El fotógrafo Joel Meyerowitz

El fotógrafo Joel Meyerowitz

Creación

Joel Meyerowitz: de la España de Franco a las Torres Gemelas de Nueva York

La leyenda de la fotografía callejera en color estadounidense repasa sus 60 años de carrera en un nuevo libro autobiográfico

10 junio, 2023 23:30

Joel Meyerowitz nació en el Bronx, Nueva York, en 1938, entonces un bullicioso barrio obrero donde se mezclaban inmigrantes de todas partes del mundo —irlandeses, italianos, griegos, polacos, españoles, alemanes y (sobre todo) judíos de Europa del Este— y donde se daban a diario lecciones de lo mejor y lo peor de la humanidad. Fue esa educación básica callejera la que alimentó en ese joven del Bronx su pasión por observar la humanidad en movimiento, una pasión que más tarde se convertiría en su marca distintiva como fotógrafo.

Considerado el pionero de la fotografía urbana en color, Meyerowitz, cuya obra se presentó en la primera exposición privada pop-up de la galería ALTA en Barcelona, acaba de publicar The Pleasure of Seeing (“El Placer de observar”) (Damiani, abril 2023), un libro biográfico que recopila las anécdotas y fotografías más emblemáticas de sus 60 años de carrera.

Portada de 'The Pleasure of Seeing' (Damiani), de Joel Meyerowitz y Lorenzo Braca

Portada de 'The Pleasure of Seeing' (Damiani), de Joel Meyerowitz y Lorenzo Braca

Las posibilidades del color

Graduado en Pintura, Historia del Arte e Ilustración médica por la Universidad Estatal de Ohio, Meyerowitz empezó a trabajar como editor y director artístico en una agencia de publicidad de Manhattan. No fue hasta 1962, cuando tuvo la oportunidad de trabajar junto a Robert Frank para un folleto que él mismo había diseñado y descubrir que se podían hacer fotografías estando tanto el fotógrafo como el sujeto en movimiento, que decidió convertirse en fotógrafo. A los pocos días, abandonaba su puesto como editor y salía a fotografiar las calles de Nueva York con una pequeña cámara en color prestada por su propio jefe.

Inspirado por el libro The Americans, de Frank, y la amistad del diseñador gráfico Tony-Ray Jones y posteriormente de Garry Winogrand y Tod Papageorge, recorría las calles de Manhattan, entonces sumida en el auge del dinero y el consumo de los 60, y empezó a explorar las posibilidades del color en un momento en el que el blanco y negro estaba considerado la única forma artística. Pero el momento revelador de su carrera llegó cuatro años más tarde, al emprender un viaje por Europa que cambiaría su forma de fotografiar y ver el mundo. Un viaje que lo llevaría a pasar seis meses cruciales en España, tal y como explica en The Pleasure of Seeing, donde se recopilan algunas de las fotografías más emblemáticas de su estancia en Málaga.

Una fotografía en color de Joel Meyerowitz

Una fotografía en color de Joel Meyerowitz

Viaje a España

Este viaje iniciático por Europa empezó en Londres, donde adquirió el Volvo de segunda mano que lo llevaría hasta España, entonces bajo la dictadura de Franco. Hospedado por la familia del guitarrista flamenco Antonio Escalona, Meyerowitz ubicó su base en Málaga y de allí exploró los rincones de nuestro país. 

“El trabajo realizado en España —y el propio viaje— posee un gran valor, pues supone una conversación continuada con un país en transformación bajo unas circunstancias sociales, culturales y políticas difíciles, marcadas por una dictadura. No obstante, sus fotografías de Málaga muestran, a veces incluso con un humor velado, cómo la vida se hace camino en cualquier circunstancia”, escribe la historiadora y comisaria de arte Nuria Enguita en el panfleto de la exposición dedicada a Meyerowitz en el Centro de Arte Bombas Gens, de Valencia, en 2018.

