Los 300.000 reservistas que el presidente de Rusia, Vladímir Putin, envía a la guerra de Ucrania es tan solo la última estrategia del dirigente del Kremlin para intentar lograr unos objetivos que distan de la meta inicial. En todo este escenario que Occidente mira con recelo y en el que China se mantiene en un segundo plano crucial, José María Beneyto pone luz en lo que podría acabar con un amplio cambio del orden internacional.
En el libro ¿Hacia un nuevo orden mundial? La guerra de Ucrania y sus consecuencias (Deusto, 1 de junio de 2022), el catedrático de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales de la Universidad CEU San Pablo de Madrid, junto a otros autores, sienta las bases para replantear el futuro de Occidente. La ideología predominante de Europa, Estados Unidos y países como Australia y Japón en el mundo se ha visto alterada por una guerra en Ucrania que oculta una alianza entre China y Rusia, con una neutralidad ocasional de India y Turquía.
Ucrania no solo es un país, es la frontera entre dos sistemas. La diplomacia occidental deberá valer para devolver la paz a la región dominante en el globo, mientras las guerras siguen en África, donde Rusia y China ejercen una gran influencia, pero que quedan fuera del foco europeo y norteamericano. Después de una charla a los alumnos de Derecho de la Universitat Abat Oliba CEU de Barcelona, Crónica Global habla sobre el futuro de la democracia y, en definitiva, del orden establecido por Occidente con José María Beneyto.
--Pregunta: ¿La actuación previa de Occidente en la expansión de Rusia antes de la guerra en Ucrania ha sido la correcta?
--Respuesta: Ha habido diversas situaciones y conflictos generados por el ansia expansionista de Putin en donde hoy vemos que quizá Occidente, Estados Unidos o la OTAN deberían haber actuado de una manera más firme y realmente haber contenido o impedido esas conquistas territoriales. Abjasia y Osetia del Sur, en Georgia, o en Azerbaiyán también, por ejemplo. Esto demuestra una vez más que la voluntad de Occidente ha sido siempre de intentar solucionar pacíficamente los conflictos y que hay una aversión clara de los países occidentales a la guerra.
--Una respuesta pacífica de Occidente ante una agresión.
--Nos hemos acostumbrado a no tener guerra en nuestros territorios. Ya nos produjo un gran shock la guerra de los Balcanes, tan cerca. Yo creo que ha habido un intento de evitar una escalada de los conflictos e intentar solucionarlos por vías no militares. Aunque, esto, como se ha demostrado, podría haber envalentonado a Putin.
--¿Han tenido Europa y Estados Unidos capacidad de respuesta?
--Yo creo que sí, afortunadamente. La presidenta de la Comisión Europea y el presidente de Estados Unidos, así como los líderes europeos, la han tenido.
--La anexión de Crimea en 2014 fue, quizás, un aviso del Kremlin que rememoramos en 2022…
--Con Crimea se produjo una clara violación del derecho internacional, con un referéndum falso. Pero se impusieron sanciones a Rusia. De hecho, se pensó que las sanciones podrían llevar en un momento a Putin a retirarse, pero no se mantuvieron… Quizás esa es una lección para lo que puede pasar después de la guerra.
--¿Más sanciones?
--Va a haber que mantener durante un tiempo las sanciones a Rusia y eso va a traer consecuencias negativas. Ya las estamos viendo ahora mismo, con el aumento del coste de la energía, los precios y la inflación.
--Una guerra económica que, en parte, quizás sufran los ciudadanos europeos.
--Los países occidentales dependen de los ciudadanos, son democracias, y estos muchas veces tienen poco aguante frente a esfuerzos. Esta resiliencia es necesaria. Es muy difícil mantener durante años restricciones en el uso de la energía, en productos básicos, con inflación… Nos hemos acostumbrado a vivir muy bien. No nos damos cuenta de que mantener lo que hemos conseguido exige esfuerzos.
--Relativo a los esfuerzos. ¿Es posible que superpotencias como Rusia, China y Estados Unidos piensen a largo plazo mientras Europa, tras el fin del imperialismo, haya pasado a un escenario cortoplacista?
--Las democracias ven mucho más a corto plazo, a plazos electorales. Y, en realidad, la que más, Estados Unidos. Las elecciones mid-term son solo dos años después de las presidenciales. Es un periodo verdaderamente muy corto, por lo que es difícil mantener una estrategia continuada, mientras para las autocracias es mucho más fácil. Pero también es más fácil para estas cometer errores.
