Definitivamente hay circunstancias propicias para cambiarlo todo que suceden muy pocas veces en la historia. Una de esas ocasiones excepcionales ocurrió en París en las primeras décadas del convulso siglo XX, durante el periodo de entreguerras, cuando el caprichoso destino concedió a los europeos una feliz y fecunda tregua en compensación por lo que estaba por venir. Eran los felices y locos años 20. Justo en ese instante la capital francesa se convirtió en un efervescente epicentro de mentes brillantes y transgresoras dispuestas a revolucionar el mundo. Fue en ese contexto, en la primavera de 1917, cuando Pablo Picasso y Gabrielle Chanel se conocieron. Ambos estaban en la treintena y ya gozaban de fama y prestigio en sus respectivas carreras.
“Picasso había dejado atrás sus años difíciles en Montmartre y comenzaba a ser uno de los pintores más cotizados de París gracias a los contactos de su protectora, la chilena Eugenia Errázuriz, quien le había presentado a su nuevo marchante Paul Rosenberg. Chanel, por su parte, había triunfado: tras comenzar su carrera como sombrerera, en 1910 había establecido en París Chanel Modes, había inaugurado la Maison Chanel en Deauville en 1912 y su casa de modas en Biarritz en 1915”, escribe Paula Luengo, comisaria de la muestra, en el catálogo de Picasso/Chanel, la exposición que se podrá ver en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza hasta el próximo 15 de enero.
Cubismo y estilo Chanel
Al igual que el cubismo, la modista explora la sencillez de las formas geométricas, la pureza de las líneas rectas y angulosas, la ausencia de ornamentación y la austeridad de la gama cromática para crear sus innovadoras prendas. Incluso, el icónico Chanel n° 5 condensa la esencia de la abstracción en un sobrio y elegante frasco que nada tiene que ver con otros perfumes de la época.
Las salas del museo Thyssen escenifican este fructífero diálogo entre el arte de vanguardia y la moda enfrentando el trabajo de estos incansables creadores. Prendas excepcionales, cuadros, dibujos, documentos y objetos conforman un sublime tributo a dos genios irrepetibles. Agitadores visionarios que interpretaron el tiempo que les tocó vivir revolucionando las reglas estéticas de toda una época. Ambos destruyeron para construir nuevas formas. El malagueño liberó la pintura de los rígidos cánones establecidos mientras que la diseñadora desterró los códigos de vestimenta imperantes para crear los suyos propios basados en la sencillez, la elegancia y la comodidad. “La moda es efímera, pero el estilo permanece”, solía decir.
“Subvertir, aligerar, sustraer, quitar, recomponer, ampliar el ámbito de su experiencia, prodigarse en versiones y variantes… Todo es posible para quien se llama Chanel o Picasso. ‘Atreverse’ sería su gran lema, el de dos personajes con la libertad como única brújula, y el trabajo como única exigencia”, añade Marika Genty, delegada de Patrimoine de Chanel.
Chanel, Picasso y Cocteau
“Chanel es a la moda lo que Picasso es a la pintura”, afirmó Jean Cocteau. Ambos colaboraron con el dramaturgo en dos ocasiones. La primera fue en 1922 para la adaptación abreviada que Cocteau hizo de la tragedia de Sófocles Antígona. Picasso concibió un decorado totalmente alejado de los que había realizado para los grandes escenarios de los famosos Ballets Rusos de Serguéi Diághilev. Apenas unas columnas dóricas sobre un cielo azul pintados sobre una tela. Chanel se encargó del vestuario inspirado en la Grecia arcaica con el que cosechó un gran éxito. “Chanel se vuelve griega mientras sigue siendo Chanel”, comentó la prensa especializada.
Dos años más tarde, en 1924, los tres volvieron a trabajar juntos en la opereta bailada El tren azul, una pieza producida por Diághilev con libreto de Jean Cocteau, estrenada en junio de ese mismo año en el teatro Les Champs-Elysées de París. Picasso reprodujo en el telón de la obra su gouache titulado Dos mujeres corriendo por la playa (1922) e ilustró el programa de mano. La couturiere creó un vestuario inspirado en las prendas deportivas que causó algún que otro problema a los bailarines que no estaban precisamente cómodos con la indumentaria. Aun así el estreno fue todo un acontecimiento social.
Celebrar a Picasso
Picasso/Chanel es una de las numerosas muestras que se celebrarán a lo largo de los próximos meses con motivo del 50° aniversario del fallecimiento del artista español el 8 de abril de 1973 en la localidad francesa de Mougins. Él será el absoluto protagonista del panorama cultural internacional con más de 50 exposiciones y eventos organizados en torno a su figura. Julio González, Pablo Picasso y la desmaterialización de la escultura en la Fundación Mapfre de Madrid; El cubismo y la tradición del trampantojo en el Metropolitano de Nueva York; Picasso-El Greco en el Museo Nacional del Prado y Picasso 1969-1972: El principio del fin en su museo de Antibes son apenas una pequeña muestra de los numerosos fastos conmemorativos programados.