Fotografía en blanco y negro de Joel Meyerowitz

Fotografía en blanco y negro de Joel Meyerowitz

Paseante-observador

Una de las fotografías más emblemáticas de su estancia en el sur de España muestra la plaza del mercado de Montefrío (Granada) en 1966. “Entré en ese espacio y me conmovió. Me detuve un momento para asimilarlo todo, y entonces vi esa cruz monumental con el yugo y el haz de flechas, que era el símbolo del partido fascista. Mostraba cómo el Estado reprimía al pueblo español en la época de Franco”, escribe en el libro, escrito en forma de conversaciones con el artista e historiador Lorenzo Braca.

Según Enguita, a diferencia de Henri Cartier Bresson o Robert Frank Meyerowitz se centró en las posibilidades expresivas de la fotografía como contexto, capaz de dar cuenta de la fragmentación, la simultaneidad y el contraste de la vida en la calle. “Plantea su trabajo como una conversación con lo real, una respuesta, hecha de energía y meditación. Su posición no es la del cazador que busca una presa, sino la del paseante-observador que se deja afectar por lo que siente en cada momento y no solo por lo que ve, obedeciendo a un impulso sensorial que va más allá de la vista”, escribe en el panfleto de la exposición en Valencia, que más tarde viajó a Photo España, en Madrid.

Fotografía en movimiento de Joel Meyerowitz

Fotografía en movimiento de Joel Meyerowitz

La fotografía callejera

Otra de sus fotografías españolas más conocidas muestra a un hombre caminando por la acera y, a lo lejos, un campanario de iglesia en forma de pirámide, “una especie de iglesia moderna con una rejilla escalonada que crecía por delante. Y en el cielo había una nube, con la misma forma piramidal, ligeramente estriada”, recuerda en el libro.

Aunque las fotografías de España son en blanco y negro, Meyerowitz empezó a utilizar película en color en 1962, convirtiéndose en un pionero del color para uso artístico, a diferencia de lo que hacían sus compañeros de arte, como Garry Winogrand y Robert Frank, que lo acompañaron en sus recorridos por Manhattan.

Para Meyerovitz, que fotografió desde maniquíes y escaparates de Nueva York a la caída de las Torres Gemelas en 2001, “la fotografía callejera es el único medio que no debe nada a la pintura ni a las demás artes plásticas. Es puramente fotográfica”. “Este punto de partida nos lleva naturalmente a cuestionar el mundo que nos rodea, y las preguntas son las que nos llevan a hacer nuevos tipos de fotografías”, escribe en su propia autobiografía.

El atentado contra las Torres Gemelas, visto por Joel Meyerowitz

El atentado contra las Torres Gemelas, visto por Joel Meyerowitz

El crepúsculo

En su último fotolibro, Between the Dog and the Wolf (“Entre lobo y perro”), Meyerowitz captura la serenidad de una veintena de piscinas rodeadas de mar y horizontes crepusculares de la selecta costa de Cape Cod, Massachusetts, en los años 70 y 80. El contraste entre las piscinas y el océano no es sólo estético, sino también filosófico: el título procede de la expresión francesa entre chien et loup, que alude a la llegada del crepúsculo. Meyerowitz señala: “Me pareció que los franceses asemejaban el crepúsculo a la noción de lo manso y lo salvaje, lo conocido y lo desconocido, donde ese momento especial del desvanecimiento de la luz nos ofrece una entrada al lugar donde nuestros sentidos podrían fallarnos ligeramente, haciéndonos vulnerables a los caprichos de nuestra imaginación”, escribe.

Autor de más de 350 exposiciones, Meyerowitz ha recibido dos becas Guggenheim y ha sido galardonado con los premios del Fondo Nacional de las Artes y del Fondo Nacional de Humanidades. Su obra forma parte de las colecciones del Museo de Arte Moderno, el Museo de Bellas Artes de Boston y el Instituto de Arte de Chicago, entre otros.

Un parque, visto por Joel Meyerowitz

Un parque, visto por Joel Meyerowitz