--¿A qué se debe esa facilidad para cometer errores de las autocracias?
--Las democracias cometen errores, como todos, pero tienen mayor capacidad de crítica y regeneración. Y esta es la gran virtud de las democracias, permiten regenerar situaciones e intentar hacerlo mejor. Esto es muy difícil para las autocracias, y es lo que se ha demostrado con la Unión Soviética: al final se esclerotizan más los sistemas autoritarios, porque tienen menos dinámicas internas, menos capacidad de introducir nuevas informaciones. Eso les afecta. Es verdad que las democracias tienen debilidades, pero las autocracias tienen muchas más.
--Pero gran parte del globo mira a China, tras un crecimiento récord en las últimas décadas, que no deja de ser una autocracia.
--Hay gente que se plantea que China ha ido creciendo más que los países occidentales en los últimos años. Parece que un régimen con un control centralizado y una ideología única permite tener objetivos más claros. Está por ver. Hemos visto ahora que China va a tener unos crecimientos económicos menores de los que ha tenido durante muchos años porque venía de muy abajo. Es tremendamente complejo el sistema chino por dentro y hay muchos grupos, oposiciones, disidencias… siempre que el objetivo final sea el nacionalismo chino. Es decir, cabe de todo. En realidad, Xi Jinping debe tener permanentemente los consensos internos muy bien amarrados, como se verá ahora en el intento de reelección del Partido Comunista, algo que no le va a resultar tan fácil como parecía.
--Hablando de China. El gigante asiático firmó pocos días antes de la invasión de Ucrania un acuerdo con Rusia, pero sigue colaborando con Estados Unidos, Europa, Naciones Unidas…
--Sí. Seguimos cooperando en la lucha contra la piratería en África Oriental, contra el cambio climático, en materias comerciales…
--¿Rompe esto la hegemonía de Estados Unidos?
--No creo que Estados Unidos sea siempre un poder hegemónico que únicamente busque sus intereses. Dicho de otra manera, ha tenido la habilidad de descubrir un sistema donde hay un win-win, la suma del juego es positiva para las dos partes. Y ya ha pasado la época en la que Estados Unidos controlaba los organismos internacionales.
--Entonces, ¿cómo se logra que China y Rusia no quieran imponerse como potencias hegemónicas a Occidente?
--¿Cómo conseguimos que China y Rusia, siendo ellos, manteniendo su idiosincrasia, sus sistemas… no intenten ser una alternativa que se enfrente, sino que se adecúe? Probablemente debemos ampliar un poco el marco para que quepan y ellos también puedan influir desde dentro del sistema. Pero sin intentar modificarlo desde la raíz o con un orden alternativo. Este es el desafío para las próximas décadas.
--Pero esa adecuación topa con una guerra en Europa…
--Hay que poner claramente cuáles son las líneas rojas. Estas son las reglas y no se saltan ni por unos ni por otros. Entrar de nuevo en cooperación en las áreas que se pueda.
--¿En qué posición deja eso a Ucrania?
--Ucrania igual debe tener un acuerdo con la Unión Europea y con Rusia. Puede ser un país que tenga una función doble, porque tiene una población rusa muy importante y una historia, eso nadie se lo va a negar. Putin con esta acción lo que ha conseguido es radicalizar a los ucranianos hacia el otro lado [Occidente]. Hubiéramos podido, quizá, negociar algo con habilidad. Muchos comentaristas han hablado de la posición de Ucrania como una especie de Estado intermedio o que pueda participar de los dos sistemas, pero después de la invasión esto se ha hecho imposible.
--Putin justificó la invasión por la expansión de la OTAN hacia Europa del Este, lo que le hizo perder parte de la esfera soviética. ¿Puede ser que Estados Unidos haya querido ampliar su área de influencia en la que, históricamente, ha pertenecido a Rusia?
--Todas las grandes potencias quieren tener su área de influencia. Y está claro que el orden que tenemos desde la Segunda Guerra Mundial, y casi desde la Primera, tiene como eje el poder hegemónico de los Estados Unidos, que juega el papel de gendarme. Es decir, interviene en aquellas situaciones en donde se puede desestabilizar el orden. Esto lo vemos como algo negativo muchas veces, pero se demuestra que cuando no existe ese poder hegemónico y esa capacidad de intervención de EEUU como gendarme que reorganiza, es mucho peor.
