El mundo del humor ha levantado la voz por el nivel de censura que sufren, los de la música también, pero hay algo que lleva años sufriendo censura: el cuerpo desnudo. Aun así, hay uno en particular que sufre más que otro, el femenino.
Hay una razón histórico-filosófica. Lo recuerda la profesora asociada de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), Bruna Álvarez, a Crónica Global: “Los cuerpos de las mujeres siempre han estado gobernados. Foucault detectó que tenía que ver con el control de la descendencia”. Pasó en el siglo XIX, cuando cambió la concepción. Antes “antes eran las mujeres las que tenían la sexualidad descontrolada” y a partir de entonces eras los hombres que se pensaban desde la libertad sexual.
Ejemplos recientes
Para expresarlos en términos más mundanos, el patriarcado ha hecho su labor. No sólo ha sexualizado el cuerpo de la mujer, sino que ha considerado que un cuerpo desnudo pertenece a la intimidad y no se debe mostrar. Lo curioso es que en épocas en las que se habla de la libertad de hacer con el cuerpo de uno lo que quiera, las redes deciden vetarlas.
Casos hay por doquier. La censura de los pezones es el ejemplo más evidente. La retirada del cartel de la última película de Almodóvar, Madres paralela, fue un claro ejemplo. Este mismo año, en la gala de los MTV Video Music Awards, donde el vocalista de Måneskin pudo mostrar sin problemas sus nalgas y a la que a Victoria de Angelis se le cayó un tirante, apartaron la cámara.
Lo curioso es que, mientras esto sucede, se ven todo tipo de desnudos en series de televisión como Juego de Tronos, The White Lotus, Élite o Merlí, por poner sólo un ejemplo. “Estamos en un momento un poco paradójico respecto a la cuestión de la censura. Por un lado, hay una permisividad de la violencia a niveles casi pornográficos y por el otro, hay una especie de visión del erotismo que parece de la escuela religiosa de la posguerra. Y todo ello pasa a la vez”, subraya el doctor en Ciencias Sociales, José María Perceval.
El también profesor de la UAB tiene claro que allí la culpa viene de un lugar concreto. “Las redes son muy histéricas”, apunta. Es más, considera que existe “una verdadera doble moral hipócrita, porque la violencia o el ataque a personas concretas se pasa por alto o incluso se aumenta”. Algo que se ve cada día con la difusión en redes de casos de bullying a menores.
Anunciantes
La escritora y experta en comunicación Elena Neira es de otro parecer y apunta a otro factor. Los anunciantes. “Los canales en los que se produce este tipo de censura se monetizan con publicidad” y ello incluye también a las redes sociales como Facebook, Twitter o Instagram. Todas ellas, como tantas otras “se mantienen con publicidad, es su sustento, por eso hay muchas más censuras y cierre de cuentas y de publicaciones son más automáticas”, prosigue.
Parte de razón no le falta. Las plataformas de pago no hay publicidad “y si la hay, los anunciantes pueden elegir en que sitio la ponen”. En cambio, “cuando se trata de medios en abierto rige el código deontológico de cada medio” y el peso de los anunciantes.
“Los medios no son conservadores, lo son los anunciantes”, insiste. “La industria de los anunciantes es muchísimo más tradicional, sobre todo grandes marcas que se dirigen a un público familiar que no quieren herir ciertas sensibilidades, aunque en realidad no hieren nada”, detalla Neira.
La también profesora de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), en todo caso, matiza “no es que los anunciantes sean conservadores, sino que el público al que se dirige, a veces sí lo es. Cada uno tiene su línea moral en un lugar o en otro. El anunciante sabe que aparecer vinculado a un determinado contenido puede generar desaprobación o respuesta negativa hacia su marca”. Todo consiste en “no asociarse a algo que pueda molestar a alguien”.
Imaginación
Las explicaciones no quitan que Neira coincida con el profesor: “Estamos en un momento muy susceptible en el que es muy fácil herir sensibilidades”. La profesora señala que vivimos “en un entorno de mucha cultura de la cancelación y hay que tener muchísimo cuidado con el mensaje porque las consecuencias de hacer algo políticamente incorrecto pueden ser muy severas para la cadena, presentadores, y actores”.
Perceval es mucho más claro. Todo se debe “a la moral estrecha que tenemos respecto a lo erótico”, sentencia. Y eso ya se ha vivido recuerda anteriormente. Con Gilda muchos creyeron que la censura había cortado el desnudo de Rita Hayworth, lo que no hace más que evidenciar una cosa: “la censura provoca perversiones mentales muy particulares”, concluye.
Preguntas
Muchos hablan de que esta censura es un retorno al pasado, pero ¿se puede decir eso cuando se apesta por la libertad de expresión? Es obvio que el feminismo habla de la libertad de la mujer de hacer con su cuerpo lo que quiera, pero esta censura no hace más que subrayar esa sexualización que todavía se impone sobre ella.
“Lo que determina qué parte del cuerpo es sexualizada o no es la cultura y cómo interpreta el desnudo la cultura. El tema es cómo mostrar estas partes sin que se sexualice”, apunta Bruna Álvarez. “Todo ello empieza a cambiar”, recuerda con optimismo. Campañas como Free the nipple es un claro ejemplo. Aun así, la historia se repite. ¿Hasta cuándo?