Sol Picó (Alcoy, 1967) lleva más de 30 años dedicada al mundo de la danza. Reconocida internacionalmente, abrió el camino a muchas bailarinas que ahora apuestan por llevar su cuerpo al límite. Ella fue de las primeras. En Bésame el cactus bailaba con los ojos vendados con varias de estas plantas en el escenario.
Ni una lesión en la rodilla la ha detenido. Por un lado, le sirvió para hacer un pequeño reportaje al respecto, Amb el cor al genoll; por el otro, regresa de nuevo al lugar donde sufrió ese accidente. Este 14 de octubre se sube al escenario del Temporada Alta de Girona una vez más para presentar Titanas.
Trío de ases
En el espectáculo, actuará junto a Charlotta Öfverholm y Natsuki. Las tres comparten por primera vez escenario para crear una pieza que transmite su fuerza y en el que acaban desplegando su arte. Una reivindicación en sí misma.
Crónica Global habla con la bailarina alicantina para conocer más detalles de este montaje que es Sol Picó en su más pura esencia.
--Presenta en el Temporada Alta sus 'Titanas' cuyo título reza que es "el arte del encuentro". ¿Es simplemente porque reúne a tres grandes figuras del baile o porque cree que la danza es realmente este arte del encuentro?
--En este caso concreto es porque nos encontramos desde tres lugares vitales, física y geográficamente totalmente distintos y tenemos un encuentro muy particular e inédito, porque nunca habíamos trabajado juntas. De repente, de ese encuentro salen esas titanas, salimos embravecidas. Es el arte de ese encuentro peculiar.
--¿Cómo surgió ese encuentro?
--Pues mira en realidad el Palau de les Arts de Valencia me pidió una propuesta. Yo hacía tiempo que quería encontrarme con coreógrafas y bailarinas con su propio recorrido y compañía y que estuvieran activas en el escenario, porque no hay muchas, hay pocas. Con Charlotta coincidimos bailando en Estocolmo y en algún otro sitio del mundo y Natsuki sabía que trabajaba en París con su compañía y que en esos tiempos trabajaba por Girona, las llamé, les hice la propuesta y ambas dijeron "sí, quiero" al minuto.
--Dice que es difícil encontrar bailarinas con este recorrido en activo, ¿por qué cree que sucede esto?
--Es porque somos unas titanas inconscientes (sonríe), porque realmente el cuerpo tiene unos límites y nosotras estamos allí jugando con ellos. Nosotros ofrecemos la prueba de que estamos allí, ofreciendo lo mejor que tenemos. Igual no vengas a ver cuerpos de 20 años.
--Bueno, pero eso no quita que sus cuerpos no vengan cargados de experiencia.
--Yo creo que el espectador tiene que ser consciente de que va a ver tres mundos, porque cada una ha generado una identidad y un recorrido personal y artístico que se ve. También un recorrido vital, una experiencia. Una mujer de 30 años no se mueve igual que una de 55. A mí me parece muy interesante, de hecho me parece más interesante cuando veo a gente de edad en escena (se sonríe), porque hay mucho moviéndose detrás, hay mucho en la espalda de esta gente. La juventud también lo es, pero esto me parece algo más, una capa más.
--Supongo que también puede expresar otras movilidad y ofrecer más carácter.
--La fuerza del bagaje es lo que te da. Yo no me muevo igual ahora que cuando tenía, 20, 30 o incluso 40 años siquiera. También es bonito ver un cuerpo adaptado a las posibilidades de su fuerza y energía. Ves esas tres fuerzas y energías moverse desde un lugar muy concreto, la edad, el lugar vital donde están. Es curioso.
--¿Se convierte en una reivindicación de la edad y los cuerpos de la mujer y de esa edad?
--El hecho de estar nosotras tres en el escenario con esa escenografía ya es en sí mismo una reivindicación. No queremos reivindicar nada extraordinario, esto ya lo es por sí sola. El hecho de colocarlo ahí hace que no lo tengas que formatear. El hecho de ponernos sobre el escenario, intentar generar coreografías, ¡intentar encontrarnos!... porque es muy fácil hablar de un encuentro pero tres señoras que no se conocen de nada, que tienen su propia carrera, su estilo y conjugar los tres estilos. Hemos llegado a ver nuestras posibilidades y cada una ha encontrado su forma y su manera de funcionar, su personalidad y hemos entrado en cada una de nosotras. Una trabaja y las otras dos se mueven con ella. Hemos trabajado la manera de encontrarnos realmente.
--Habla de que cada una ha marcado su estilo, ¿cómo definiría el suyo?
--Definirse a uno mismo es muy complicado (sonríe). A veces es curioso cómo te definen los demás porque igual tu no lo hubieras hecho así. Yo me defino como una coreógrafa y bailarina que hace lo que le da la gana y pone en el escenario lo que siente y las necesidades que tiene desde un lugar caracterizado por la fuerza y la energía, yendo a veces un poco al límite y al riesgo. No me he planteado nunca ir aquí o allá, siempre ha sido desde la necesidad y el compromiso de querer transmitir algo que necesitaba compartir con el público y la escena.
