial cuaja más, son muy sensibles a este tema “, explica.

Apasionado de su profesión, Sinner lamenta la precarización de la profesión, especialmente en lo que se refiere a niveles salariales. Según el último informe U Ranking elaborado por la Fundación BBVA y el Institut IVIE sobre inserción laboral, en España la arqueología ofrece una de las peores perspectivas salariales en un ránking de más de cien carreras universitarias.

Precariedad

A los cinco años de licenciarse, apenas un 10% de los arqueólogos supera unos ingresos de 1.500 euros mensuales. “En Canadá tampoco es el trabajo mejor bien pagado, requiere mucha dedicación y vocación. Ya se sabe que [el ejercicio de reconstruir ] la memoria no genera un impacto económico directo en euros”, explica.

Sin embargo, muchos de sus estudiantes han encontrado empleo en alguna empresa de arqueología en Canadá, “porque mientras haya construcción, obra pública, sigue habiendo trabajo de excavación”, dice. Además, una de las ventajas de la arqueología es que te ofrece una metodología universal, te permite excavar en cualquier yacimiento, íbero, romano, medieval o indígena canadiense”, concluye.

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