Hubo un tiempo en el que el centro histórico de la capital catalana no estaba invadido por cientos de turistas que aparecen y desaparecen apresuradamente por el corazón de la Ciutat Vella. Un tiempo, cambiante y caótico, tan lejano y extenso que resulta difícil rastrear. Aun así, las primeras referencias documentales confirman la existencia de judíos en Barcelona desde el siglo IX, aunque, seguramente, ya se habrían asentado aquí, a principios de la era cristiana.
Durante siglos fue una de las comunidades judías más grandes (llegó a contar con casi 4.000 miembros) y poderosas, de entre todas las que habitaron la Península, y mantenían una relación cordial con sus vecinos cristianos. Sin embargo, todo cambió a mediados del siglo XIV. Sus gentes se convirtieron en el chivo expiatorio al que acusar de todos los males -epidemias, hambrunas, inestabilidad política y social- que asolaron implacables los reinos peninsulares. La aljama barcelonesa sufrió varios asaltos, pero fue tras el devastador ataque de 1391, cuando desapareció por completo.
Toponimia
Su rastro se fue desdibujando y su memoria silenciada. Sin embargo, si prestamos atención, persisten numerosos recuerdos en su toponimia, en las calles y plazas que un día conformaron el Call de Barcelona y, afortunadamente, también en el rico legado documental que reposa en la catedral.
Recuperar y poner en valor este extraordinario patrimonio, parte fundamental de nuestra historia, es el principal objetivo de Mozaika, una plataforma creada para preservar y difundir todos los aspectos que conforman la cultura judía: historia, literatura, arte, música, religión, filosofía y también gastronomía. "Creemos en la idea de una judeidad moderna, flexible, respetuosa y transgresora que no abandone su legado milenario", explican en su manifiesto, "con los pies en Barcelona y la cabeza en el mundo".
El archivo de la catedral
El Archivo Capitular de la catedral de Barcelona custodia entre sus muros un importante tesoro documental, conformado por miles de pergaminos medievales, que ha resultado clave en la reconstrucción de la historia de la ciudad. Se trata, en su mayoría, de documentos administrativos sobre transacciones, alquileres o compraventas generados por la función notarial del templo barcelonés.
Pero, además, arroja numerosas pistas sobre las normas que regían la sociedad judía, mil y un detalles como a qué se dedicaban. Algunos desempeñaban oficios tan curiosos como el de pimentero, dadero, cambista o tejedor de velos de seda. Observamos manuscritos originales expuestos como el de Caròssia, una mujer viuda del siglo XIII, reclamando la manutención para su hija Reina o la venta de una viña a Salam en el Tibidabo. El vasto archivo ha permitido también obtener mucha información acerca Salomón Ben Adret (1235-131) una de las figuras más reputadas de aquel periodo.
Durante más de cuatro décadas ostentó el título de Gran rabino de Barcelona y fundó su propia academia talmúdica. Hábil negociador, recibía numerosas cartas de toda Europa planteándole consultas. Las "responsas" a todas esas cuestiones ha generado mucha información acerca de cómo era la vida judía medieval, explica Mónica Buzali, guía e integrante de Mozaika. Se conservan así mismo documentos más recientes del siglo XIX que atestiguan el retorno de judíos a Barcelona tras la diáspora. Actualmente, la comunidad asciende a unas 2.000 personas.
La memoria del barrio judío en El Gòtic
Aunque aún faltaba un siglo para que los reyes católicos ordenaran la expulsión de los judíos de Castilla y Aragón, a principios del siglo XV, tras el brutal asalto de 1391, apenas quedó rastro de la aljama barcelonesa. Las casas se habían abandonado o vendido y las calles se cristianizaron paulatinamente.
El emplazamiento del antiguo Call se encuentra en el entramado laberíntico del Barri Gòtic. Desde época romana, el centro de Barcelona ha estado siempre localizado en el lugar que ahora ocupa la plaza de Sant Jaume, solo que entonces apenas era un terreno amesetado donde había una iglesia, un cementerio, una fuente y, justo en la esquina de la actual plaza con la calle del Call, se encontraba el acceso al barrio judío medieval.
En Sant Honorat (antes calle de la Font por haber allí una fuente exclusiva para los judíos), la calle lateral del actual Palau de la Generalitat, se encuentra uno de los pocos comercios judíos que hay en Barcelona: Call Bcn Wine and Books, un pequeño establecimiento de vinos kosher y libros de temática hebrea. La plaza de Sant Felip Neri marcaba otro de los límites de la antigua aljama.
La casa del alquimista
Dirigimos ahora nuestros pasos hacia la placeta Manuel Ribé donde se encuentra una de las sedes del MUHBA (Museo de Historia de Barcelona), concretamente el centro de interpretación del Call. El espacio, un edificio que aún conserva restos visibles del siglo XIII, fue propiedad de Jucef Bonhiac, tejedor de velos. Aunque muchos barceloneses todavía conocen el inmueble como "casa del alquimista", debido a un terrible suceso.
Cuenta la leyenda que un joven cristiano, resentido al ser rechazado por una joven judía, le pidió a Jucef una pócima para asesinarla. Este no puso ningún reparo y preparó un veneno con el que impregnó los pétalos de una rosa. Al día siguiente descubrió el cadáver de su hija sosteniendo la letal flor entre sus manos.
Enloquecido por sus actos, lanzó una maldición sobre la casa y abandonó para siempre la ciudad. Cerca del MUHBA-El Call, en la calle Marlet, hay una reproducción de una lápida dedicada al rabino y jurista Samuel ben Isaac ha-Sardí con la siguiente inscripción en hebreo "Pia Almoina/Rabí Xemuel/ Ha-Sardí. La persona generosa prospera" y unos pasos más allá, se encuentra la Sinagoga Mayor, un espacio no exento de controversia ya que los historiadores sitúan la ubicación real del antiguo templo en la calle de Sant Domènec del Call, en el lugar que ahora ocupa una vinatería.
La casa habitada más antigua de Barcelona
La última parada nos lleva a la calle Salomón Ben Adret. Aquí hubo otra sinagoga más pequeña, una carnicería, viviendas de judíos acomodados y en el número 6, la Casa Adret, la casa habitada más antigua de Barcelona. Se trata de un magnífico edificio rehabilitado del siglo XII, sede del centro cultural Mozaika.
La asociación organiza un nutrido programa de actividades culturales como charlas, conciertos, obras de teatro o conferencias de temática judía, además de las visitas por el antiguo Call. Estas se pueden concertar a través de la propia asociación y próximamente también desde el nuevo portal turístico que está desarrollando la Red de Juderías de España, Caminos de Sefarad. Un experiencia única para descubrir el incalculable valor de una herencia extraordinaria.