--¿Cuán difícil es transformar eso en danza y sobre todo acercarlo al público? Mucha gente no se acerca a la danza por miedo a no entender.
--Vivimos en una sociedad en la que queremos que todo esté muy claro, rápido y concreto y no abrir nuestras mentes y dar cabida a la imaginación y a nuestra propia creatividad, que hay mucha dentro de nuestras cabeza que no podemos ni imaginar. Yo les diría a esa gente que se dejen llevar un poco, no intentes entender, deja que tu mente, cuerpo y alma procese. Está la música, los gestos que se generan y mucha belleza
--¿Cree que ha quedado escuela? Usted incluso da clases en diversos centros
--No sé, me tendría que poner más al día porque sigo mucho en la creación. Las clases son limitadas en La piconera en Barcelona y en el Máster de Creación teatral en la Universidad Carlos III de Madrid, pero no tengo el tiempo de estructurar clases teóricas, no ha llegado el momento.
--Esa incursión en el máster que dirige Mayorga en Madrid coincide también con la teatralidad de su danza, ¿cree que allí abrió un camino?
--A mí siempre me ha gustado la parte de la interpretación, generar unas dramaturgias teatrales. Hay algunos más teatrales, otros busco en lugares menos concretos y más abstractos. En el máster, por ejemplo, me interesa fusionar la danza con el teatro, el texto, la interpretación. Es algo que acompaña siempre. Siempre estoy investigando y creo que me moriré investigando. Cada día creo que sé menos. Me gusta probar. En Malditas plumas, el trabajo de texto era importante para mí y como unirlo con el movimiento y el cuerpo. Es espectro teatral me genera mucha curiosidad.
--¿De dónde sale esa energía para seguir explorando y subirse a un escenario?
--No lo sé, igual con el tiempo se va modulando, pero tengo ganas de aprender y, a veces, tengo ganas de dejar los proyectos que estoy haciendo e irme a algún lado a aprender. Estamos en el camino siempre.
--Con todo este trabajo, ¿duele el escaso reconocimiento que tiene la danza en este país?
--Este país tiene un problema en general con la cultura, falta mucho conocimiento, mucha educación, que venga desde la raiz. Los niños hacen danza en la escuela, lo tienen desde la cuna y aquí la danza aparece en al nueva como algo absolutamente nuevo. Tenemos un problema con eso, hay que seguir picando piedra. Los más mayores creo que hemos abierto camino y queda mucho por recorrer. Yo ahora veo los teatros más llenos, hay más público, la gente ha visto lo maravillosa que es la danza, pero todavía necesitamos que entre la gente joven. Ellos igual están más contaminados de tanta pantalla e información que hace que la danza se vea como un bicho raro. Aun así hay proyectos interesantes a nivel educativo pero es la institución la que debe ayudar a que eso ocurra.
--Y como dice, ¿la danza es el lugar en el que todo es posible o el cuerpo limita?
--No se expresa igual, en todo caso. Pero en el espectáculo por ejemplo hay un momento en el que nos presentamos de manera más formal y generamos ese encuentro, de repente hay un momento que genera toda una locura en el que para lo que nos queda en el convento.... Cada uno crea lo que tenga ganas de hacer y allí es donde se ve el resultado del espectáculo y entiendes que es porque nos lo podemos permitir y estar en el lugar donde nos toca estar.
--¿Cree que hay mucho prejuicio acerca de la edad en la danza?
--Todavía hay. Se asocia un cuerpo de bailarinas a un cuerpo delgado, atlético y joven y la danza es muchas cosas más, eso sirve para el deporte. En la danza está bien tener un cuerpo que te apoye pero luego hay arte y el arte se puede generar desde cualquier cuerpo y edad. Yo he visto espectáculos de gente mayor que me han hecho saltar las lágrimas. Es importante que esta sociedad vaya reconociendo que no es que a los 50 nos morimos y no somos nadie, queda todavía un camino muy interesante para mostrar y exhibir también. Todos se han de ver reflejados, sobre todo las mujeres, con la menopausia que entonces no te ve nadie, no eres nadie. Es importante decir que estamos aquí, que tenemos toda la fuerza y energía ¡desde este lugar! No desde el querer ser jovencitas, sino desde este lugar tan maravilloso, espléndido y potente.
--¿'Titanas' girará?
--Lo estamos moviendo. Tenemos Barcelona, Madrid, Granada
--Malditas plumas
--Estamos con una gira los fines de semana por todas las plazas de España. Me pone muy feliz porque es un espectáculo que lo disfruto enormemente, porque es muy profundo y sin querer desnudo un poco el alma. Allí reivindicó esas mujeres que con todo su esplendor querían llegar a la fama, reivindico un sueño cuando no está cumplido, la edad, la muerte, los miedos, la desaparición... Es un espectáculo que lo vivo con mucho cariño y la reacción del público es muy entrañable.
--¿La reivindicación se puede hacer desde la danza y no sólo desde la palabra?
--Absolutamente. Ya se sabe que una imagen vale más que mil palabras,o que a la sociedad le cuesta más. Pero una buena imagen es poderosísima y nos puede decir muchísimas cosas.