--¿Podría ponerme un ejemplo?
En Libia o Siria ahora mismo, es una situación donde, prácticamente, los Estados Unidos los han dejado en manos de Rusia, de Turquía… Vamos a ver cómo acaba. La gran pregunta de fondo es: ¿qué tipo de orden internacional queremos tener?
--Muchos han mencionado la idea de repartir las influencias mundiales entre tres o cuatro superpotencias.
--Hay pensadores realistas, incluso norteamericanos, que hablan de un equilibro de grandes potencias. Piden partir las áreas de influencia entre China, Rusia, la Unión Europea y Estados Unidos. Como una especie de balance of power. Esto a mí me parece muy académico, muy utópico. Tendríamos que ver cómo se articula eso. Ahora qué haríamos, ¿dejarle toda Asia a China? ¿La mitad de Europa a Rusia para que tuviera su esfera de influencia? Y que EEUU se retirara… ¿Qué pasa con África? Esta especie de reparto del mundo sobre la base de un esquema racional de equilibrio de poder lo veo muy académico y peligroso. Además, tenemos otro sistema donde hay un poder hegemónico con capacidad de llegar a acuerdos con las potencias emergentes.
--¿Puede acabar la emergencia de China como superpotencia en una guerra con Estados Unidos?
--Precisamente en el libro lo que pretendemos decir es 'ojo, porque la confrontación entre China y Estados Unidos puede acabar en guerra'. ¿Qué deberíamos hacer para que eso no se produzca? Más que un problema de atacar a EEUU, o subrayar sus debilidades, que son obvias, y creo que Occidente nos autoflagelamos mucho nuestras propias debilidades; tenemos que ver todo lo que ha hemos hecho bien, que es mucho. Incluso los imperios han hecho cosas positivas a lo largo de la historia. No siempre y sobre todo las alternativas a los imperios muchas veces han sido mucho peores para el ciudadano, para una persona concreta. El poder está ahí, la violencia está ahí, el deseo de unos países de sojuzgar a otros también, lo que tenemos que hacer es crear mecanismos para que haya un win-win. Y creo que esto, de alguna manera, los EEUU lo introdujeron. Esta idea de que el comercio abierto les beneficia a ellos, pero también a los demás como se ha demostrado en el caso de China, o de la Unión Europea… El multilateralismo beneficia a todos.
--Quizás esa “autoflagelación” de la que habla se deba, en parte, a la democracia y su capacidad crítica que no tienen las autocracias.
--Exacto. Es mejor tener derechos humanos a no tenerlos, son ambivalentes, débiles y pueden ser utilizados políticamente… está claro. Pero prefiero tener derechos humanos a no tenerlos. Los uigures seguro que están mejor cuando les defienden las ONG occidentales que cuando están en el campo de reeducación chino. Occidente comete errores, quién lo va a negar, pero nosotros mismos somos los mayores críticos. ¿Hay esa capacidad crítica en China, Rusia, Egipto, Sudán, Corea del Norte? No.
--En este mundo convulso, donde las autocracias y democracias conviven con conflictos como el de Ucrania, si dejamos atrás esa crítica propia occidental, ¿cómo acabará la guerra en Europa del Este? ¿Qué supondrá para los países europeos? ¿Qué orden mundial nos espera a partir de ahora?
--El título del libro está, precisamente, entre interrogantes: ¿Hacia un nuevo orden mundial? Es decir, creo que depende mucho de lo que ocurra con el fin de la guerra. Si al final se consolida una cierta derrota de Putin o no, que no logre conseguir los objetivos, Occidente incluso puede salir fortalecido. Por ejemplo, con la entrada de Suecia y Finlandia en la OTAN, además de que se verá que hay una capacidad de respuesta, no todo es debilidad por parte de Estados Unidos o Europa. Esto es lo que los dirigentes rusos y chinos están afirmando, que Occidente no es capaz de garantizar su propia defensa siquiera. Si se da este escenario de que Rusia no logre sus objetivos, pese a las críticas, creo que entonces una reversión del orden actual es menor.
--¿Qué habrá que hacer en ese momento?
--No creo que se deba aislar ni estigmatizar ni tampoco forzar el cambio de régimen en China o en Rusia. No creo que sea la vía. Deberemos poner claramente cuáles son las líneas rojas: estas son las reglas y no se saltan ni por unos ni por otros, para entrar de nuevo en cooperación en las áreas que se puedan.